Mancha Real - Jaen

El Estado español, progresivamente, ha ido dejando indefenso al ciudadano frente al poder político. Nuestro sistema democrático, por tanto, se ha desvirtuado, tansformándose en el engendro político actual. El resultado de todo ello ha sido el desprestigio de las instituciones públicas, víctimas de la politización. (No olvidemos que las instituciones públicas también constituyen una pieza esencial respecto a la competitividad y el desarrollo de un país).

El diseño de nuestro entramado institucional y, en consecuencia, del modelo de Estado (de las autonomías) ha derivado en miles de millones de euros anuales traducidos en despilfarro y corrupción. El modelo autonómico es el maná que surte de privilegios a gran parte de la casta política. Evidentemente, si se suprimieran las autonomías, muchos políticos se quedarían sin “puesto de trabajo” (desgraciadamente, la política en España se ha convertido en una profesión). Consecuentemente, el principal objetivo de la casta política es mantener este modelo, aunque se hunda España.

Las comunidades autónomas y los ayuntamientos dan cobijo a cientos de miles de empleados públicos (enchufados por los partidos políticos y convertidos en clientes políticos o votos) que han entrado en la Administración sin oposición. Concretamente, existen, en todas las Administraciones del Estado, 700.000 empleados públicos que no han realizado ningún examen de entrada, en otras palabras, han sido enchufados a dedo por los partidos políticos. ¿Queremos una Administración formada por funcionarios de carrera o por políticos y enchufados?

España cuenta con 3,2 millones de empleados públicos en la actualidad. (Aproximadamente, 1,5 millones no son funcionarios. En consecuencia, 800.000 se encuentran en régimen de interinidad y 700.000 están enchufados). Otro dato relevante; existen 450.000 políticos en España que parasitan en las instituciones públicas. (Que me perdonen, por favor, aquellos políticos cuya función sea necesaria). ¿A alguien le extraña que se suban los impuestos? ¿Tenemos que pagar los sueldos y los privilegios de todos estos parásitos con nuestro trabajo? Este es uno de los principales problemas de España, la burbuja política, hasta que no estalle, no podremos recuperarnos económicamente. En nuestro país, la oligarquía política, al objeto de mantener sus privilegios, está empobreciendo a los ciudadanos.

Los acuerdos de la última cumbre europea relajaron la prima de riesgo. ¿Cuánto durará la tregua de los mercados? Las concesiones que ha conseguido el Gobierno de Bruselas (recapitalización directa de nuestros bancos vía MEDE, las ayudas a la banca no tendrán prioridad de cobro, los fondos de rescate podrán comprar deuda soberana, etc) son un balón de oxigeno. El Gobierno ha comprado tiempo. A cambio, España cede a Bruselas (BCE) la supervisión de nuestro sistema financiero y se compromete a acatar determinadas condiciones macroeconómicas que afectarán, en forma de recortes, a los ciudadanos. También es preciso subrayar que en una primera fase la recapitalización de la banca se hará a través del Estado y computará como deuda.

España no se puede conformar con los beneficiosos pactos conseguidos en la citada cumbre, nuestro país necesita un plan estratégico de crecimiento que implique una reducción del déficit y de la deuda. Hasta ahora, el único plan del Gobierno ha consistido en mantener el status quo de la casta política y no modificar la estructura de la Administración a costa de destruir la economía productiva.

El Gobierno debe curar cuanto antes el cáncer de España, la burbuja política derivada del Estado de las Autonomías. ¿Seguirá este Gobierno expoliando a los ciudadanos productivos y protegiendo a los parásitos sociales?
Los políticos o España, tenemos que elegir,la burbuja política es peor todavía que la inmobiliaria,falta la burbuja de la guillotina.
Guillotina para los políticos corruptóides!!!!!!!!.

Mucho me temo que, o nos aplicamos zotal (en diversas presentaciones, aelegir la menos traumática para nosotros) o, como buenos parásitos que son, no cesarán hasta acabar con el huéped (osea, nosotros).

España es un país arrasado por sus políticos, en el que sólo funciona lo que los políticos no controlan: el clima, el paisaje, el viento... Todo lo demás, incluso la esperanza, lo ha destruido una clase política que, para colmo de descaro y de oprobio, está atiborrada de privilegios que no merece, que cobra sueldos desmesurados y pensiones vitalicias de sueño. Los ciudadanos empobrecidos, sus víctimas, siguen aclamándoles y votándoles como estúpidos esclavos. ¡Pobre país!



saludos.