Santisteban del Puerto - Jaen

No es muy normal ver a un budista en los pueblos de Jaén, pero antes de ayer estaba sentado en el parquecillo ese tan chulo que construyeron hace poco en la Farrabullana, y mirando distraídamente hacia el montecillo con la cresta de piedra-tierra roja que le da ese aire de punki, desde el cual se tiene una vista impresionante de nuestro amado pueblo, reparé en una figura vestida con un trapo naranja que comenzaba a descender. La verdad es que no sé si era un hare krishna o lo que fuera, el caso es que este hito en la historia de Santisteban del Puerto hizo que olvidara por completo las razones que me habían llevado a aquel lugar, y que no pudiera dejar de mirar a aquel individuo. Incluso cuando pasó por mi lado y me saludó cordialmente no pude dejar de mirarle embelesado. ¿De dónde vendría? ¿A dónde iría?, nos preguntamos el uno del otro. El colega siguió su camino, pero al torcer la esquina yo no dejé de contemplarlo. Vi cómo andaba por las calles, y andaba y andaba y andaba, no se encontró con ningún alma por las calles, llegó a la gasolinera y comenzó a devorar la carretera. Ví cómo dejaba atrás el desvío de Castellar y Sorihuela, y cómo llegaba a un puente y se desviaba hacia la derecha, después de algunas horas de aburrimiento por mi parte, aburrimiento que ni de lejos llegaba a la curiosidad que me abrumaba. Al fin vi cómo llegaba a Las Palmeras. "Tonto que es el tío", pensé. Traté de meterme en su cerebro. Lo conseguí. Observé el infinito entramado de neuronas, billones de billones de células no regenerables, interconectadas hasta tal nivel que formaban el arbol más grande jamás visto. Me acerqué hasta una unión y formé un puente con mi cuerpo entre la dendrita de una y el axón de otra. Así estaría dentro de su pensamiento. Esto no es que lo haga todos los días, pero de vez en cuando entretiene. El caso es que descubrí lo que había dentro de la moyera de aquel buda-krishna que vi asomar por la cresta de piedra-tierra roja del principio. El pobre cumplía con fe inquebrantable su doctrina, pero tenía un serio problema con las mujeres. Su familia, sus amigos y sus maestros le estaban ayudando, pero de vez en cuando caía en la tentación, elevando a muchas potencias la penitencia de la que ya a diario se hacía infringir. El caso es que se apoyó en la barra y pidió un vaso de agua de cinco euros. No tardó mucho en estar tocándole el trasero a la primera trabajadora de la noche que se le acercó, y diciéndole rápidamente que fueran hacia arriba. Había dejado a todo el local boquiabierto.
La habitación era la típica de un local de esos, de esos a los que todos hemos ido alguna vez. Sin armarios, cama de matrimonio con sólo una sábana, persianas bajadas, una cómoda para dejar tu ropa, un vidé para lavar las partes contratantes, y una mesita de noche con una radio y la foto de un niño. El colega de creencias orientales fue desnudado y se dejó lavar. Caricias, besos en el cuello, comida de falo y al momento los dos sin ropa, preservativo y mete saca mete saca. Sus neuronas estaban super excitadas, millones de micro descargas hacían que distintas zonas de su cerebro aumentaran su riego sanguíneo, y billones de moléculas del gustillo se liberaban sin control alguno. No era él hombre que durara mucho en la cama, y a los dos minutos y cuarenta segundos de mete saca otros muchos millones de pequeños renacuajos humanos comenzaron el eterno camino de los huevos hacia la punta del glande, buscando - ignorantes del látex que los enviarían al fondo de una papelera - el único objetivo de su vida, la esfera sagrada. La señorita no sabía que tenía una compañera que con no muy buenas intenciones había pinchado con un alfiler el Family, y un pequeño torrente de renacuajos lo traspasó, entrando en su jugoso y calentito flujo vaginal. Ahora era una carrera a vida o muerte entre los pocos que habían colado. El hare krista ya se había levantado de la cama y se estaba vistiendo, pero yo ya no lo veía a él, ahora en mis retinas estaban los pequeños corredores. Aunque parezca mentira, la mitad de todos nosotros ha sido campeón de atletismo incluso antes de nacer.
Quedarían unos setecientos ochenta mil cuatrocientos noventa y tres espermatozoides. Tres millones ciento nueve se habían equivocado de trompa de falopio. A la cabeza del grupo de la ruta correcta había dos. Uno era el de una vida pasada, el otro de una futura. Los dos batiéndose en una carrera a una velocidad frenética de 9 km/h, cabeza con cabeza, modelo contra modelo. Sus flagelos vibraban exprimiendo la poca energía de la que disponían. Los espermatozoides del buda, que ya estaban acostumbrados a verse las caras de reencarnarse, lo llevaban con deportividad, y en mitad de la lucha de vez en cuando hasta charlaban:
- Yo, te lo juro por Dios, cuando se mayor me buscaré mi trabajo, una buena mujer que sea una mujer de su casa, y que me dé bastantes hijos, mi cochecico, mis procesiones, mis botellines por la noche, mi barriga a estar bien llena y a estar tranquilo, porque ¿pa qué quieres más? Yo me quedaré en el pueblo y me haré político... Si fuera de Jerez lo haría por el PA, pero al ser baladre le tiraré por el PSOE. Y que sepas que voy a serlo, porque te voy a reventar antes de llegar al óvulo.
- Yo paso de eso tío, yo voy a ver el mundo y a vivir la vida. ¿Pa qué quieres atarte a un trabajo o una casa, siempre habrá en cualquier sitio ambas cosas, más o menos caras, pero siempre habrá. ¿mujeres? Hay muchas en el planeta, y es muy grande... El pueblo ya está muy visto, está muy bien quedarse ahí, pero si quieres vivir como un vegetal, o igual que el perro favorito del sistema... Tú mismo. ¿Política? No gracias, no seré un parásito... Llevo unas cuantas generaciones intentando salir, pero nunca lo he conseguío, y esta vez me siento con fuerzas, te voy a vapulear, espermatozoide di merda.
- ¡¡¡¡Joder, cómo viene ese de ahí atrás!!! - comentó el pasado.
El futuro miró ingenuamente, mientras el rival le empujaba suciamente desviando su trayectoria hacia el embrión de un pequeño pólipo que daría que hacer a la señoría un poco más adelante, y se dio de bruces con el obstáculo. Ésto animó al pasado, que aceleró incluso más su ritmo, apurando al máximo hasta que sus adenosines trifosfatos estuvieron en números rojos, y al final, cuando ya creía que no podría moverse ni un centímetro más, lo avisó a lo lejos, apoyado en la pared del conejo de su dueña, curvándola ligeramente, encajando cual bellísimo anillo en bellísimo dedo, esperando a que llegara un campeón como él a regalarle algo de cromosoma. "Cromosoma te voy a dar yo a tí, pensó". La unión fue rápida, a unos cuantos cuerpos se acercaba el nuevo segundo, un posible canditato al Premio Nobel de la Paz, pero ese sí que no llegaba nunca el primero. Hundió su cabeza en la meta y se deshizo de su flagelo, que serviría de alimento para los basureros de la zona. Ahora empezaba lo bueno...
Cuando me levanté del sillón del parquecillo, bien entrada ya la noche, intenté recordar la época de espermatozoide, la única época de mi vida en la que fui un campeón. No lo conseguí, y me recreé en la envidia que sentía de aquel monje con el trapo amarillo, me hubiera encantado haber echado un polvo esa noche, pero también sentí un poco de pena. Al pueblo volvería un niño precioso, pero el hombre que llegaría después también sería preso de su pasado.

En casa esperaba la soledad, acompañada de una televisión y una película, TODO LO QUE SIEMPRE QUISO SABER SOBRE EL SEXO PERO NUNCA SE ATREVIÓ A PREGUNTAR. La vida seguía yendo como siempre.



"¿Por qué estoy frío
si hoy hace calor?
Yo iba a ser un gran tío
todo un ganador..."

hola buenas tardes...sin palabras, impresionante, que buena aportacion al foro, me ha encantado, muchisimas gracias.un saludo.

Borrado por su Autor.

Enhorabuena otra vez por esa retahila de letras no se como calificarlas pero a fe que me entusiasma leerlas, gracias.
Saludos y espero la proxima entrega

Realmente no te falta imaginación,amigo.No está nada mal,¡no señor!.