Setiembre: Por San Gregorio, por Santa Rosalía, por San Lorenzo. Esquirlas de verano aun. Sangra el sol en las tierras del marqués: en el prado de Miñón, en el Ponjalín, en las Vallejas. Todavía la cabaña del Señor Orencio duerme en silencio, cerca de un corral abandonado de ganado. Penumbra añil en la cuesta de un dolorido monte. El Rasal. Brillan las mazorcas en la reguera del Gato. De setiembre, decía el poheta López de Andrada: mes de ruidos leves, las ovas de una fuente y el frío que ya en los baúles duele. Setiembre en Lantanilla. El viejo corazón de sus pobladores en antiguas alcobas duerme. Setiembre. Sol de pobreza en algunos rincones y cansancio de luz en las Quintanas. En el horizonte se teje una línea parda llena de voces que se alejan. Setiembre. Ya tocan con sus manos los hombres el óxido otoñal. Remiendan las mujeres la ropa de vendimia y cuelgan de los cuerpos su arambel. Setiembre. En las tierras sembradas del Estanque siento la inquietud de los girasoles doblados por la muerte. Por San Lorenzo, siento el cielo de Lantanilla bordado todavía por el vuelo de pájaros inquietos. Un saludo, atravesados. NOTA: Poheta, con h, según José Martí, es aquel que siente su tierra de verdad y ama la libertad todos los días; hasta conquistarla. |