Albares de la Ribera - Leon

El santo que antes fue niño abandonado

Sus apellidos delatan que se crió en la inclusa, era viudo, padre de cuatro hijos y un conocido pellejero


Fulgencio Fernández / León

Hoy, esta noche santa del jueves, sale una de las procesiones más multitudinarias de la ciudad de León, profana, diferente, la que se lleva los mayores minutos de las televisiones que acuden a León para enfado y desesperación de cofradías, creyentes y gentes de orden: Es la procesión de San Genarín, sobre la que había corrido el bulo de que había sido desconvocada para que una visita Real no conociera (como ocurre tantas veces) la España real, pero desde su cofradía insisten en que no se puede desconovocar lo no convocado: “A la gente que acude a nuestra procesión sólo la avisa su fe”.
Ya se sabe la historia de San Generín, su vida, su muerte a manos del primer camión de la basura, su muerte meando en la muralla...
¿Y el hombre? ¿El Jenaro que después fue santo? Pues poco a poco se van sabiendo cosas de él. Curiosamente una de las mayores, y más fiables, fuentes de información fue su propia esquela. El investigador Juan Miguel Álvarez Domínguez la descubrió en las páginas de La Democracia (el periódico que dirigía Miguel Castaño) y en ella hay muchos datos: Su apellido, Blanco, y lo que supone, que era expósito (se les ponía el apellido de Blanco en honor de la Virgen Blanca, a cuya sombra eran abandonados); que era viudo (su esposa María había fallecidoen 1917) y que era padre de 4 hijos.También explica que “para identificar el cadáver fue preciso separar la camioneta”. Añade la nota necrológica que la camioneta estuvo a punto de atropellar a dos niños.
Otro suelto del periódico explicaba cómo fue el accidente: “A las diez de la mañana aproximadamente (del Jueves Santo de 1929) venía por el Espolón la camioneta-automóvil del servicio de limpieza, conducido por el chófer José María Sáez del Canto, de 19 años, domiciliado en la calle Puertamoneda. Al tomar la curva frente al arco de la Puerta Castillo para entrar en la carretera de los Cubos de las Carreras, y sin duda por la velocidad que llevaba, el conductor perdió la dirección del coche y después de describir un rápido zig-zag fue a estrellarse contra la muralla, cogiendo por delante al conocido vendedor y comprador de pieles de liebre y conejo Jenaro Blanco Blanco, de 64 años, domiciliado en Puente Castro, que quedó aprisionado entre el vehículo y la pared. Tan graves lesiones sufrió, que debió morir instantáneamente. Para identificar el cadáver fue preciso separar la camioneta, la que por efecto del choque sufrió graves desperfectos”.
El Diario de León, haciendo gala de su condición de católico, apenas le presta atención al accidente y añade una coletilla “Genaro fue reconfortado con la administración de la Extremaunción subconditione” y pide que “Dios en su infinita misericordia le haya perdonado”. Curiosamente esta coletilla es el inicio de la leyenda de santidad de Jenaro, pues además de la extremaunción, una prostituta amiga, La Moncha, le colocó un velo y en la tela se obró el primer milagro, al quedar allí impregnada la santa faz del pellejero, un huérfano que trabajó duro desde niño, en los oficios más diversos, sobre todo el de vender pellejos de conejo por la ciudad, lo que le permitía trasegar orujo, charlar con los convecinos y mantener buena relación con las prostitutas de todos los barrios de la ciudad. Santo él