El apodo, que no pudo ser, de......veinte huevos Los motes forman ó formaban parte de la vida cotidiana de la mayoría de los pueblos de España. Estos, por lo general tienen su origen unas veces en la degeneración del lenguaje, otras de los apellidos y la mayoría diría yo, los podíamos incluir en lo anecdótico de la vivencia del personaje. En el foro….están recogidos algunos de nuestro pueblo, cuando los recopilé lo hice con la intención de que no se perdieran con el paso de los años. Hace unos días escribió un contertulio que podía haber alguna persona que se molestara al nombrar el apodo de sus familiares, siempre y cuando no se haga de forma peyorativa no tendría porqué molestar. Seguro que algún mote salió de las meriendas que se organizaban y de las reuniones entre mozos y mozas que se hacían……hubo una personas que perdió la apuesta porque no le quedara un determinado apodo. La historia o anécdota que voy a contar va por ese camino. Este hombre,ya falleció hace tiempo…..no voy a decir el nombre aunque no tendría consecuencias, porque, tampoco hay nada reprochable en lo que voy a contar, lo único que os puedo decir es que fue alcalde pedáneo del pueblo. Este relato los podemos situar en el año 1942 aproximadamente…..años difíciles. Los mozos tenían costumbre de hacer meriendas o cenas. Unas veces sisando la mercancía, cogiendo gatos, o a escote. Se obsesionaban por demostrar, a los demás, quién tenía más fuerza o quien era capaz de comer cantidades enormes de comida. La bruteza en los pueblos hacía que la mayoría de las apuestas se basaran en este tipo de valentías…..El que perdía pagaba la merienda de todos. En una de estas meriendas el susodicho personaje se envalentonó y apostó que el comía veinte huevos de gallina fritos de una asentada y una hogaza de pan. Llegó el día de la apuesta y en una cazuela le pusieron los veinte huevos fritos y a la orilla la hogaza de pan. Todos los demás le hicieron corrillo, mirando como esta persona se iba comiendo un huevo tras de otro…….el hombre tenía como se decía en el pueblo un buen lóndigo. No os puedo asegurar, que también se hacía, que acordaran un tiempo prudencial para comerlos… media hora ó una hora etc., pero el hombre comió diecinueve huevos y el número veinte lo.....dejo. Le preguntan…… hombre para uno que te queda no lo vas a dejar en el plato? Y él les contestó. Prefiero pagar la apuesta, a que me quede de apodo, el….veinte huevos, y no le faltaba razón, por lo malsonante del apodo. Si al ir de fiesta a otro pueblo le presentan a las mozas como el veinte huevos…..la que se prepararía. Saludos. |