La Carolina - Jaen

Han pasado 30 años del intento de golpe de estado,llevado a cabo por algunos generales y un ''elefante blanco''que el tiempo se encargarà de desenmascarar.

Y que mierda importa esto ahora , que se pudran en la carcel y punto, tanto bombo tanto bombo, que se mueran en la carcael.

Esta bien que estas cosas se recuerden para que no vuelvan a ocurrir que tal y como está el patio...

Yo la verdad recuerdo bastante poco de aquel dia ya que era pequeño, pero no se me olvidara la cara de miedo de mis padres y vecinos que se juntaron en casa para seguir las noticias.
Recuerdo ver a mujeres llorando y rezando. Recuerdo esa noche una de las peores de mi vida porque no sabia lo que pasaba, pero pensaba que algo muy malo deberia ser cuando mis padres, que eran dioses para mi que todo lo podian, estaban tan preocupados.

Alguien que lo viviera, podria contar lo que paso y como se vivio en La Carolina.

REVISTA DE LA CAROLINA 23 FEBRERO 2011

(*) José Rodríguez Fernández

Hoy se cumplen 30 años del golpe de Estado que estuvo a punto de terminar con la Democracia y con el Estado de Derecho que los españoles habíamos conseguido al aprobar en referéndum la Constitución de 1978.

Fueron horas de tensión, de gravedad extrema que vivimos con angustia en el filo de la navaja, al borde de una confrontación sangrienta y con el riesgo de perder las libertades que con tanto esfuerzo y generosidad de todos, dialogando, cediendo y consensuando, habíamos logrado los españoles.

Creo que es bueno para los carolinenses recordar, los mayores, y conocer, los más jóvenes, cómo se vivieron en La Carolina aquellas 18 horas dramáticas del 23 de febrero de 1981. Y lo es para que no caiga en el olvido y para que nadie se atreva a manipular o a reescribir la historia en nuestro pueblo.

Al tener conocimiento, a través de la radio, de la irrupción del Teniente Coronel Tejero al frente de un grupo de guardias civiles en el Congreso de los Diputados, secuestrando con las armas en la mano, a la totalidad del Gobierno y a los diputados elegidos en representación de todos los españoles, acudí inmediatamente a mi despacho en el Ayuntamiento (había sido elegido primer Alcalde de la democracia el 19 de abril de 1979) y allí contacté y me entrevisté personalmente con todos los líderes políticos, sindicales y sociales de La Carolina. Mi petición a todos ellos fue clara y concreta: que cada uno informase y controlase a su gente y lograse que, pasase lo que pasase fuera de La Carolina, aquí teníamos que estar todos unidos logrando que no ocurriese nada de lo que luego nos tuviésemos que arrepentir.

La respuesta de todos fue ejemplar. Aún a sabiendas de que se me olvidarán nombres propios, tengo presentes en mi memoria las reacciones ejemplares de José Luis Janer, Antonio Montes, Miguel Lorenzo, Antonio Merino… y la compañía que me brindaron en la Alcaldía durante horas interminables los concejales Pedro Valcárcel, Alejandro Vico, Florencio Bernal, Pedro Suárez, Juan de la Torre, Luis García Bravo, Juan Manuel Martínez Muela…

La luz del despacho de la Alcaldía se mantuvo encendida hasta que, después de la intervención del Rey ante las cámaras de la televisión, se fue retornando la normalidad en el Congreso de los Diputados y en toda España, y pudimos regresar a nuestros domicilios.

Después de las horas de tensión e incertidumbre, nosotros habíamos aprendido que, por encima de ideologías y siglas diferentes, todos pertenecíamos al mismo bando: al de los demócratas.

Pasados un par de años, en agosto de 1983, leyendo la revista “Interviú” me sorprendieron las declaraciones que hacía a unos reporteros de la misma el que había sido portavoz del Grupo Socialista en el Ayuntamiento, Pedro Valcárcel, declaraciones que le honran y que a mí me emocionaron por lo que representan de “fair play” político:

“… La autoridad de José Rodríguez en La Carolina es tanta, y tanta la credibilidad de que goza, que (…) ni siquiera se presta a hablar de su comportamiento en la noche del 23-F, cuando se encerró en el Ayuntamiento con los concejales socialistas y juró que no saldría de allí si ellos no lo hacían con él libres de cualquier peligro. Él puede haberlo olvidado, los demás no”).

Ojalá lo aprendido por todos aquel 23-F en cuanto a diálogo, unión, solidaridad, respeto mutuo y defensa de valores superiores como la paz, la democracia y la libertad no se nos olvide en la actualidad ni a los políticos carolinenses ni a nuestros vecinos.

(*) José Rodríguez Fernández era Alcalde de La Carolina el 23-F de 1981

Ademas de lo expuesto y siguiendo en La Revista de La Carolina, ver lo que Noni Montes cuenta, pues él era el responsable del Partido Socialista en aquel agitado día.
Lo que a él le sucedió era lo normal en las personas con responsabilidades políticas y sindicales.

Coincido contigo Bauman,lo que cuenta es la realidad que se vivio
en esas horas y deberiamos aprender de lo que fueron capaces de
hacer muchas de esas personas con ideologias politicas totalmente
diferentes.

Yo tenía 9 años y recuerdo que mi padre que era militante del PSOE desde la clandestinidad y otro vecino mio sindicalista de UGT estaban en el trabajo y nos llamaban a cada rato para decirnos que no iba a pasar nada y que estuvieramos tranquilos, por supuesto mi madre y mi vecina estaban muy nerviosas. Años después se que teniamos todo preparado para irnos a Francia en caso de golpe de estado y de otras cosas que aqui no es el sitio de contarlas porque forma parte de la memoria y vida de otras personas.

Soryeye, ¿clandestino en el 81? A lo mejor tu padre se esquivocó de pais, porque aquí ya había una Constitución aprobada (de ahí lode golpe de Estado). Nadie, ni el PC, estaba en la clandestinidad

carolina a ver si aprender de leer que ya eres un poco vieja he dicho que era militante del PSOE desde que el PSOE era un partido clandestina, tu que sabrá de clandestinidad

Ah vale. Sorry. Es que e smu temprano

¿temprano? vaya vidorra que llevas.

Jo eso digo yo!!!! la virgen!!!

jeje, es lo que tiene ser universitario... que me acuesto tarde. La verdad es que no me quejo, ya me tocará apechugar...

La antigua doctrina cortesana distinguía dos clases de monarcas. Los que lo eran por legitimidad de su origen dinástico y los que lo eran por legitimidad de ejercicio de su función coronada. Cuando cualquiera de esas dos legitimidades parecía dudosa, y la situación del Reino se hacía inestable, los legitimistas y los situacionistas las sumaban. Esto ha sucedido en España con Juan Carlos I a partir del 23F.

Una visión interesante.

Su derecho a ocupar el trono ya no solo proviene de Franco, y de la renuncia forzada de su padre, sino sobre todo de la legitimidad carismática que le dio, ante un pueblo asustado, su providencial comparecencia en televisión para anunciar a los españoles que podrían dormir tranquilos tras el aborto que él mismo hizo de la sonada del coronel Tejero. En aquella madrugada murió el débil monarquismo y nació el poderoso “juancarlismo”. El problema de la Monarquía se trasladaba de este modo a la falta de legitimidad del heredero de un Rey carismático.Sostengo la tesis de que la Monarquía solo la podría legitimar el heredero si los españoles lo aceptaban como Rey.

Ningún historiador ha desenmascarado todavía tan oportunista mito, que convertía en héroe repentino, digno del premio Nobel de la Paz, a quien el día anterior no se le reconocían cualidades mentales o de carácter para imponer su voluntad a los que le impusieron una función decorativa en la Monarquía de Partidos. Nadie exigió explicaciones parlamentarias a la dimisión de Suárez, antecedente causal del 23F, pese a que la justificó en el peligro de un golpe militar. Ningún medio de comunicación se preocupó de investigar el absurdo de la explicación oficial. Y el nuevo Rey carismático continuó disfrutando de la Corona, sin el menor asomo de carisma ni de influencia en los acontecimientos que han conducido a la situación actual de España como Estado sin Nación propia, exclusiva de otras Naciones.

Ningún historiador ha explicado los hechos, el propio Rey se autoinculpó en el mensaje televisado, cuando reconoció haberle dicho al capitán general de la región valenciana, con los tanques en la calle, que después de su última conversación por teléfono con él ya no podía dar marcha atrás. Este dato siempre ha pasado desapercibido,y de que a las tres de la mañana se había retirado de la agencia Efe el texto enviado a dicho general, donde se aclaraba el misterioso mensaje televisado.