UN CUENTO SOBRE LA VERDAD Frente a mí, el mar, extenso, cálido, crujiente y vanidoso. En medio de todo ese esplendor, un anhelo, una búsqueda, un deseo, un procurar llegar a donde se unen el mar y el cielo, a donde se besan la sal y el firmamento. Un horizonte que significa esperanza. Una línea que se convierte en fuego y un fuego misterioso que se convierte en destino. Pero, ¿ dónde está la verdad? Tal vez la posea aquel triste pescador que con magia de poeta, tira su atarraya y pesca mariscos e ilusiones. Le preguntaré: " Señor Pescador, ¿usted tiene la verdad?" ... "Sí, señorita. Mi verdad es éste sol que me quema y me engrandece. Son estas ampollas que han endurecido mis manos y han dignificado mi espíritu. La verdad es esta atarraya que se hunde en el mar y me da el sustento. La verdad es un pez sobre la arena, un sol sobre el horizonte, una canoa en el puerto y un hambre que ya se hace eterno". "Pescador... la gente dice que ustedes son los hombres más sabios del mundo, pero tus verdades son muy sencillas..." "Las verdades son sencillas por la vida es sencilla y la vida es la verdad." "Pescador, tu verdad no me sirve. No puede ser mi verdad. Seguiré buscando..." La olla estalla contra la roca y se hace espuma; la espuma coquetea con las rocas y se pierde, seductora, entre ellas. Y junto a las rocas, está un cangrejo. El también posee su verdad. "Señor Cangrejo ¿ cuál es su verdad?" "Niña, un cangrejo no tiene verdad." "Pero usted tiene vida y el pescador dijo que la verdad es la vida." "Si, niña, pero mi vida es un continuo dar la espalda al futuro. Es caminar avanzando al retroceso. Es un querer regresar a donde empecé y es un nunca llegar porque al retornar mi porvenir se convierte en devenir." "Señor Cangrejo, no lo entiendo. Su verdad es muy complicada..." "Niña, ya te dije que los cangrejos no tenemos verdad." Y el pescador lanza otra vez su atarraya y el cangrejo sigue su retorno sin final. Una gaviota levanta el vuelo, sus alas cortan veloces el espacio y la ola se levanta en busca de la mota de algodón que parece flotar en el aire, contra el azul. Alguien habló de la verdad de una gaviota. La miró, y quisiera preguntarle cuál es su verdad. También tiene vida y esa debería ser su verdad, pero se va, no me escucha. Esa es su verdad, volar al infinito, buscando cópula con el viento, cristalizándose con el aire y el espacio libre. La verdad de una gaviota es la libertad, y la libertad no es para los hombres. La verdad de una gaviota no me sirve, yo aún no soy libre. Sobre la playa, abandonada y quejumbrosa yace dormida una canoa. Duerme su sueño de luna y de maderamen. Descansa sobre un costado, herida por el olvido, el tiempo y el cansancio del continuo navegar. Ella también debe poseer su verdad. "Señora Canoa, por favor, escúcheme, dígame cuál es su verdad..." " ¿ Mi verdad? Mi verdad quedó anclada al puerto de la juventud. Mi verdad se llamaba orgullo y tenía sabor a coraje. Mi verdad era partir el mar en dos y convertirlo en estela, en líneas de espumas. Mi verdad se llamaba desafío y tenía sabor a valentía. Era navegar contra la marea y mantener mi rumbo fijo. Mi verdad tenía itinerario y era llegar al puerto intacto. Mi verdad era única: ayudar a sobrevivir, mantener con vida a los hombres. Pero el hombre ha olvidado lo que es vivir, y mi verdad esta ahora oculta a los hombres. Mi vida se extingue y mi verdad se acaba..." Solloza la barca, lanza un quejido lastimero y me parece oír que entona una canción marinera que habla de adioses y despedidas. La verdad de la canoa es tan triste, que no puede ser tampoco mi verdad. Y la ola se levanta victoriosa, y luego se arrodilla a besar la arena. La acaricia con su mano de espumas y le hace el amor con su salero y su esplendor. "Mar ¿ cuál es tu verdad?" Ruge el mar, se agiganta, y rumoroso parece ignorarme. El viento, que es la voz del mar, me trae la respuesta, cantarina, contundente: " ¡ Es tan inmensa mi verdad! Hay tanta vida en mis entrañas, en mi superficie y a mí alrededor, que todo ello es parte de mi verdad. Para un pez, tengo una verdad: soy útero, soy placenta, soy su vida. Para un pescador, tengo otra verdad: soy camino, soy destino, soy su vida. Para una playa, tengo otra verdad: soy su novio, su amante y un amigo muy procaz. Mi verdad es infinita. En ella se refleja un sol, una luna, mil estrellas y mi verdad más cierta es que soy mar y doy mi vida por ser mi propia verdad..." " Mar, tu verdad es grandiosa porque das vida. Pero tu verdad, no puede ser mi verdad. Seguiré preguntando." Un rayo de sol ilumina una concha de nácar, y su irisdicencia diamantina es una plegaria a la belleza. La toma en mis manos y la beso porque es hermosa. " Concha de nácar, ¿ cuál es tu verdad?" " Mi verdad es pequeña, porque la vida huyó de mis entrañas. Mi verdad fue fugaz, efímera, pero bella. Mi verdad sólo tenía un nombre y nunca lo pude pronunciar. Mi verdad, voluble misteriosa, solo servía para halagar los sentidos, era sensual, incitaba al pecado, y era más brillante cuando el sol brillaba más. Ahora mi verdad esta vacía de verdades. Es una verdad que aunque cierta, ya no existe, está muerta." " Concha de nácar, no quiero verdades vacías de verdades. El pescador dijo que la vida era la verdad. Adiós, Concha de nácar, tu verdad tampoco puede ser mi verdad." Estoy cansada de buscar mi verdad. La playa, humilde, me ofrece su lecho. Es un descanso. Sobre la arena dorada reclino mi espíritu cansado de luchas. La arena se adhiere a mi piel, y se convierte en abrigo. Acaricio la arena y es como acariciarme. "Arena de la playa, tu también debes tener tu verdad. Dime, ¿ cuál es? ..." Y es tan humilde su existencia que su voz es susurro, es murmullo, es canción... "Mi verdad es tan diminuta, que más que verdades son certezas. Tengo la certeza de existir y esa es mi verdad. Tengo la certeza de abrigar y esa es mi verdad. Tengo la certeza de convivir y esa es mi verdad. Tengo la certeza de mi humildad y esa es mi verdad..." "Arena de la playa, la verdad de los hombres no puede ser tan pequeña. En mi búsqueda, he intuido que ha de ser grandiosa, y tu humildad tampoco puede ser mi verdad. Adiós, Arena de la playa, gracias por permitirme descansar." El sol convierte la arena en oro, y en su fantasía, conchas y caracolas son alhajas, son joyas, son tesoros. El sol da la vida e ilumina por igual playa y cangrejos, pescadores y canoas. El sol es inmenso y es rico. Debe poseer su propia verdad, pero es tan intensa, tan luminosa que yo, pequeño ser humano no puedo mirarlo frente a frente. Su luz me hace llorar, me causa daño. No, la verdad del sol no puede ser la verdad de los hombres. No, si nos beneficiamos y causa daño. No, si al hacernos bien, nos produce llanto. El bien es motivo de alegría, de risas. Nadie puede sonreír cuando mira directamente al sol. La verdad del sol es tan luminosa que no puede ser la verdad de los hombres. Y allá, sobre la playa, bajo una palmera, está el poeta. Se recrea en su rima parabólica y en su elegía sin fin. Un poeta es un filósofo de la vida, que sabe convertir en arte las verdades más sencillas. Un poeta es un pintor que utiliza palabras en vez de óleos y pluma en vez de pinceles. Y dice verdades tan reales que casi pueden verse. Un poeta es un escultor y con su cincel, graba poesías, esculpe bellezas. "Poeta, tu que amas la vida y conoces el mar, debes saber dónde está la verdad. Poeta, tu conoces el sol y sabes amar, dime, poeta, ¿ cuál es tu verdad?" "La verdad, niña es la vida misma. Es amar la vida y disfrutarla. Es vivir con amor. Es convivir con tu prójimo, es coexistir con la naturaleza. Es recrearte en la belleza y olvidar la tristeza. Es compartir tu mundo de ilusiones y de esperanzas y dar la paz en forma de bendiciones. Es el saludo de la amistad, la camaradería del compañero y la hermandad de los hombres. La verdad, niña, es sólo una: amar. Cuando amas eres como una rosa que perfuma el ambiente, como un sol que ilumina la playa o como un mar que te acaricia. Cuando amar, eres Naturaleza misma y en ella hay vida. Ama, ama con amor de sacrificio y con sonrisa de paciencia. Ama, niña, con la pureza de una luna y el encanto de una mariposa. Ama, niña, y tu verdad será la vida, será amar. "Yo te amo, poeta. Amo tu paz, y también tu vida y tu verdad". Y niña y poeta juntaron sus manos, abrieron su alma y gozaron de la dicha que produce encontrar la verdad. |