La política económica de Zapa vista con la objetividad que da la perspectiva JUERGEN B. DONGES, Director del Instituto de Política Económica de Colonia (Alemania) ¿Hay que subir impuestos, como ha hecho España, o bajarlos, como hará Francia y Alemania? Aumentar la presión fiscal cuando la economía sigue en recesión, es problemático. El alza de impuestos directos, como los que gravan las rentas de capital o los que se derivan de la supresión de la deducción de los 400 euros en el IRPF, desincentiva el trabajo, el ahorro y la inversión. El alza del IVA reduce el poder adquisitivo de los salarios si las empresas consiguen trasladarlo vía precios al consumidor; si no pueden trasladarlo, porque la debilidad de la demanda del consumo privado lo impide, disminuyen los márgenes de beneficio de las empresas. En ambos casos, el Gobierno actúa en contra de su política fiscal expansiva emprendida para combatir la crisis e impulsar la demanda interior. Esta es una más de las incoherencias a las que el presidente del Gobierno tiene acostumbrado a la sociedad en la conducción de la política económica. ¿Qué opina de la política de gasto del Ejecutivo? Si Zapatero hubiera actuado como un gestor concienzudo del dinero aportado a las arcas públicas por los contribuyentes y prescindido de regalos electoralistas caros al estilo de «cheques bebé», el déficit público no se le hubiera ido tanto de la mano como para obligarle ahora subir impuestos a la desesperada. ¿Hubiera sido más efectivo actuar vía gasto público? La investigación sobre los métodos de consolidación presupuestaria avala la tesis de que con miras al crecimiento y la creación de empleo es más efectivo recortar el gasto, sobre todo el consuntivo, que no subir impuestos. Claro que si el Gobierno prohíbe tocar estas partidas y lo justifica con supuestas exigencias de solidaridad y cohesión social, se mete en un callejón del que sólo puede intentar salir subiendo impuestos. Sin darse cuenta, pone en tela de juicio los bienintencionados objetivos sociales, pues el aumento del paro de social, nada. ¿Como influirá la subida impositiva sobre el consumo? A corto plazo puede haber un efecto estimulante, sobre todo respecto a la demanda de bienes de consumo duraderos. Los hogares adelantarían compras previstas para más adelante para eludir la subida del IVA. Pero el año que viene esa demanda brillaría por su ausencia, de modo que el consumo caería de nuevo. En ambos casos, la tasa de variación del consumo se verá afectada en unas décimas nada más. Este efecto se diluye en la medida en que los particulares hagan sus compras en la economía sumergida. Ni que decir tiene que el alza del IVA no va a contrarrestar los factores que frenan el consumo (paro, sobreendeudamiento, ahorro prudencial), al contrario. ¿Cree, como dice el Gobierno, que la crisis ha tocado fondo en España? A ciencia cierta no lo sabe nadie. En la realidad, la coyuntura no se deja guiar por el calendario gregoriano, nunca lo ha hecho. Mensajes alentadores por parte del Ejecutivo («brotes verdes») tampoco invierten por sí solos la tendencia en la economía. Además, ¿de qué fondo hablamos? Puede tratarse de tierras movedizas, en cuyo caso la economía se mantendría durante algún tiempo en estado de estancamiento. Si el fondo fuera firme de verdad, tampoco está asegurada una rápida recuperación y la vuelta a los niveles de actividad y empleo previos a la crisis. Restablecer la confianza en los mercados es harto difícil. Organismos como el FMI, la OCDE o Bruselas advierten de que España será de los últimos países en salir de la recesión. Comparto esta previsión. La reconversión del sector de la construcción requiere su tiempo. Además, España lo tiene más complicado que otros países porque su modelo de crecimiento es demasiado trabajo-intensivo en vez de innovación-intensivo. Preocupa que la competitividad internacional de las empresas haya caido, que la actividad de I+D+i en la economía sea demasiado baja, y que el nivel de capital humano diste tanto del de otras latitudes. La productividad sigue pendiente para España... España tiene que hacer un gran esfuerzo para incrementar la productividad de los factores mejorando la cualificación de las personas y la calidad de las universidades y los centros de investigación, que son la base para la innovación tecnológica como principal determinante del crecimiento. Aunque los frutos de este esfuerzo no se pueden recoger con rapidez, una política responsable trabajaría en esta dirección y se dejaría de perder el tiempo librando batallas ideológicas en el campo de la educación. ¿Hay que rebajar cotizaciones como piden las empresas? Las cotizaciones no suponen en su totalidad un impuesto sobre el trabajo, sólo en aquella parte en la que no tengan una contrapartida equivalente de prestaciones a los trabajadores. Por eso, la rebaja de las cotizaciones tendría un efecto positivo sobre el empleo un tanto limitado. Pero vale la pena aplicar todos los instrumentos disponibles para acabar con la lacra del paro. Son muchos los que reclaman una reforma laboral... En el mercado de trabajo se impregnan los procesos de empleo, mediante el nivel de los salarios y su estructura regional, sectorial y profesional con relación a la productividad, por un lado, y a través de las condiciones sobre cláusulas de revisión de los salarios, horarios y jornada y contratación y despido, por otra. Respecto al segundo aspecto, el mercado de trabajo español es demasiado rígido. La regulación no permite a las empresas adaptarse con flexibilidad y sin un coste desmesurado a los cambios de mercado y prohíben a los parados tomar decisiones para encontrar ocupación. Hay un problema de «insider-ousider». Las regulaciones protejen a los que tienen empleo y discriminan a los que no lo tienen. Sorprende que el Gobierno niegue la rigidez regulatoria. Debe extrañarse del error de tantos organismos internacionales y académicos cuando alertan sobre el tema. A final de año el déficit rondará el 10% del PIB y la deuda se situará en el 62,5% en 2010, superando por primera vez en una década el límite del 60% que en su día se fijó como requisito para acceder a la moneda única. Algunos advierten del riesgo de que España sea expulsada del euro... Es un alarmismo infundado. El Tratado de la UE no prevé expulsar a un país por no tener en orden sus cuentas públicas. El único riesgo es ser sancionado. Pero incluso este mecanismo ha quedado descafeinado tras la reforma del Pacto realizada en 2005. ¿Cuál cree que es la imagen que la economía española está dando en el exterior? Un cambio de bien a mal. Desde mediados de los noventa, España acaparaba la atención por los progresos de convergencia real con la UE y un dinamismo inusitado que generaba mucho empleo y reducía la tasa de paro, entonces la más alta. Últimamente, la economía parece no tener motores de impulsión. Antaño, el Ejecutivo daba pruebas de tener políticas de estabilidad macroeconómica y eficiencia microeconómica propicias para elevar el potencial de crecimiento. Ahora, no; rigen la negación de realidades, la improvisación y la toma de medidas a golpe de efecto. |