Muros - La Coruña

La entrada hacia el puerto de Muros me emocionó pues quise adivinar al marinero que me hablaba desde las páginas de un libro leído cuando niño. Allí había una fábrica de salazón antigua, una tasca y barcos por doquier. Dejamos el coche y dimos un paseo por aquella villa marinera de calles estrechas con soportales. Estuvimos en una placita donde en el centro sobre una columna hay un Cristo y luego en otra plaza donde encontramos una fuente de piedra coronada por una especie de cocodrilo
también de piedra. En esa plaza había muy buenas tascas y en una de ellas tomamos la mejor merluza rebozada y frita que recuerdo haber tenido ante mí en toda la vida. Más tarde hicimos una breve excursión hasta Punta Louro que tiene una playa deliciosa y una pequeña laguna que queda cerrada al mar por un espigón natural de arena, llegamos a Finisterre y volvimos sobre nuestros pasos.
De nuevo en Muros estuvimos hasta la caída de la tarde esperando que llegasen los barcos que venían de faenar. Luego descargaron el pescado e hicieron la subasta, que fue con el precio a la baja, y de la que apenas llegamos a entender palabra, tal era la rapidez con que se vendían los lotes. Fue una jornada cargada de emociones para mí, y con el recuerdo del desconocido y literario marinero abandonamos Muros.
Siempre me gusta pensar en volver a esa tierra inolvidable.