Lopera - Jaen

Acuarelas y dibujos en la galería Bellas Artes de Gijón.

Miguel Acevedo Porras (1947) nació en Lopera (Jaén). De humildes orígenes, dividió su tiempo entre el amor al dibujo y la pasión de los toros a la luz de la luna. Al ganar el segundo premio de un concurso de dibujo infantil (1960), sigue clases de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Córdoba (1961) y recibe el primer premio de pintura de Andalucía a sus 18 años, en 1965. Bien parece que es un chico inquieto, que huele el éxito y lo busca tentando caminos. Durante dos temporadas, antes y después de la mili, o sea, en los años 1966 y 1968, anduvo por las plazas como matador de novillos. Aunque consiguió entrar en el catálogo de toreros de José María de Cossío, lesiones le obligaron a abandonar el mundo de los toros, que durante la infancia del pintor vivía la gran leyenda del toreo moderno y quieto, inventado por Juan Belmonte y su amigo Joselito. También Belmonte, que se pegó un tiro en su cortijo de Gómez Cardeña el 8 de abril de 1962, había marcado un nuevo mundo cultural a los toreros, pues desde niño leía mucho y llevaba el morral lleno de libros y terminó siendo amigo de pintores, literatos y poetas. Entre ellos don Ramón del Valle-Inclán, Pérez de Ayala, Ignacio Zuloaga, Solana, Vázquez Díaz y Hemingway. En sus catálogos y páginas de la red, Acevedo gusta insertar su imagen de pintor con un traje de luces colgado en la habitación, a la izquierda de la ventana.

Miguel Acevedo viene a Gijón en 1974. Aquí es acogido por Cristóbal Sainz, que acababa de establecer su galería. Acevedo vivirá en Candanal (Peón), cerca de Villaviciosa, y todo lo que pinte será vendido por Cristóbal Sainz. En Candanal, Acevedo se aloja en un negocio múltiple, llamado «La Giralda», que a la vez ofrecía hospedaje, bar, restaurante y un colmado o supermercado al modo de la época. La cosa funcionó tan bien que las relaciones entre pintor y marchante resultaron deterioradas por la falta de nuevos acuerdos. Miguel Acevedo comenzó a exponer en otras galerías asturianas, como Monticelli (Gijón, 1976), Nogal (Oviedo 1977, 79), Amaga (Avilés, 1979), Tioda (Gijón, 1980, 2005) o Van Dyck (Gijón, 1987, 91 y 99). Ahora Miguel Acevedo expone en las principales capitales españolas, goza de éxito seguro y desde 1997 viaja a diversos estudios de animación de Disney para enseñar a los dibujantes técnicas de captación de luz al aire libre y movimiento de figuras. También en su tierra goza el pintor fama y reconocimiento. En agosto de 2008 le encargaron el pregón de las ferias y fiestas del Cristo del Humilladero y el Cristo de la Vera Cruz, en Lopera.

Pues bien, la galería Bellas Artes expone obras de Miguel Acevedo, pintadas durante su estancia en Candanal, en 1974 y 75: seis óleos, dos acuarelas y catorce dibujos. De éstos, la mayoría son grafitos, pero hay también carboncillos y sanguinas de diversos tonos. Aquí descubrimos la mano prodigiosa del pintor, su pincelada suelta, su gran capacidad para la captación de atmósferas, su gran sentido del color y su perfecta adaptación al paisaje asturiano, que ya sorprendió en su momento. Pues venido con cierta fama desde Andalucía, se suponía que le iba a suceder lo que a Sorolla en San Juan de la Arena, que no sería capaz de adaptarse a otra pintura de paisaje que no fuera de rotundas luces y sombras.

Inicia la colectiva Miguel Acevedo Porras (Lopera, Jaén, 1947) con varios dibujos de puertos al carboncillo y acuarelas de motivos populares, como la anciana pelando cebollas, el grupo de gallinas, o ese rincón de mar Cantábrico, con su batir de espuma y los azules característicos.