Antes de que la zarza que vemos arda como en aquel santo monte, el Sinaí, y reduzca a cenizas los significativos restos que aun quedan en pie, el Moisés de la esperanza ha de ser quien ponga otra vez sobre sus robustos muros nuevas ilusiones y proyectos. Yo estoy seguro que sus gentes han de ser capaces, igual que ha sucedido en otros muchos pueblos, tanto de La Rioja como del resto de España, de poner de nuevo sus calles en movimiento y llenarlas de vida y de nuevos futuros. Todo dependerá del compromiso que sus gentes tengan o adquieran con su pasado, que no dudo, es y será absoluto y total. Si bien es verdad que no tiene sentido recuperar el pueblo de la misma forma y realidad que tuvo, no es tan imposible, poco a poco, ir levantando nuevas viviendas donde disfrutar de fines de semana o cortas temporadas como se viene haciendo en otros muchos parajes españoles.
Habiendo agua hay vida, y la vida acarrea lo demás. Todo eso lo hay en Turruncún y en lo más íntimo del recuerdo de sus gentes.
Una forma de empezar a reconstruir las cosas es el foro y éste empieza a tener forma. Lo virtual no deja de tener su realidad y su fuerza. Espero, con el tiempo, se pueda pasar de la virtualidad a los hechos y, lo que hoy es un sincero deseo, andando el tiempo sea toda un verdadera realidad. Turruncún y sus gentes se lo merecen. Ellos se lo merecen: los antepasados por su aportación y los presentes por su capacidad y deseo.
Abrazos para todos de
El Dormilón que nunca duerme.