Castrovega de Valmadrigal - Leon

MIS NAVIDADES
De mi niñez, y de esto han pasado 50 años, recuerdo las Navidades que pasabamos en el pueblo, casi siempre acompañados de la nieve y los chupiteles de hielo que colgaban de las canales del tejado, cuandono por los barros que encharcaban la calle.
La verdad que siempre ocurre algo ocurre "por" algo; y es que en aquellas circunstancias el dinero escaseaba y cada uno dentro de susu posibilidades disfrutaba a su manera, a pesar de la escasez, en medio de una gran alegría que era compartida pot todos.
La fiesta empezaba con el montaje de "belén" en la iglesia, ("nacimiento" para nosotros), que el cura D.Francisco organizaba, y todos los niños y niñas ibamos a buscar el musgo por los huertos para que fuera y en realidad era, en-can-ta-dor. Con aquel mural de papel de fondo que transportaba a curiosos y religiosos hasta los campos de Tierra Santa, campos pobres y de pastores, campos helados plagados de barrancos casi inútiles y catacumbas, habitat de aquellas gentes muy parecidas a nosotros, y todas las figuras ordenadas quedaba expuesto el montaje, de admiración de todos.
Como ya hemos dicho en otras ocasiones, nuestros padres se desplazaban a mansilla al mercado para comprar, las nueces, castañas, naranjas, manzanas y aquello que era menester. Nunca faltaba, por supuesto, el gallo que con tanto esmero se cuidaba en nuestros corrales para la ocasión y que servía para el festín de la Nochebuena, acompañado de los turrones de rigor y otras golosinas que nuestras madres confeccionaban en los hornos particulares. ¡Vaya turrón!. De duro y grueso que lo fabricaban, sólo a golpe de matillo podía trocearse. No había marisco, ni lechazo, ni licores que no fuera el "aguardiente aderezado", ni todo cuanto ahora a veces tiramos y que en aquellos tiempos era prohibitivo.

SIGUE
Luego se reunían las familias y amistades más íntimas para jugar esas partidas de cartas, que duraban hasta altas horas de la madrugada acompañadas de la chocolatada con torrijas casras de aquel pan que en cada hogar se amasaba y que sabía a pan.
A la misa de la Navidad, como a cualquier acto religioso en el pueblo merced al celo de D.Paco el cura, era obligado asistir; por supuesto decentemente vestidos, y amenizado este acto por los villancicos que las "mozas principalmente" bordaban ( porque en los pueblos de entonces a falta de TV y de radios la gente cantaba y cantaba muy bien) dando tiempo a la par para recorrer con la vista y la curiosidad las montañas y escenas del nacimiento (eco de nuestras lejanas niñeces); y tras las consabidas parladas los mayores se iban diseminando camino de casa para comer que como el acontecimiento reclamaba la mesa era especial.
Siempre me extrañó por qué no se celebraba la misa del gallo.También por qué no motar algún Acto Sacramental, digamos "Representación" de Corderadas tan típicas por nuestra zona a los Reyes Magos...actos que Valverde hacía maravillosamente y que servían para citarnos gente de distintos pueblos de la comarca y recordar los pasajes de la Biblia y de la Tradición. Honor a ellos. Castrovega sobresalía más en Semana Santa.
Recuerdo como el tío Tomás el herrero (este casticismo de llamar a todo el mundo por "tío" en el sentido de "fukano", y no familiarmente en la mayoría de los casos, era muy vulgar en la zona), repartía entre la familia los décimos o participaciones de la lotería que le mandaban sus hermanos Saturnino de Barcelona y Yerónides de Madrid, jugando cada uno 5 pesetas de las de antes, todo un rito, creerme. Como rito de admiración era el Canto de la Lotería por los niños de S. Ildefonso que escuchábamos a la ventana de Eulalia el día 22.Había sólo dos o tres radios en el pueblo...u éstaabría su ventana, lo que agradecíamos, para que pudiéramos escuchar aquellas voces blancas contono y sabor de villancico. Coas nimias.
Recalco el recuerdo del tío Tomás, pero me consta que la costumbre de los familiares e hijos del pueblo en el exilio, a donde tivieron que emigrar en busca de mejor vida, era práctica común. Una bonita manera de acordarse de la familia y vivir en sintonía.
El día de noche vieja se repetía la misma historia que en noche buena, entoces no había ni uvas para celebrar la venida del nuevo año pues no se llevaba, ni mataviudas, ni cotillones, ni champan. Eso sí: nuestro campo producía buen vino.
Al fin de fiestas (pobre de mi) llegaban los Reyes. Tampoco había muñecas lloronas ni parlanchinas, ni coches teledirigidos, ni playstation, ni comecocos, pero si que poníamos los zapatos alrededor de la hornilla porque el Rey entraba en casa por la chimenea o "humero" (que bonita la imaginación de los niños) para que nuestros padres con el mayor sacrificio nos colocaran la caja de culebra con sus confites y bolitas de anís y otras golosinas austeras y alguna que otra caja de pinturas Alpino, delicia de nuestros ojos, que nos hacía a las criaturas más felices del planeta. Con qué `poco nos conformabamos, y qué manera tan peculiar de agradecerlo: sin abrir boca.
Los juguetes, que no pidían comprarnos, brillaban por su ausencia y jugabamos con pelotas de trapo, con peonza, los cartones, resbalando por las bodegas y otros artefactos que ideábamos, y no nos aburriamos como los niños de ahora que lo tienen todo...pero en vitrina.
Nos lamentamos de la pobreza de los niños de Tanzania, de su esclavitud haciendo adobes, de su cara risueña a pesar de todo...Hace 50 años esto era Tanzania.Saíamos jugar.

Gracias Mimo por esos recuerdos maravillosos y las fotos exquisitas que nos has colgado .Ya ves que no resulta tan dificil ni hacerlas ni colgarlas .Haber si se anima el personal .
FELIZ AÑO NUEVO PARA TODOS .El que se esconde para no se visto .