26-10-08 13:04 | #1335437 |
Por:No Registrado | |
Brazuelo, una gran iglesia parroquial Hay algunos defensores de la hipótesis que la iglesia de Brazuelo está asentada sobre un antiguo templo romano, postura que no es descabellada si consideramos que la costumbre en los inicios del cristianismo era frecuente, consiguiendo un doble beneficio, por una parte la utilización del edificio, y por otra la manifestación de la supremacía de Dios sobre los ídolos paganos que eran expulsados y sustituidos. Por otra parte, hay suficientes evidencias de la importancia de esta población en aquellas épocas, su impresionante castro, los restos de calzadas, las explotaciones auríferas de Miares, el abastecimiento de aguas de Asturica, etc., son muestras de ello. A pesar de su antigüedad, se inician las referencias escritas sobre la iglesia ya de forma continuada en 1644, cuando era párroco Atanasio Nájera, desde entonces, 27 sacerdotes más han regido los destinos parroquiales, varios durante muchos años, el que más, Santos Llamas que lo fue durante 45 entre 1770 y 1815. Del inventario de ese mismo año de 1644, deducimos la abundancia de sus posesiones, tanto muebles como inmuebles, de las que destacamos una gran cruz procesional, muy elaborada y con abundantes relieves según se desprende de su magnifica descripción, hoy desaparecida. También varias alhajas, ornamentos y ropas abundantes en damasco, brocatel de seda, terciopelo, muebles, bronces (todavía se conserva un incensario y su naveta), etc. Todo hace pensar en una fábrica que fue económicamente suficiente, cosa por otra parte nada extraña, por ser un pueblo de población importante para una sola parroquia (durante todo el siglo XIX, se superaron los 500 habitantes). Sus fuentes de financiación provenían principalmente de las primicias, a razón de 2 reales y 8 maravedíes en el siglo XVII, además de las rentas de su hacienda, de los censos que su saneada economía le permitía conceder, de las limosnas, de los derechos de sepultura que en algunos años eran muy importantes, habida cuenta a la gran mortandad existente, circunstancia por otra parte que obligó en este pueblo a hacer enterramientos en un malvar en el exterior de la iglesia, al frente de la torre, lugar por el cual al parecer se transitaba habitualmente, y que hizo que en 1681, el visitador Andrés Rodríguez Martínez ordenase se suprimiesen en él los caminos y se impidiese el acceso a lo animales. Retablos y artesonados mudéjares La iglesia, bajo la advocación de Santiago Apóstol, tiene un indudable valor artístico, sus retablos, imágenes y sobre todo los artesonados, contenido en un edificio dividido en tres naves por arcadas con arco triunfal, conforman un conjunto de uniforme y armónica belleza, no igualable a juicio del autor, por ninguna otra en la comarca. Con excepción de sus artesonados, especialmente, uno mudéjar aún completo en la nave central cuyo estado esta próximo a la ruina, el resto, tanto continente como contenido, mantiene gracias a sus feligreses y a un ligerísimo y puntual apoyo de la Diputación, un aceptable estado de conservación. El retablo del altar mayor de estilo renacentista, fue construido en 1645, tiene notables similitudes con los de la Majestad y la Purísima de la Catedral de Astorga, asimismo tres de las cuatro gracias y el sagrario, con la distancia que los diferencia en cuanto a su calidad, son idénticas y muy parecido a las del altar mayor de dicha Seo. Los dos colaterales de San Miguel y del Rosario, muy similares y de estilo barroco, fueron construidos en 1772. Existen otros tres más en las naves laterales, interesantes también, el de San Antonio de Padua de estilo barroco, construido en 1707 para ser dedicado a Santiago el Viejo, sobre él estaba fundada una capellanía del mismo nombre y hasta 1772 estuvo situado como colateral al lado del Evangelio. En la actualidad la imagen de Santiago ha sido relegada a una hornacina lateral del retablo. El del Santo Cristo, de la misma época que el altar mayor, aunque probablemente unos años anterior, dado que su adquisición no se encuentra asentada en los libros de cuentas, también estuvo situado como colateral al lado de la Epístola hasta 1772. Y por último, el de menor valor dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, que originalmente perteneció a la ermita de la Veracruz, en la que se veneraba al Cristo de la Fuente. Restauración de la iglesia A causa de la desaparición de los libros de fábrica entre los años 1710 y 1854, hemos tenido que investigar su historia durante esos años, a través de las cofradías y otros documentos específicos, que por cierto son abundantes. Por ellos descubrimos de la existencia de Juan Redondo del Castillo, abogado de los Reales Consejos, fiscal y visitador episcopal de la diócesis de Astorga y párroco de Brazuelo desde 1714 hasta 1727 año en que falleció. Este hombre realizó una extraordinaria labor tanto apostólica como cívica en Brazuelo. Muy diferentes documentos lo acreditan, y entre otras cosas, (aunque no pudo a causa de su fallecimiento coordinarlas en su totalidad), si gestionó unas obras de importante entidad que se realizaron entre 1727 y 1729 en la iglesia y que afectaron a la capilla mayor, a las colaterales, pórticos y campanario de forma específica, y genéricamente a toda la iglesia. Fue necesario reconstruir todos los cimientos ante la amenaza de ruina del edificio, pero a la vez era necesario evitar durante los trabajos movimientos diferenciales en la estructura, que pudiesen dañar los artesonados, que en la documentación de la obra se califican como de "muy antiguos y de gran valor". Para ello se contrató la dirección de obra a un prestigioso maestro santiagués llamado Antonio Carballeda, quien la realizó con éxito y con un coste superior a los 25.000 reales sin contar aportaciones de materiales por el concejo, limosnas y jornadas de trabajo de los feligreses. Para la financiación fue necesario solicitar un censo a la cofradía de las Ánimas de Castrillo por un valor de 6.000 reales y al 3% que era el interés permitido por el Reino, siendo avalado por la hacienda de la iglesia. En 1729 una vez finalizada la obra civil y la pintura, fueron restaurados los artesonados, no habiendo recibido hasta la fecha ninguna otra reparación, razón que justifica la ya consumada ruina de los situados en la capilla mayor y en una de las colaterales, y la más que probable del mudéjar si en breve plazo no se remedia. Una gran hacienda rural Constatamos la mencionada salud económica de la iglesia, en los primeros apeos existentes, ordenados por Nicolás Rodríguez Hermosín, provisor y vicario general del Obispado en 1623, y en varios más de los siglos XVII y XVIII. Me referiré a los de 1680 por resultar su lectura más sencilla, gracias a una excelente caligrafía. En ellos constatamos que la iglesia poseía 59 fincas, el curato 29, la capellanía de Santiago el Viejo 25, la capellanía de La Reina 16, San Roque 7, Santo Tirso 2, Nuestra Señora 19, la Lumbre del Santísimo 9, además existían 52 aniversarios con 11 casas y 58 fincas, y 5 caridades con 58 fincas que indirectamente también generaban ingresos a la iglesia. En total 282 fincas y 11 casas, que sumadas a las 64 fincas que poseían ermitas y cofradías constituyen una sustancial hacienda. Por hacernos una idea de la proporción entre las propiedades de la iglesia y las ligadas a ella en alguna forma, con las de los seglares, en el año 1753 en que se realizó el catastro ordenado por el Marqués de Ensenada, la iglesia poseía 440 fincas, lo que suponía un 14% del total censado. La desamortización de los bienes eclesiásticos acabó en diferentes etapas, a mediados del siglo XIX con toda esta hacienda, circunstancia que manifiesta por escrito en 1864 el entonces presbítero Pedro Cadierno. Brazuelo, las capellanías, cofradías y el hospital Hemos encontrado referencias de dos capellanías, una de notable importancia, antigua, ya hay referencias de ella de 1525, con un importante patrimonio, poseía altar propio en la capilla colateral al lado del Evangelio, para la que construyó en 1707 un nuevo retablo del que ya hemos escrito anteriormente, y que en 1772 fue trasladado a la nave lateral del mismo lado, para dejar su sitio al nuevo altar y retablo de Nuestra Señora del Rosario. La capellanía dependía del concejo en comunidad, siendo válidos también los votos de las viudas. A lo largo de su existencia fue poseída por diversos capellanes de diferentes procedencias, quienes estaban obligados por los capítulos fundacionales a decir una misa rezada en su altar todos los jueves. La otra era la de Nuestra Señora, también llamada de La Reina, poseía una aceptable hacienda con algunas fincas de estimable valor entonces. De ella desaparece toda mención tanto en libros de fábrica, como de rentas y apeos, a partir de 1725, lo que nos hace suponer su extinción por esas fechas. Entre todas las cofradías, dos fueron las más relevantes: la de San Esteban y sobre todo la del Santísimo Sacramento, aún hoy testimonialmente activas y a las que luego nos referiremos. Existen referencias constantes de los visitadores desde el origen documental de las de San Roque, la de Nª. Sª. de Marzo que poseía hacienda propia y la del Santo Ángel de la Guarda, esta última debió tener una corta existencia a finales del siglo XVII. La de San Esteban, fundada en la ermita del mismo nombre, tiene sus probables orígenes en el siglo XII, fue fundada por los antiguos pobladores de San Esteban de Corrales después de su integración en Brazuelo, a fin de mantener viva la actividad religiosa en la que anteriormente fue su parroquia, y el lugar donde estaban enterrados sus progenitores. Tenía una aceptable hacienda independiente de la de la ermita, según se desprende de sus cuentas y de los apeos, lo que le permitía holgadamente organizar los actos obligados por sus reglas, y contribuir al mantenimiento y adorno de la ermita, así como también a la adquisición de los objetos necesarios para el culto. Una romería que continúa La cofradía estaba obligada a decir el día de Navidad unas vísperas en la ermita, donde además gracias a una caridad con una estimable hacienda que administraba el concejo, y a una obligación de la capellanía de San Andrés de Combarros, los asistentes disfrutaban de abundante pan, vino y sardinas, después se volvía en procesión con el santo. Al día siguiente, festividad de San Esteban, se acudía a la ermita también en procesión para devolver la imagen a su lugar y acompañada por la de Nª. Sª., allí se celebraba una misa cantada con asistencia mínima de tres curas, a lo cuales debería darse la correspondiente limosna y pitanzas. Finalmente se regresaba al ocaso del día y únicamente con la Virgen pero por camino diferente al de ida. Dado que las inclemencias del tiempo hacía imposible a veces esta última celebración (téngase en cuenta que la ermita esta ligeramente por encima de los 1.000 metros de altitud), ésta se trasladó a mediados de mayo, y justo antes de iniciarse la siega de la hierba, punto de partida de la intensa actividad agrícola de cada año, donde dada ya la bonanza climatológica, se disfrutaba de un excelente día de romería, en la que actos religiosos, gastronómicos y profanos conformaban una jornada de júbilo general. Como consecuencia de la despoblación sufrida en la segunda mitad del siglo pasado, y aprovechando la época veraniega de los inmigrados, las vísperas y romería se han trasladado al segundo y tercer domingo de agosto, manteniéndose actualmente el mismo espíritu gozoso y participativo que entonces. Cofradía grande y fiesta mayor Pero la cofradía por excelencia en Brazuelo fue la del Santísimo Sacramento. En 1646 se hizo una revisión profunda de sus reglas, y dado que las modificaciones en aquellos tiempos no sucedían en cortos plazos de tiempo, nos hace suponer que su antigüedad era ya considerable. De ella se posee amplia información a través de sus ordenanzas, libros de cuentas, de apeos en los que deducimos una buena hacienda, de rentas, actas de visitadores episcopales y otros varios documentos específicos. La cofradía tenía dos mandamientos dictados por sus reglas, primeramente la organización de las festividades sacramentales, y en segundo término la atención a los enfermos y el acompañamiento a los difuntos. Su financiación se conseguía con la renta de sus fincas, la explotación de sus rebaños, las cuotas de entrada de lo nuevos cofrades y de salida de los difuntos y de la limosna anual que aportaban los cofrades el día de la "fiestina". Su ámbito era comarcal, y el número de cofrades superaba durante muchísimos años los 400, por ejemplo en 1684 año del que existe un listado de cofrades, había 418, de los cuales un 40% eran de Brazuelo, un 15% de Castrillo de los Polvazares, y el resto ordenados de mayor a menor de Murias de Rechivaldo, Albares de la Rivera, Pradorrey, Valdeviejas, Viforcos, Combarros, Santa Catalina, Requejo, Bonillos, Val de San Lorenzo, Val de San Román, Brimeda y La Carrera, además figuraban como hermanos sacerdotes- cofrades los párrocos y presbíteros de varios pueblos, algunos por razones que más adelante comprenderán. La fiesta sacramental se celebraba la víspera, el domingo después de la octava de Corpus día de la fiesta grande, y el lunes siguiente día de la "fiestina". Fue probablemente la sacramental de mayor fastuosidad de la comarca, ya el párroco Simón Cabello en documento de 1921 manifiesta esta primacía. Sus normas obligaban la asistencia mínima de 15 sacerdotes, a los cuales había que dar limosna si no eran cofrades, y a todos de comer decentemente los tres días. El Santísimo era sacado procesionalmente en trono, y no era inhabitual la presencia del obispo el día principal. Cada año se nombraba por turno o vecera, doce cofrades jóvenes que actuarían de danzantes, para lo cual previamente se había contratado unos cuantos días antes, a un maestro de danza con su gaitero y tamboritero. Los danzantes eran autorizados por los obispos de turno a danzar ante el Santísimo, con la excepción de en las proximidades de la ermita de la Veracruz, donde específicamente se les prohibía. Con referencia a dar de comer decentemente a los sacerdotes asistentes, y a fin de que el lector se haga una idea, y sin elegir el menú más abundante, sino el primero que viene desglosado en el libro de cuentas de la cofradía, el año 1646, se componía de: un carnero, tres gallinas, cinco pollos, barbos, truchas, besugos, carne de vaca, cecina, seis cabritos, guindas, rábanos, especies, pan y vino. A partir de 1703, la cofradía llegó a un acuerdo con el párroco para que él se preocupase de llamar a los curas y de organizar su comida, para lo cual se le daba un carro de rachones al año y la nada despreciable cantidad de 88 reales, continuando el mayordomo organizando el resto de actividades y estomacales acopios. Además de los actos citados de la sacramental, la cofradía estaba obligada cada tercer domingo de mes a una misa cantada con minerva y procesión con el Santísimo alrededor de la iglesia. Este acto que desapareció con el éxodo poblacional, ha sido nuevamente recuperado por el actual párroco Manuel Movilla. Atención a los enfermos y difuntos El otro mandamiento de la cofradía tenía como objetivo la atención a los enfermos, y el acompañamiento a los difuntos, de forma similar a cualquier otra de Ánimas de la comarca, es decir, asistencia de algunos cofrades al velatorio, ejecución de la sepultura, traslado del difunto en las andas de la cofradía, y asistencia de todos al entierro y a la misa cantada previa por su alma cada uno con su vela encendida. Posteriormente se le decían treinta misas rezadas en los nueve días posteriores a su muerte. Como contrapartida los deudos del difunto, debían dar a los cofrades la colación acostumbrada, o sea, pan, vino, sardinas y queso, y pagar la cuota de salida de la cofradía, aunque de estas obligaciones quedaban excluidos los pobres de solemnidad y los mendigos o forasteros que falleciesen en Brazuelo, gozando de los mismos privilegios que los cofrades. Toda la reglamentación de la cofradía, quedaba recogida en unas Reglas, de gozosa lectura, que contenían 27 capítulos, perfectamente estructurados, y que definen con todo detalle las actividades, funcionamiento, organización, nombramientos, funciones, responsabilidades, sanciones, etc. Desde 1646 no se han revisado, aunque sí se recogen modificaciones en los libros de la cofradía. Por último, citaremos la existencia del Hospital de Santiago, con una pequeña hacienda que incluía la casa-hospital, administrado por el concejo que nombraba por turno o vecera, o velía como también gustaban decir, a un vecino para responsabilizarse de su atención, a fin de acoger en la mejor forma posible, a los pobres itinerantes, facilitándoles cobijo, comida y ropas. J. L. G. FERRERO Extraido del Faro Astorgano | |
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07-05-09 19:45 | #2213639 -> 1335437 |
Por:No Registrado | |
RE: Brazuelo, una gran iglesia parroquial Tronco no me e ledio tu tocho porque es muy tocho, pero resumiendo, que sugieres? que terimenos la iglesia? Je, je, je... | |
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