Carrizo - Leon

Ese pueblo entrañable todavía existe, con sus calles, con su gente, con su fuente.

En aquel pueblo la gente iba al caño a por agua, se saludaban entre ellos y se conocían todos. En el pueblo de hoy la gente ya no va al caño, pero se sigue saludando por la calle y todos son conocidos, entrañables conocidos, aunque llegue gente que no entienda esa forma de vivir.

La hospedería, el convento acogedor, las partidas de cartas, el café de la tarde y tantas cosas más

Fueron años felices en un pueblo pequeño, pero muy grande para los ojos de los niños. La escuela, el regato, la fuente y tantas cosas más, conformaron la personalidad de la gente y de aquel niño que se hizo adulto y que fue ejemplo de honradez, trabajo y de honradez de vivir.

Paco, recuerdo cuando ibamos al rebusco de las patatas, en tiempos en que el frio ya se hacia notar, y para evitarlo nos calentabamos con las mismas brasas con las que asabamos esas patatas y que luego degustabamos en compañia de todos los amigos. Y tambien cuando ibamos a los prados en busca de las acederas o de los tallos en los cierros.
Y cuando ibamos a los pajares de los vecinos a pisar la hierba y llegabamos a casa sudados y llenos de polvo y teniamos que meternos en la piscinita donde teniamos la bomba de agua, que salia fria como un demonio, en pleno verano. ¡que tiempos aquellos, que recuerdos tan bonitos!

Paco, yo también tengo esos recuerdos.
Y entre ellos estás tú. Compartí contigo muchas cosas de niños, de adolescentes, de estudiantes en León. Después seguimos caminos diferentes, pero siempre has formado parte de mis más bonitos recuerdos.
Siento que te hayas ido, Paco.

Paco, he estado este fin de semana en tu pueblo, que también es el mío.
Nuestros vecinos me han dicho que tú estás allí, que nos contemplas a todos desde el rincón que te vio nacer. Me llena de emoción saber que estás tan cerca y doy gracias a los tuyos por compartirte con nosotros. Les envío un abrazo con el deseo de que encuentren pronto consuelo por el dolor de tu partida.