La Carolina - Jaen

La cacería del paro
El problema de los pactos de Zapatero, es que salen carísimos a los ciudadanos.
Las cosas no son caras ni baratas: te las puedas comprar o no. A propósito de la polémica sobre el precio que acaba de pagar el presidente Zapatero al PNV y CiU por la reforma de la negociación colectiva, ¿se puede permitir el Gobierno el precio que ha pagado por ese apoyo? A la vista está que sí. Pero ¿esto es bueno para luchar contra el paro, para reanimar la inversión, el consumo o el crédito? Según los empresarios, no; según los sindicatos, tampoco. Y esa es también la reacción mayoritaria en la prensa: insólito en estos tiempos que el sectarismo le niega el pan y la sal a los argumentos, pero real.
Que el presidente Zapatero no tiene mayoría para gobernar en solitario es de sobra conocido, y da igual, tener que pactar para gobernar es frecuente en democracia y no necesariamente dramático ni dañino para el país. El problema de los pactos que está haciendo ahora Zapatero, en mi opinión, es que nos salen carísimos (a los ciudadanos) por tres razones: una, porque es un “pato cojo”, un líder en retirada con fecha de caducidad; dos, porque ya no manda en su casa, donde los barones apartados a empujones del poder territorial le responsabilizan personalmente del fiasco; y tres, porque al haber sido repudiado y desacreditado en las urnas por el pueblo soberano, hace justo un mes, ha perdido toda credibilidad (y la credibilidad es el alimento del político) aunque conserve su legitimidad.
Pactar no es lo malo, ni siquiera con quién, lo malo (o lo bueno, que a veces ocurre) es lo que pactas y si el precio que estás dispuesto a pagar por conseguirlo… te lo puedes permitir. No perdamos la esperanza de que la reforma de la negociación colectiva mejore con el trámite parlamentario, pero la sensación de que el Gobierno ha cedido lo que no debía, porque lo que le importa es seguir un día más en el poder, es la dominante mientras que lo importante –eso que Zapatero dice que “hace sufrir ¡al PSOE!”–, el paro: pararlo, sigue de caza.