Centro Penitenciario de Logroño - La Rioja

Dívar ni se arrepiene ni pide perdón
Depiente ni pide perdón efiende los gastos que endosó al Poder Judicial y denuncia el «quebranto» que le ha supuesto la polémica de Marbella

01.06.12 - 00:36 - MELCHOR SÁIZ-PARDO | MADRID.Ni perdón ni rastro de arrepentimiento. Y mucho menos sombra de dimisión. Carlos Dívar, tres semanas después de la denuncia por sus viajes a Marbella a cuenta del Poder Judicial, decidió dar la cara para ofrecer su versión, pero no para disculparse por haber endosado a las arcas del consejo facturas por valor de 13.000 euros en hoteles y restaurantes de la Costa del Sol. «Mi conciencia está absolutamente tranquila, no he cometido irregularidad ni jurídica ni moral ni política», apuntó en su primera comparecencia ante los medios desde que fuera nombrado en el 2008.
El presidente del Poder Judicial y del Tribunal Supremo estuvo tenso y nervioso ante un trago que durante 22 días había intentado evitar a toda costa, pero que tuvo que afrontar porque buena parte de los vocales habían supeditado su apoyo a que el presidente del Consejo explicara en primera persona el embrollo y no dejara esa patata caliente, como ya hizo la pasada semana, a la portavoz del órgano de gobierno de los jueces.
Gabriela Bravo, no obstante, ayer arropó a su superior en la incómoda y difícil misión de explicar, y sobre todo convencer, de que todos esos gastos en Puerto Banús tuvieron su origen en motivos laborales. Dívar casi reclamó un acto de fe a los ciudadanos porque en ningún momento quiso desvelar quiénes eran sus acompañantes y qué actos oficiales justificaron sus constantes desplazamientos y estancias en Marbella, más de 20 en cuatro años, a cuenta del dinero público. Una y otra vez se enrocó para no dar pistas.
Seguridad nacional
E incluso alegó motivos de seguridad nacional para no revelar quiénes disfrutaron esos agasajos. «Esos gastos protocolarios, como los de cualquiera de los presidentes de los poderes del Estado, tienen en algunos casos el carácter de reservado y por ello es necesaria la discreción», dijo para intentar frenar, sin éxito, la avalancha de preguntas de los periodistas sobre sus largos fines de semana 'caribeños', de hasta seis días a cuenta del erario público.
Durante la media hora de comparecencia, el presidente no admitió un solo error en sus viajes. Es más, dijo «lamentar profundamente» el posible deterioro de la «imagen de la justicia », pero no por sus costosas estancias en Marbella, sino por el escándalo generado en «las últimas semanas» a cuenta de la denuncia de malversación lanzada contra él por el vocal José Manuel Gómez Benítez. Una controversia que le ha provocado «amargura y preocupación» porque «añade en el Poder Judicial desconfianza en unos momentos en que nuestro país afronta una de las más graves crisis económicas en las que es precisa la fortaleza de sus instituciones democráticas».
El máximo responsables del órgano de gobierno de los jueces, lejos de considerarse culpable, llegó, incluso, a presentarse como víctima. Denunció que el «ambiente que ha rodeado» esta polémica y la «difusión» de la denuncia del vocal por malversación le han provocado un «malestar muy grave y un quebranto a mi persona».
Con este particular planteamiento, la respuesta a la gran pregunta era sabida, pero tuvo que escucharla: «¿Se ha planteado dimitir?». Y la respuesta fue la esperada: «No. Es un acto de responsabilidad continuar al frente de la institución en este momento, ya que, además, dimitir sería como reconocer una culpabilidad en las cuestiones que se me achacan y esto no es así».
Como si estuviese siendo interrogado ante un tribunal, la máxima autoridad judicial del país desgranó su alegato de defensa para probar su inocencia. En síntesis: «No existe irregularidad alguna en los viajes porque todos han obedecido a actividades relacionadas con mi cargo de presidente». Aunque como en toda declaración hubo lagunas. Dívar, a pesar de asegurar tajante que siempre fueron viajes oficiales, afirmó acto seguido que «disoció» la parte «particular o privada» de esos gastos. También sostuvo que es «presidente del Consejo durante las 24 horas del día», dando a entender que todos sus actos son más o menos oficiales, para luego reconocer que cuando sus «viajes oficiales» son a Andalucía «intento conciliar la actividad pública con mi presencia en la provincia donde nací».
El presidente del Consejo, que dijo estar dispuesto a dar explicaciones en el Congreso, intentó en varias ocasiones sacudirse la presión tratando de 'vender' el plan de austeridad y transparencia que el Consejo acaba de aprobar y que prevé que todos los miembros de este órgano, incluido su presidente, se sometan a un control económico.