Bembibre declara la gerra al carbón Las cachavas , como espadas. Los tambores de guerra. Las gaitas festivas. Y las palabras, incendiarias, igual que bofetadas. La segunda Marcha Negra entró ayer en Bembibre encomendándose a la imagen de Santa Bárbara, patrona de los mineros, y se encontró de nuevo con el lenguaje belicoso y emocionado de su alcalde, el socialista Jesús Esteban, que en 1992, durante su anterior etapa al frente del Ayuntamiento, ya había definido a los caminantes de la primera protesta negra como «el ejército del pueblo». Ayer lo hizo de nuevo. Y se emocionó cantando Santa Bárbara bendita con voz entrecortada. «Os recibimos con la tristeza de ver partir a los hijos hacia el frente y la alegría de presentir que estáis en el camino de la victoria», les dijo el regidor a los mineros desde el balcón del Ayuntamiento, con los caminantes arrodillados en la plaza ante una imagen de Santa Bárbara y la multitud en silencio, escuchando unas palabras que dejaron el mismo eco que las de 1992. «Sois la voz de la tierra negra, dura, voraz, que pide justicia», añadió Esteban. Y le respondieron aplausos. «Sois el más allá de las cuencas mineras, la esperanza de que haya un mañana. Como dije hace 18 años, sois el ejército del pueblo que reconquistará el trabajo que pretenden quitarnos». Aplausos de nuevo. También algún gesto de desagrado. Y alguna voz pidiéndole que se bajara del balcón. «Hay que hacer unos kilómetros con los mineros andando», le reprochó uno de los integrantes de la marcha en un momento de silencio que hizo sus palabras audibles para toda la plaza. El enemigo está en Bruselas. La marcha había entrado en el centro de Bembibre escoltada por las gaitas y los tambores de la Escuela de Música Beatriz Osorio, protegida por una imagen de Santa Bárbara que Daniel Sanjurjo López -”trabajador de Alto Bierzo que reside en Bembibre-” quiso llevar sobre sus hombros, y vitoreada por un cuarto de la población censada en la villa. Los mineros del valle del Tremor, que entraban en su cuenca, encabezaban la doble hilera de caminantes que había npartido de Ponferrada a media mañana y habían hecho un alto en Almázcara para comer después de transitar por el arcén de la Autovía del Noroeste. Los del Bierzo Alto iban los primeros. Los de Villablino, los de Fabero, les habían cedido el sitio. Y a Bembibre -”donde anoche les iban a dar de cenar jabalí con patatas después de acomodarse en el pabellón-” entraron en perfecta formación, ocupando toda la calzada. Como un batallón. Su misión es sagrada. Salvar al carbón. Y así lo entendió el alcalde desde el balcón del Ayuntamiento, vestido con un jersey verde; el color de la esperanza. «Bruselas quiere sentenciarnos. Pero somos invencibles. Todos somos la verdad. Y vosotros sois los que tenéis que llevar la verdad a su destino», arengó Esteban, insinuando que la marcha no terminará en León. Ni siquiera en Madrid. El destino del carbón se decide más lejos. |