Carrizo - Leon

En nombre de María Antonia, Raquel y Miguel, Óscar y Clara y toda la familia, quiero agradeceros vuestra presencia aquí, en esta fría mañana, para acompañarnos en la despedida a Paco.

Querida familia: todos nosotros estamos aquí para demostraros que os queremos, que compartimos el dolor de la partida de Paco. Que también todos nosotros somos un poco menos sin Paco. Pero también para deciros que ha sido un enorme privilegio para nosotros el haberle conocido, el haber compartido tantas cosas de la vida como amigo, como compañero. La muerte nos lo ha arrebatado temprano, como dijo el poeta, de un manotazo duro, de un golpe helado. Pero Paco ha dejado en nosotros una huella indeleble. Y esta huella nos consuela.

A buen seguro que si pudiera hablarme diría ¡calla Joaquín!, ¡no hables de mí! Deberías hacer como en los pueblos: fuera las palabras, veladme en silencio y no demasiado tiempo. A Paco no le gustaba hablar demasiado. Y mucho menos de él. Fue un hombre sabio que huía de la necedad que hay en las muchas palabras. ¡Cómo las administraba! Hoy no voy a hacerle caso. Quiero hablar de él.

Cómo se henchía su corazón cuando hablaba de su magnífica compañera, con qué cariño hablaba de ti, María Antonia, cómo amaba tu alma, cómo nos dejaba ver discretamente que estaba en todos tus detalles. Escogiste muy bien tu compañero, María Antonia, un compañero señalado, un buen amante, un buen padre.

Un magnífico padre, con todas las cualidades y virtudes que durante siglos y desde los romanos se han señalado propias de un buen pater familias: cariñoso y entregado a su esposa, con unas ideas muy claras sobre la educación de sus hijos, y el cuidado esmerado del patrimonio familiar, de aumentarlo como es natural.

¡Con qué ilusión acompañó la educación y la formación de Raquel y de Óscar! ¡Qué discreto era celebrando sus éxitos y qué prudente dolorido era cuando percibía sus problemas! Recientes están vuestras celebraciones de boda. ¡Qué satisfacción irradió al veros tan felices! ¡Qué eufórico estaba en septiembre a la vuelta de León! Debéis sentiros orgullosos de él a lo largo de toda vuestra vida.

Como profesor y compañero nunca varió ni su rumbo ni su tono. Dotado de una especial sensibilidad, era amable, razonable y persuasivo con los alumnos, todos distinguieron en él no sólo un excelente profesor de matemáticas meticuloso, ordenado, también una excelente y ejemplar persona, acogedora, siempre situado en la distancia justa con todo el mundo. Sus alumnos lo adoran. Fue humilde con sus compañeros, nunca quiso sobresalir ni destacar por encima de nadie. Ha sido un militante de la humildad. Lo que sí sobresalían eran sus cualidades, su buen trabajo, su fidelidad, su temperamento, su discreción, su equilibrio, su mano tendida, su bondad sin buscar ni esperar recompensa alguna, su gran independencia unida a un gran sentido de la responsabilidad.

Se nos fue el amigo. El mejor. Siempre ocurre así. Como si tuviera que ser verdad la afirmación de que los dioses se llevan primero a aquellos a los que aman. Lo cierto Paco es que vamos a notar tu ausencia, huérfanos de tu alegría, de tu amistad, de tus ganas de vivir, de tu generosidad. Con la mente y el corazón no recompuestos todavía que nos cayó cuando nos dieron la infausta noticia, queremos rendirte este pequeño homenaje.

A Paco le sobraban los amigos, quiero decir, que para tenerlos no tenía que hacer nada especial: su simpatía, su afecto grande, su admiración y su empatía, su seriedad le creaban amigos en todas partes. Sabía ocultarse para acercarse a los problemas de los demás. Consolaba, ayudaba… Ya lo decía el gran Cicerón que cuando mayor confianza tiene uno en sí mismo, más virtud, sabiduría, más sobresale en ganar y cultivar amistades. Y Paco siempre tuvo mucha fe en sí mismo. Nunca fue un hombre de dudas.

A lo largo de los años de su enfermedad nadie de su entorno le oyó una sola queja, de modo que hasta tanto no se desencadenó, nunca nos dijo nada. Los que hemos jugado tantos años al frontón con él, observábamos que algunos miércoles no comparecía a jugar. El siguiente día nos decía que había ido al dentista. Y nosotros le creíamos. Y encima nos ganaba. Era muy valiente y no quería ni causar pena a los amigos ni que éstos sintieran pena por él.

Herido y desengañado desde su niñez, rehuyó durante mucho tiempo participar en conversaciones sobre la trascendencia de la vida humana. Sólo escuchaba, sin más. No ha sido hasta estos últimos tiempos que hemos conversado respecto de las tres preguntas que el hombre lleva haciéndose desde el amanecer de los tiempos:

- si muero, ¿dónde estaré?
- si muero, ¿volveré a vivir?
- ¿hay esperanza para mí?

El miércoles pasado hablábamos de estas cuestiones, de la esperanza cristiana de la resurrección. Me miró y me dijo: Joaquín, ¡voy a pensarlo!

Con Paco tenemos la sensación que nos han quedado cosas por compartir, por hablar, por vivir, por callar. Que le somos deudores de afecto, de presencia, de palabras.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

A las aladas almas de las rosas…
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

Paco, ¡descansa en paz!



Joaquim Guerola
Gervasio Martínez

Siempre nos darás una lección

Compañero y amigo del alma

Tu amistad, me llegó tardía y tenía sana envidia del resto de tus amigos que pudieron disfrutar más tiempo de tus inmensa cualidades, de tus consejos, de tu serenidad contagiosa, pero fue tan intensa esa amistad que nada tengo ya que envidiar y, además, ahora todos y cada uno de tus amigos son los míos.

Ya sabrás si los que tenemos fe estamos o no en lo cierto y, como la sigo teniendo, estoy convencido que nos encontraremos allá en la luz de la otra dimensión donde estás tú.

Cada vez que cocine me acordaré de ti, como no, y también en tantos y tantos momentos que no sé si habrá algún día que no sienta tu proximidad.

Nos vemos, Paco

"Ya he leído la prensa, pero aunque el panorama sea negro habrá que tomárselo con tranquilidad y no perder el optimismo ni la ilusión de seguir adelante"

Tú optimismo nos permitió descubrir un mundo diferente, unas madrugadas maravillosas y una vida que merecía ser vivida hasta el final.

Si hay algo hermoso en la vida es saber vivirla. Tú la supiste vivir hasta el último aliento.

Gracias, Paco

Juntos en familia, sin ti, te recordamos estas navidades.