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24-12-09 18:34 #4244998
Por:Legionario-47

EMPIEZA LA GUERRA CIVIL
COMIENZA LA GUERRA

Era el 17 de julio de 1936. El general Franco, capitán general de Canarias, sabía que aquel fin de semana le aguardaba un largo viaje. A las tres de la madrugada del día siguiente, recibió la noticia de que el Ejército de África había entrado en acción. Inmediatamente, se puso en movimiento, y, tras enviar varias órdenes a las guarniciones bajo su mando, redactó su primer manifiesto para ser retransmitido por radio Tenerife a las 7,00 horas:
«¡Españoles! A cuantos sentís el santo amor a España, a los que en las filas del Ejército y la Armada habéis hecho profesión de fe en el servicio de la Patria, a los que jurasteis defenderla de sus enemigos hasta perder la vida, la nación os llama a su defensa... Sabremos salvar cuanto sea compatible con la paz interior de España y su anhelada grandeza, haciendo reales en nuestra Patria, por primera vez y por este orden, la trilogía FRATERNIDAD, LIBERTAD E IGUALDAD. Españoles: ¡VIVA ESPAÑA!, ¡VIVA EL HONRADO PUEBLO ESPAÑOL!»
El general Franco tomó un avión con destino a Tetuán. Al llegar a esta ciudad, fue recibido con la frase: «Sin novedad en Marruecos, mi general.» Sin embargo, en la Península la situación tenía otro matiz.
El plan del Alzamiento al que Franco se había unido era muy simple. El Ejército de África encajaba en el plan general de la forma siguiente: se pondría en marcha el «Día D» menos uno, en nombre del general Francisco Franco, el cual llegaría el «Día D». Se anticipó que la reacción inmediata del Gobierno ante las noticias del Alzamiento en Marruecos consistiría en enviar buques de guerra desde Cartagena y El Ferrol. Estos serian los barcos que, si todos seguían el plan previsto, llevaría y darían escolta al Ejército de África desde Marruecos a la Península, para formar una columna que avanzase sobre Madrid desde el Sur.
El consejo dado por Franco al general Fanjul, en Madrid, había sido que actuase inmediatamente y sacara las tropas de sus cuarteles, conduciéndolas hacia el Norte, para unirse a la columna de Mola, que estaría avanzando hacia el Sur. Sin embargo, no emprendió acción alguna hasta la tarde del 19 de julio. Tras la muerte del general Sanjurjo, en un accidente aéreo: el 20 de julio, el alzamiento se quedó sin generalísimo. Franco era jefe del Ejército de África; Mola era Jefe del Ejército del Norte, y Queipo de Llano, jefe del hasta entonces en preparación Ejército del Sur.
Bajo las órdenes del general Franco estaban seis banderas de la Legión de extranjeros, seis escuadrones de caballería españoles y seis baterías de artillería de campaña, servicios de apoyo y unidades de guarnición. Todo ello suponía un total nominal de 32.800 hombres y un efectivo de 24.100. Además, el jalifa había puesto a disposición de Franco su Mehalla, el equivalente marroquí de la Guardia Civil, lo cual representaba otros 6.000 hombres. Franco podía retirar 17.000 de estos 30.000 hombres, dejando bien protegido el Marruecos español. Estos 17.000 hombres, añadidos a los 23.000 de la Península, concedían a los hombres del Alzamiento una superioridad numérica sobre las fuerzas del Gobierno. Pero lo que resultaba más importante es que tales hombres eran, en su mayoría, soldados profesionales.

LA TRAVESÍA DEL ESTRECHO
Franco, para cruzar el Estrecho de Gibraltar, necesitaba medios de transporte: barcos o aviones. Tan sólo contaba de forma inmediata con unos cuantos aeroplanos y dos vapores de los que hacían la travesía del Estrecho. Para su protección, también contaba con un cañonero, un guardacostas y una docena de anticuados cazas y bombarderos.
Por su parte, el Gobierno del Frente Popular para impedirle cruzar el Estrecho tenía un acorazado, tres cruceros, catorce destructores: seis submarinos y seis torpederos. De los 111 aparatos con que disponía la fuerza aérea hubieran podido concentrarse 59 bombarderos y cazas.
El Gobierno del Frente Popular pidió al Gobierno francés bombarderos modernos y bombas más pesadas que las que tenían. Por su parte, los hombres de Franco solicitaron del III Reich, cazas, bombarderos y, asimismo, bombas. Veinte JU 52 y seis cazas biplanos fueron enviados a África vía Sevilla. De igual modo, Mussolini accedió a mandar 12 trimotores Savoia Marchetti 81. Franco inició su puente aéreo hacia la Península. Después de muchas dificultades técnicas, y ante la presencia en Tánger de parte de la fuerza naval del Gobierno del Frente Popular, el general Franco consiguió trasladar, a través del Estrecho de Gibraltar. 12.800 hombres y unas 400 toneladas de material bélico.
Tras de ello, Franco avanzó a Sevilla al mando de su columna, y se entrevistó, el 13 de agosto con el general Mola en la ciudad de La Giralda. Los dos generales estuvieron de acuerdo en que, dado que Mola no contaba con los hombres ni con las armas suficientes para avanzar hacia Madrid, desde sus posiciones en el Guadarrama, a unos cincuenta kilómetros de la capital de España, mientras su situación no tomase un carácter bien definido, se podía hacer el intento de privar a los milicianos vascos de su frontera con Francia. San Sebastián, el 13 de septiembre de aquel año de 1936, se rindió a las fuerzas del Alzamiento. Durante agosto y septiembre empezaron a formarse los frentes perfectamente delimitados. Mola había establecido una línea defensiva de 600 kilómetros con las ciudades clave de Jaca, Huesca, Zaragoza, Belchite y Teruel. De esta forma la zona Norte del Alzamiento quedaba al mando de Mola y la zona Sur bajo el control de Franco.


EL CAUDILLO

En Burgos estaba enclavada la Junta de Defensa Nacional. El avance del Ejército de Franco desde el Sur resultaba impresionante. El 26 de agosto trasladó su cuartel general a Cáceres. Durante ese tiempo la necesidad de que se designara un mando único se fue haciendo cada vez más evidente. Franco, a sus cuarenta y cuatro años, seguía siendo el más joven de los generales.
El 1 de octubre, en Burgos, el general Cabanellas entregó formalmente el mando supremo de los Ejércitos nacionales y los poderes absolutos del nuevo Estado español a Francisco Franco Bahamonde, que, a partir de entonces, se convirtió en El Caudillo.
Al ser investido como jefe del nuevo Estado español y Generalísimo de los Ejércitos españoles, Franco dijo:
«... Señores generales y jefes de la Junta: podéis estar orgullosos; recibisteis una España rota y me entregáis una España unida en un ideal unánime y grandioso. La victoria está a nuestro lado... Yo os aseguro que mi pulso no temblará llevaré a la Patria a lo más alto o moriré en mi empeño:..»
Con su título de Generalísimo de los Ejércitos, mandaba unos 150.000 hombres en armas. Franco dio instrucciones al general Varela para que intentase tomar Madrid. «Sí nos damos prisa, aún podemos conseguirlo.» No había tiempo para que sus fuerzas dieran un rodeo hacia el norte de la capital, el sentido más lógico y fácil, y Varela tendría que aproximarse a Madrid por el Sur o el Oeste.
Franco reforzó la original «columna Madrid» del general Varela, que había liberado Toledo, hasta un total de poco más de 10.000 hombres, y la dividió en cuatro columnas. Como durante todo el avance desde Mérida, contarían con el apoyo de varios escuadrones de Caballería. La ofensiva, cuyo punto final era la capital de España, empezó el 6 de octubre de 1936, comenzando en una zona situada a 60 u 80 kilómetros de las inmediaciones de Madrid. Diez días más tarde, las tropas de Franco se encontraban a 35 kilómetros de distancia en su punto más próximo a la capital, Valmojado. Franco tenía noticia de la llegada de varios barcos cargados con armas rusas a partir del 13 de octubre. Sus esperanzas, por otra parte, estaban puestas en la entrega de armas y hombres procedentes de Alemania.


AL ASALTO DE MADRID

El 6 de noviembre, tras las conversaciones de Franco con los representantes del III Reich, la formación que llegó a ser conocida como la Legión Cóndor estaba lista para la acción. El 7 de noviembre, el general Varela ordenó que comenzase el asalto. Avanzaron, pero luego tuvieron que retirarse parcialmente. El domingo 8, una fuerza constituida por entre dos mil y tres mil hombres desfiló en perfecta formación por las calles de Madrid. Se trataba de las Brigadas Internacionales. Durante los nueve días siguientes, los hombres de Varela cruzaron el río, y tomaron posesión de la Ciudad Universitaria, e incluso llegaron, con sus tanques, a la madrileña calle de la Princesa. Ese fue el límite de su avance.
Franco ordenó al general Varela que cortase la carretera de La Coruña, o sea, las líneas de comunicación entre Madrid y parte de las posiciones republicanas en el Guadarrama. Asimismo volvió a ordenar que se hiciese un intento semejante para cortar la carretera Madrid-Valencia. Entre las fuerzas nacionales y sus objetivos corría el río Jarama. La mitad de los atacantes y defensores murieron en sus orillas durante las siguientes cuatro semanas. En diciembre, Mussolíni envió a sus Camisas Negras, que atacarían Málaga; luego, ascenderían por la costa, hasta Valencia, y, tras un amplio movimiento envolvente, se adentrarían hasta Guadalajara.
El 8 de marzo de 1937 comenzó el ataque de Franco, junto con las tropas italianas, cuyo avance fue indeciso. Tres días de retraso hicieron posible que las fuerzas republicanas y las Brigadas Internacionales se reorganizasen. El 18 de marzo, setenta tanques Vickers avanzaron contra las dos divisiones italianas, precediendo a un grueso de Brigadas Internacionales y republicanas. Las 250 tanquetas de los italianos resultaron inútiles, y los combatientes trasalpinos fueron presa del pánico, retrocediendo hacia sus puntos de partida.
Franco, entonces, decidió centrar más sus esfuerzos en el Norte. La operación hace la guerra a España, sino que la libera. No debo destruir al enemigo, ni las ciudades, ni los campos, industrias y medios de producción. Por eso no puedo obrar apresuradamente. Si lo hiciera, sería un mal español; si me apresurarse, no sería un patriota. Me comportaría como un extranjero.»
El 3 de junio, el general Mola falleció al estrellarse su avión contra la falda de una montaña oculta por nubes bajas. Bilbao fue tomada el 19 de febrero. Cuando Franco preparaba el asalto a Santander, una pregunta se formulaba en el cuartel general: ¿dónde atacarían los republicanos? Desde Aragón hasta Andalucía se producían ataques. El secreto no se desveló hasta la madrugada del 6 de julio. Un punto a 25 kilómetros al oeste de Madrid. Concretamente en Brunete. Sin embargo, el 18 de julio, Franco contraatacó con 60.000 hombres. Ocho días más tarde, el Ejército Popular había retrocedido, no a su línea de partida, sino a otra que, como frente permanente, era más desventajosa que la ocupada por Franco. El bando nacional había sufrido 12.000 bajas, mientras que el republicano se calculaba en más de 20.000. En agosto de aquel año de 1937, el Ejército Popular volvió a lanzar otra ofensiva en Aragón. Ello no impidió que Franco frenase su toma de Santander, pues muy previsoramente había logrado formar una reserva estratégica.
Franco consideró otro siguiente paso. En su opinión, lo ideal sería un avance desde el frente de Aragón hacia el mar, a fin de partir en dos el tercio de España.
Los preparativos para la ofensiva nacional Guadalajara-Alcalá llevaron más tiempo del que Franco había previsto. No le fue posible fijar una fecha más temprana que el 18 de diciembre de 1937. Pero el día 15 de aquel mes, el Generalísimo recibió una fuerte e inesperada conmoción. El Ejército Popular había comenzado una ofensiva al Norte contra Teruel. Franco recuperó la ciudad el 20 de febrero de 1938. En aquellos momentos, Franco contaba con 25 divisiones de Infantería y una de Caballería. Aproximadamente unos 250.000 hombres con los que maniobrar. Iba a comenzar la famosa batalla del Ebro. El 22 de marzo, después de tomar posiciones frente al río Ebro, el Generalísimo ordenó cruzarlo. Después de una original e inesperada contraofensiva republicana, las tropas de Franco avanzaron hacia las costas del Levante español.

HACIA EL FIN DE LA CONTIENDA

A partir de entonces se precipitarían los acontecimientos. El general Franco no era tan sólo un militar de cualidades excepcionales, sino un político que supo contener diplomáticamente las exigencias alemanas e italianas en algunas de sus ayudas.
Franco mismo comentó en alguna ocasión: «La guerra era lo mío; de eso estaba yo seguro.» Pero la política exterior del Caudillo, como Jefe de Estado, podría ser también considerada como una extensión de su guerra.
Con la toma de la mitad Norte del país, Franco controlaría Barcelona y toda la importantísima región industrial de Cataluña, reduciendo el frente en más de 300 kilómetros.
Al cabo de tres meses de luchas en la costa mediterránea, las tropas de Franco estaban, por fin, sobre Maestrazgo. En la importante batalla del Ebro, concretamente el 3 de octubre, las siete divisiones afectadas iniciaron el ataque, que fueron precedidas por el fuego de más de 500 cañones. Dieciséis días más tarde, en la orilla occidental del Ebro, no quedaba ni un solo soldado beligerante: del Ejército Popular. Las fuerzas de Franco habían perdido 41.000 hombres, las republicanas no menos de 70.000. Franco había demostrado la efectividad de sus métodos. Las Brigadas Internacionales, la «crema» del Ejército Popular, sufrieron abrumadoras bajas. Ahora bien, Franco libró aquella batalla enfrentándose a dificultades extremas, en Roma, Mussolini, que no podía entender el motivo de que Franco actuase tan lentamente, dijo a Ciano: «Anota en tu diario que hoy, 29 de agosto de 1938, te profetizo la derrota de Franco. Ese hombre o no sabe hacer la guerra o no quiere hacerla, los rojos son luchadores; Franco, no.» Por su parte el Franco había comentado: «No comprenden, no comprenden. En esa bolsa tengo la crema del Ejército Rojo.»
Con la llegada de nuevas municiones suministradas a finales de noviembre, Franco se aprestaba a dar el golpe final a la Guerra Civil. El 14 de enero de 1939, el general Yagüe tomó la segunda ciudad de Cataluña: Tarragona. Después de esto, el avance fue poco menos que un paseo militar. Barcelona, a su vez, cayó militarmente el 26 de enero de 1939.
Hacia mediados de febrero, la lucha en el noroeste había prácticamente terminado. El 28 de marzo, las tropas de Franco entraron en Madrid. El 1 de abril de 1939, Franco emitió su último parte de guerra:
«En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares.»
La guerra había terminado.
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