LA CRONICA DE LEON.-DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER / Leonesas ejemplares Portada > Vivir DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER / Leonesas ejemplares La leonesa que tocó el cielo y después se apeó Sacó el título en 1932 y antes de la guerra lo dejó a petición de su marido Fulgencio Fernández / León Apuntábamos ayer la biografía de una leonesa realmente singular, la segunda mujer piloto de aviación de España y muchas cosas más: noble, actriz de cine mudo, musa de poeta, rebelde... Su primera condición es la de leonesa, aquí nació en 1911 en una familia noble, descendientes del Conde de Rada. Todavía era una niña cuando se fue y regresaron pocas veces a su tierra, “pero yo siempre he mantenido mi condición de leonesa”, decía en sus últimos años (falleció en 2010) cuando se interesaban por ella. Si a ella le pedías elegir su principal característica no dudaba: “Las ideas tan claras que rayaban la tozudez”. Hay mucho detalles que ilustran esta condición pero una anécdota puede ser muy significativa: “Mi marido, que también tenía carácter, se empeñó en que no condujera. Nada más que se murió, en 1972, compré un Seat 600 y viajé conduciendo hasta Villajoyosa. Una vez cumplido otro de mis sueños vendí el coche”. También era ‘cabezona’ con su idea de ser piloto de aviación, hasta el punto de que comenzó a estudiar para ello a escondidas de sus padres. “Primero mentí en la edad para hacer el curso pues aún no podía apuntarme y después iba a escondidas al aeródromo que está en el actual aeropuerto de Barajas a formarme como piloto. Mis padres se enteraron a mitad de curso y ya tuvieron que dejarme. Hacíamos el curso otros 4 hombres y yo, con un monoplano de madera, de esos que parecen hechos por niños, aunque mi avioneta preferida era una Havilland…”. Antes de ser piloto ya había cumplido otro de sus sueños, ser actriz, y con solo 15 años y una evidente belleza trabajó en la película ‘Los vencedores de la muerte’ con el galán de la época, Juan de Orduña. “Y no me preguntéis si me enamoré de él pues Juan siempre iba a los rodajes con su ‘amigo’, no nos prestaba demasiada atención”. Lo que sí recordaba es que cobró 500 pesetas de 1926 y no hizo más películas porque, como conducir un coche, “después de probarlo ya no me interesó”. Un año después de ser piloto se casó y, pese a su rebeldía, los tiempos eran los que eran y a petición de su marido abandonó la aviación. “Me hubiera gustado ser médico, pero ya era demasiado”. |