La Rosa - Las Palmas

Hablar, Escribir es recordar, pero leer también es recordar. Con el calor
la damajuana tiene agua del pozo.

En la actualidad la gente sólo se preocupa por sus derechos. Recordarle que también tiene deberes y responsabilidades es un acto de valor que no corresponde exclusivamente a los mayores.

La única responsabilidad que tenemos los mayores es viajar con el inverso

Toma'''ya.....

Es tiempo de claridad... jajajaja la abuela es abstemia


No arcarse mucho que saca la chivata.

Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquéllo que desea.
Un polo,

Mas50, tengo la sensación que tu transitaste caminos pasados conmigo. Me equivoco?

puede ser

Espero no repetir las mismas sendas de antes… La piedra esta en tu camino, no en el mío.

HAGA LO QUE HAGA ES IMPOSIBLE EVADIR EL DESTINO...Y EL SABER QUE TODO LLEGA A SU FIN ES UN ALIVIO...

El destino se puede modificar. Si te aviso del pedrusco ya lo estamos cambiando.

Los ríos ondos corren en silencio; los arroyos son ruidosos.

Más, tú cogiste la piragua hoy.

El ejercicio es bueno, La practica hace al maestro.

Esta bastante bien mover el trasero del sillón...

Se rompió la rueda del andador…. Sigo en el sillón

Primero el hombre aprende en la vida a andar y a hablar. Más tarde, a sentarse tranquilo y mantener la boca cerrada.

Muchos matrimonios estarían mucho mejor si el marido y la mujer entendieran claramente que ambos están del mismo lado.

Recacha
Aquí estaba, sentada
en la recacha, así de así, encogida,
acurrucada al sol la abuela.
Esto era amor. Aquello.
Un tiempo de negro y de ¡Señor, lo que se inventa!
ponía en derredor de su pequeño
mojoncito huesudo nuevos rostros
mocosos, y otra arruga,
eterno mosquerío, y más sumida
la desdentada boca, tiestos con geranios,
y no recuerdo nada !esta cabeza!
Una como ternura
caldeaba el acoso de las lajas.

Mano seca en las cejas protegiendo
del sol, gracia divina,
los ojos derretidos.
Vencido estar, joroba, a punto casi
de un crujido y ya está. Dios la reciba.

Aquí el mosquero, largos
papeles de colores;
aquí la zafa, el pie no se mejora,
agua de sal, la panza
de la jofaina desconchada.
Esto
era también amor, digo, miseria;
amor, digo, violencia. No lo supo.
¡Qué tiempos!
La jarapa
alpujarreña en las rodillas, negro
pañolón, ay el luto
descolorido, negro
refajo, en Cuba mismo lo enterraron.

Y más. Ochenta y tantos
años milenios en la costra yunque
de esta tierra, forjando
para qué su cansada reciedumbre.
Y una ignorancia añeja
que le tapaba el hambre con sudados
escapularios; que agostaba en brote,
lo ha dispuesto el Señor, la rebeldía.

Aquí la abuela niña, y un suspiro,
zurciendo eternamente, remendando,
y otro suspiro, cocinando, y otro,
los despojos, pasando
las cuentas del rosario.
Esto era
también amor. Y era
desprecio.
Somos pobres.
Y abandono.

Ya de tarde, lo lejos se tensaba
con un duro rasgueo
de cómplices guitarras.
Lo recuerdo.

RAFAEL GUILLEN

Nuestras mayores tonterías pueden ser muy sabias.

Padre, hijo y abuela, tres cucharas y una cazuela.

Los consejos de la abuela. Hubo un tiempo en el que nos auto convencimos de que para ser felices debíamos seguir unas supuestas reglas impuestas indirectamente por el entorno en el que vivíamos. Sin embargo, buscar la satisfacción y aprobación de los demás condicionaba nuestra forma de hablar y de actuar, inclusive de pensar; nos impedía sacar a la luz esa esencia que nos distingue y nos hace únicas, y nos reprimía a la hora de ser nosotras mismas.

Si te vas a calentar, que sea al sol.
Si vas a engañar, que sea a tu estómago, o al menos por tu felicidad.
Si vas a llorar, que sea de alegría.
Si vas a mentir, que sea sobre tu edad.
Si vas a robar, que sea un beso.
Si es para perder, que se pierda el miedo.
Y si existe hambre, que sea de amor.

Si es para ser feliz... ¡Que sea todo el tiempo!!!

El tiempo es abuela de la verdad y a relucir la sacará.

La vida es fascinante: sólo hay que mirarla a través de las gafas correctas. Aunque algunas las llevan puestas para adornar la cara.
Cuando por fin regresas a tu tierra, descubres que no era tu vieja casa lo que extrañabas, sino tu niñez.

Las abuelas han pasado de trabajar de sol a sol.
La esclavitud no se abolió, se cambió a 8 hrs. diarias de television de
salsa rosa.