Acebedo - Leon

Hola:

Parece que nuestro foro ha vuelto a coger una gripe primaveral que lo ha colocado al borde del letargo. Volvemos a estar necesitados de ideas que lo animen un poco.

Estoy seguro de que muchos foreros recuerdan o ellos mismos fueron en algún momento protagonistas de alguna historia o anécdota que merece ser contada o, por lo menos, recordada. Si la “hazaña” estuvo en su momento próxima al delito, aseguraros antes de que la culpa ya haya prescrito o, como mal menor, no citar al “culpable”. No se os olvide que, en nuestro pueblo, durante mucho tiempo “robar” manzanas, huevos o chorizos no era delito, y cuando se mataba el gocho ya se hacían varias “vueltas” (es correcto lo de “vuelta” en nuestro diccionario?) de chorizos para pagar a los mozos el “impuesto revolucionario”.

Lo de “robar” fruta era delito dependiendo del dueño del árbol. Nunca estuvo penado coger manzanas de los árboles del tío Víctor, ni del de Vitorina, ni prunos en los prunales de Maura o Argimiro, ni ciruelas en el árbol de mi abuela, ni peras en los árboles de Chucha, ni... Sin embargo, para muchos que yo conozco, pegarle un mordisco a las manzanas de Teófila sin que se enterasen ni ella ni su enorme y fiero perro, siempre fue una tentación mucho mayor que la que pudo tener Eva por hincarle el diente a la manzana aquella del “árbol de la ciencia del bien y del mal”

Como muestra del tipo de historias a las que me estoy refiriendo, os contaré una que fue el centro de atención de muchas conversaciones hace ya un montón de años:

La historia empezó cuando un día por la mañana un vecino de Acebedo comentó con otros lo que le había pasado la noche anterior, cuando había descubierto a un hombre desconocido y muy grande merodeando por las cercanías del silo que él tenía en los corrales de detrás de su casa.

Cuando intentó acercarse, el desconocido salió corriendo a grandes zancadas y nuestro vecino lo persiguió por la calle El Medio hasta que, a la altura del Puente Amea, el desconocido se dio la vuelta y le hizo frente lanzándole enormes piedras desde una gran distancia, vamos que lo que le tiraba eran piedras de muro con las que llegaba desde el Puente Amea hasta cerca de la casa de Venancio (nuestro desconocido sería hoy campeón mundial de lanzamiento de peso), así es que al perseguidor no le quedó más remedio que desistir y volver para su casa.

Cuando, a la mañana siguiente, nuestro vecino comentaba esto, otra persona de las que participaban de aquel “corrillo” manifestó que era prácticamente seguro que el desconocido era el mismo que dos días antes se había asomado por el agujero de las gallinas de la puerta de su cuadra mientras él estaba ordeñando. Cuando salió a ver quien era, el individuo ¡había desparecido misteriosamente!.

La noticia del misterioso desconocido se propagó con gran rapidez y al cabo de tres días ya eran varios los vecinos que manifestaban haber visto por la noche al desconocido, que por arte de magia no tardó en vestir una sábana blanca, así es que al poco tiempo nuestro misterioso desconocido ya tenía nombre: EL FANTASMA DEL SILO. Durante bastante tiempo el Fantasma del Silo fue el protagonista absoluto de todas las conversaciones en Acebedo.

Al final, transcurrido un tiempo, el Fantasma desapareció dejando tras de sí una estela de misterio.

Estoy seguro de que algunos sabrán ponerle nombre a nuestro añorado Fantasma del Silo.

Saludos.