La Carolina - Jaen

Rubalcaba se pone las botas
El PSOE cuenta con la inestimable ayuda de unos sindicatos que han permanecido dóciles.
• “A falta de votos, poneos las botas”. La frase podría servirle de reclamo electoralista al secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, que se ha impuesto como estrategia política sacar el mayor número de gente a la calle para recuperar el espacio perdido en las urnas. Es decir, botas callejeras contra votos en las urnas. En las últimas semanas el dirigente de Ferraz se ha quitado la careta, ha asumido el papel del doctor Jekyll y míster Hyde y ha regresado a sus años más productivos del agitprop en su época de portavoz de los Gobiernos felipistas de los GAL y de las caceroladas del 11-M. Tras perder cuatro millones de votos en las urnas en las pasadas elecciones generales, Rubalcaba y el nuevo PSOE, esculpido a su imagen y semejanza, han trazado una línea muy delgada que puede llevar al país al descalabro social y económico, muy parecido a lo que están haciendo los pilotos con Iberia, que con su empecinamiento pueden abocar a una modélica compañía al desguace.
El devenir político ha colocado al líder socialista en una situación verdaderamente kafkiana, que quita a uno el sueño. Y si no repasen conmigo detenidamente el siguiente galimatías: el que fue ministro de la porra en Interior y luego vicepresidente durante las duras cargas policiales contra manifestantes del 15-M en la Puerta del Sol invita ahora a la peña a movilizarse en la calle, con el riesgo que ello conlleva, como estamos viendo –“La calle es mía”, reclamaba un Fraga preconstitucional– contra una situación económica labrada por él, su Gobierno y su partido. Es decir, quienes nos han llevado a la más absoluta ruina niegan ahora la sal a quienes, sin haber superado los cien días de cortesía parlamentaria desde su llegada al poder, pretenden arreglar el desaguisado del ilustre miembro del Consejo de Estado, el excelentísimo señor don José Luis Rodríguez Zapatero. Es el colmo del cinismo. Además, muchos de los estudiantes borrokas que azuzan en las manifestaciones a los universitarios pacíficos son el producto de los programas educativos y de las universidades que algunos Gobiernos socialistas han propiciado. Es cierto que no me vale el victimismo de un Gobierno que recurra, continuamente, a la herencia del pasado para amparar sus decisiones políticas –para eso lo han votado los españoles: para superar la herencia del despilfarro zapaterista–, pero mucho menos me sirve una oposición que tiene la desfachatez y la desvergüenza de endosarle al nuevo Gobierno sus miserias de ocho años de gestión y unos cuantos de desgestión.
Y para acometer esa singladura, el nuevo/viejo PSOE cuenta con la inestimable ayuda de unos sindicatos que durante años han permanecido dóciles y callados, han mirado para otro lado y se han tapado la boca, como en esas horribles estatuillas de los monitos que algunas casas lucen en sus aparadores. Ya han empezado a decir que el aumento del paro de febrero es un reflejo de la reforma laboral del PP, y han anunciado un sinfín de manifestaciones y una huelga general para muy pronto. ¿Se acuerdan de aquella angelical huelga general contra el Gobierno de Zapatero que, sorprendentemente, la apoyó hasta el mismísimo ZP? Sin piquetes ni bronquistas. Les aseguro que la venidera no será igual ni para Rajoy ni para Esperanza Aguirre.