El muerto elegía ‘el menú’ para el día de su funeral Una de las costumbres que más tiempo ha pervivido es la del velatorio, que aún se celebra en algunos lugares. Antiguamente se velaba (acompañar a la familia) durante dos días, los vecinos llevaban presentes y la familia del fallecido les compensaba con pastas y café. Para el día siguiente, el del funeral, el muerto dejaba ordenado los animales que se mataban para la comida de aquel día y se compraba pan y vino. Los vecinos llevaban el plato de casa y se convertía el entierro casi en una fiesta. Con el paso del tiempo el velatorio se redujo a un solo día, fundamentalmente a la noche, y también se suprimió la comida que seguía al entierro |