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25-08-11 16:11 #8611990
Por:No Registrado
carta de un alto político a su mujer
Carta de un alto político a su mujer
Hola cariño, te envío este Email mientras viajo en el vuelo a Sudáfrica. Te parecerá raro que lo haga por escrito, pero es que la pesadilla que acabo de tener todavía me hace temblar mientras escribo. Bueno, intentaré ser breve.
Volábamos sobre África; abajo podía distinguir la sabana y alguna aldea con chozas. Manadas de animales corrían de aquí para allá, el cielo era claro y limpio. El asiento era muy cómodo y la temperatura perfecta. Sonreí al pensar que ahí abajo superaría seguramente los 40º, mientras saboreaba tranquilamente mi Martini. Me hallaba divagando sobre la próxima reunión con el gobierno sudafricano, cuando debí caer en un sueño repentino. Cuando desperté (eso creía yo) me encontré de pronto en el pequeño aeropuerto de algún país africano. Muchos eran negros aunque también había blancos y de otras razas. Mientras un hombre uniformado negro me daba la bienvenida, el avión en el que viajo ganaba velocidad a mis espaldas. Quedé estupefacto al ver cómo me dejaban en aquél lugar sin explicación alguna y un sudor frío de terror me empapó la frente y la espalda. En efecto, la temperatura era muy alta y mi camisa azul empezó a mojarse por la zona de las axilas. Era asqueroso sudar así. En mi idioma, aquél hombre me preguntó si pensaba quedarme o venía de visita. Yo le dije que de visita, por supuesto, y me hizo que lo siguiera hasta una oficina cercana a la pista. La gente iba y venía caminando sin prisa. No vi coches, motos o autobuses de ningún tipo, ni taxis. El hombre me preguntó cuánto tiempo pasaría en el país, a lo que respondí que no lo sabía. En ese momento entró una guapa mujer también uniformada de color tostado (pensé que era mestiza) y me comunicó que la avían avisado por radio; por lo visto me habían echado en falta en el avión. Me dijo que habían aterrizado allí para una entrega, y que me recogerían a la vuelta, o sea, dentro de dos días. El hombre negro me pidió 250 euros, que era la cantidad estipulada por los dos días y medio de estancia que iba a permanecer en el país; le di la Visa y tecleó en una máquina, luego me dio una tarjeta metálica plateada que salió con un extraño zumbido del aparato; con un cordoncillo para ponérmela al cuello. Me negué, por supuesto, pero aquél hombre me aconsejó que la llevase visible sino quería tener problemas con los de inmigración. La señorita se presentó como Emma y me acompañó a mi hospedaje, que estaba a medio kilómetro de allí. Por la calle sin asfaltar pasaban bicicletas, carros-taxis, y otros que transportaban cosas o gente. Todos tirados por animales. Caballos y burros principalmente. La gente caminaba feliz, pues sonreían y me miraban descaradamente. Emma caminaba a mi lado y empezó a explicarme algunas cosas de su país, del que pregunté su nombre.
-Se llama Humania, aunque antes no se llamaba así. Llevamos 7 años con el nuevo sistema fundado por Jim. <respondió>
-¿Quién es Jim?
-Es nuestro presidente y fundador. Hace 8 años Jim vino de Canadá a pasar unos días a nuestro país, de safari. Era muy rico, pero se aburría. Las acciones heredadas le mantenían a salvo de problemas financieros. En aquél tiempo nuestro presidente mantenía una dura represión policial. El ejército mataba sin contemplaciones a quien sospechara que fuera un simpatizante de la milicia rebelde. Llevábamos en guerra 12 años con la guerrilla.
-¿No hay coches? <pregunté>
-No. Toda nuestra maquinaria es ecológica. Están prohibidos los combustibles fósiles. Nuestro gobierno ha empezado ya la creación de centrales de hidrógeno y maquinaria, mientras tanto usamos los animales, el Sol y la energía de los ríos para producir electricidad.
Como le decía, Jim vio lo que pasaba aquí y preparó un plan. Seis meses después llegó con un grupo de expertos, abogados y mercenarios de paisano, se entrevistó con el jefe de la guerrilla y con nuestro presidente y… compró nuestro país.
-Eso es imposible, no se puede comprar un país. <le dije, aunque sabía perfectamente que sí se podía, sino que le pregunten al Fondo Monetario, al Banco Mundial o a los tiburones de Wall Street. Qué te voy a contar…>
-Pues así fue. Pagó a los dos una enorme cantidad de dinero, y entrego una pequeña parte de sus acciones a quienes no desearon quedarse aquí. Luego puso en marcha su plan. Habló con nosotros y nos explicó sus intenciones. Al principio su equipo y él regían todo, ahora el pueblo ocupa puestos de importancia una vez han sido elegidos nuestros representantes. Por supuesto el sigue siendo nuestro presidente y lo será mientras él quiera y el pueblo lo desee.
-Entonces es más o menos una dictadura. <estaba claro que un friki de mierda no podía aspirar más que a poseer un imperio>
-No y sí. No, porque así lo hemos querido. El país funciona y Jim cumplió lo que nos prometió. Alimento, ropa, vivienda, trabajo, medicinas (que es lo que descargó su avión), educación y un futuro digno a todos, sin desigualdades y con justicia. ¿Qué más se puede pedir a un país donde cada año morían de hambre y por los soldados medio millón de personas?
-No deja de ser una dictadura. ¿O acaso existe la libertad de elección, o los partidos políticos? <sospechaba que la tía era tonta perdida, y que su cavidad craneal debía albergar algún tipo de derivado de la madera>
-Claro que no. Eso fue lo que nos llevó a la situación anterior. Eso y la corrupción del gobierno y del ejército. Además, aquí somos libres de marcharnos cuando queramos, eso sí, con lo que podamos llevar en un carro de mano. Esta condición impuesta por Jim es para todos.
Un carro pasó con unos rodillos que recogían la bosta de los caballos para almacenarla en un gran cajón y poco después otro con una cisterna regaba la calle para mitigar el polvo. Las casas eran parecidas unas a otras pero no iguales, y se veían bien conservadas. La gente vestía de forma sencilla y adecuada a la temperatura que hacía. Pequeños taxis de dos plazas tirados por pequeños caballos pasaban de vez en cuando. Vi también diversas tiendas en los bajos de las viviendas. Al pasar junto a la puerta de lo que parecía ser un bar Emma me invitó a tomar algo fresco. Estaba acalorado. Entramos y pedí un café con hielo.
-Bueno, como comprobará durante estos dos días, no vivimos mal en nuestro país. Esta es la capital, pero si fuese a cualquier otro pueblo vería lo mismo que aquí, salvo el aeropuerto, claro; que es el único del país y la puerta de entrada a nuestras escasas importaciones junto a los puestos fronterizos de carretera. Jim propuso la autarquía integral como modo principal, y mínimas importaciones y exportaciones para casos imposibles de desarrollar dentro del país, por ejemplo por falta de agunas materias primas.
-Menudo sistema <dije mosqueado. Lo de la ausencia de partidos políticos me había cabreado bastante. Quién sería ese Jim. Tendría que informarme al regresar a la civilización> Entonces carecerán de muchas cosas. Sin actividad comercial y sin relaciones comerciales exteriores no tendrán por ejemplo internet.
-Se equivoca cada pueblo tiene red wi-fi gratuita. En cada bar, fíjese ahí, en aquella mesa, hay un ordenador al servicio de quien lo necesite en secciones de media hora, luego, sino hay nadie a la espera se puede continuar de nuevo. En Humania producimos casi la totalidad de lo que necesitamos. Y aquello de que no disponemos lo suplimos con lo que tenemos. Ya le digo, salvo algunas pocas cosas. ¿Continuamos hacia el hotel?
Emma introdujo su tarjeta, muy similar a la mía en una máquina que había en el mostrador. El camarero, con la sonrisa habitual de todo el mundo en aquél país tecleó. También él llevaba al cuello su tarjeta. Una luz verde se encendió y ella extrajo la tarjeta de metal.
-Introdúzcala ahí, por favor. Espere un momento... Ya la puede sacar. Aquí todos utilizamos las tarjetas, cada uno la suya. Por desgracia no debo invitarle. La tarjeta registra el consumo de cada uno.
-Ya, como nuestras tarjetas de crédito.
-No, aquí no existe el crédito, ni tampoco el dinero. Las tarjetas son únicamente para conocer la demanda de cada producto y así producirlo en consonancia, ya me entiende, para que no haya muchos excedentes. Jim dice que no se debe malgastar esfuerzo en crear “sobrantes”, y que esa energía es necesaria para otras cosas de las que no disponemos. Él lo llama adecuar la producción. Dice que debe haber un equilibrio lo más perfecto posible entre demanda y disponibilidad. También sirve para evitar abusos por parte de quien quisiera acumular productos en casa, algo completamente sinsentido en nuestro país, donde no hay prácticamente nunca escasez de alimentos. La tarjeta la utilizamos para retirar lo que necesitamos pero en realidad no tiene un límite asignado. Solo en caso de exceso claro alguien como el delegado podría preguntar el porqué de tal retirada masiva de producto, por ejemplo, digamos que me llevo a casa diez litros de lechen o cinco pastillas de jabón, no sería lógico, ¿verdad?, si sé que mañana o cuando las necesite van a seguir ahí. Nuestras tarjetas no se recargan. Solo son para el control de bienes. Solo en casos muy graves, cuando se dicta la expulsión de alguien que ha cometido un delito muy grave, se le retira la tarjeta.
-¿Pretende decirme que no tienen una moneda del país? <la tía debió darse cuenta de mi expresión de terror, pero es que no podía ser cierto. ¿Te imaginas, ser como todos, vulgar, no poder disfrutar de privilegios especiales, no llevar ropa cara ni joyas, pertenecer a la plebe…? Adiós coche oficial. Adiós vuelos en primera. No más suites… Espera que me seque las lágrimas. Bueno, ya está, como te digo es la pesadilla más bestial que he tenido en mi vida. Por eso te escribo.>
-Así es. Jim sabía bien que el dinero era la causa principal de los males de la humanidad. Y él lo sabía mejor que nosotros, él era rico, ya le dije, mientras que aquí casi nadie tenía trabajo y mucho menos dinero. Así que sabía lo que el dinero acabaría haciendo con la gente… corromperla y enfrentarla. Es como tener piojos.
-¿Cómo dices?, creo que no te entiendo.
-Es muy sencillo, imagina que dos personas están una al lado de la otra en un bar. Una se rasca y se quita un piojo de la uña. Si la persona que está al lado tiene piojos no le dará ninguna importancia, incluso quizá se rasque también y sonría a su vecina de barra, pero si la de al lado no tiene piojos seguro que se aparta y mirará con asco o desprecio a la otra, ¿verdad? Y sin embargo sigue siendo una persona con piojos, nada más. En los dos casos es la misma persona, ¿o no?
-<Conteniendo el vómito le respondí> Claro, es un ejemplo algo sucio, pero puede ser como dice. Aunque el dinero no es tan sucio como su ejemplo.
-Es peor. En mi ejemplo se desprecia a una persona; cosa que también se hace según el dinero que posea cada cual, pero en la realidad con el dinero se destruye, se mata, se esclaviza y se hace sufrir a quien no lo tiene.
-<Empezaba a caerme gorda la tal Emma con su discurso anticapitalista, así que le lancé una flecha enriquecida con curare> Pero a mi acaban de cobrarme 250 euros por pasar dos días aquí con ustedes en su país. Ese Jim no tiene un pelo de tonto. ¿Si tanto odian el dinero, cómo es que a mí me lo cobran?
-Desde luego. ¿Recuerda que el jefe de inmigración le preguntó si venia de turista o para quedarse?
-Sí. Pero ese negro me ha cobrado 250 euros de mi visa platino…
-Si se queda con nosotros tendría que pasar un mes en la escuela de inmigración, allí se le explicaría el funcionamiento de nuestro sistema, cuáles son sus derechos y deberes, y una vez colocado en nuestro mercado laboral se le asignaría su casa, su bicicleta (en caso de necesitarla o quererla) y su tarjeta. Como usted no se quedará, se le aplican 100 euros diarios de gastos a la comunidad, porque usted no va a producirnos ningún beneficio al no trabajar, ¿cierto?, y con ellos se le permite disfrutar como a un habitante más de todas nuestras instalaciones y servicios. Recuerde que no disponemos de dinero ni similar. Usted tiene acceso a todo lo necesario mientras permanezca aquí y eso cuesta 250 euros. Considérelo un todo-incluido.
-¡Pues que vengan turistas a su país, dirá ese Jim. Menuda cara. Vaya negocio que está haciendo! <esta se cree que soy tonto>
-Se equivoca de nuevo. Jim no quiere promover el turismo, aunque alguien siempre va a venir, aunque sea para aprender y ver cómo funciona nuestro sistema de comunitarismo (así lo llama Jim). El turismo, si es grande, desestabilizaría mucho la producción y distribución de bienes. Si bien es cierto que con el dinero cobrado y los pequeños excedentes, que ya le he dicho que intentamos que sean mínimos, compramos fuera lo que no tenemos aquí. De eso se encarga la oficina de importación-exportación.
-Sin embargo esos ordenadores… esas ruedas de coche de los carros… en fin, no creo que tengan petróleo aquí en su país. Ni tecnología punta.
-No lo tenemos. Y casi todos los ordenadores son usados, y traídos aquí como desecho del primer mundo. Las ruedas también, aunque sean usadas sirven durante mucho tiempo en las carretas, que como imaginará ruedan mucho más despacio que sus coches. Jim las importa gratis gracias a acuerdos con plantas de tratamiento de desechos. Los ordenadores estamos ya empezando a fabricarlos aquí.
-No creo que viviendo así tengan una gran avalancha de inmigrantes en su país. <¿pero quién en su sano juicio iba a querer vivir con lo puesto, sin dinero, sin posibilidad de destacar en nada sobre los demás? Esta tía está de atar>
-Al principio no, pero ahora estamos empezando a filtrar. Nuestro país no es demasiado grande, y su capacidad de alimentar a todos es por tanto limitada, pero esto también pasa fuera de nuestras fronteras. Aquí comemos principalmente alimentos frescos, carne, algo de pescado, mucha fruta y verdura, también cereales. No desechamos nada. Todo es reciclado. Nuestros envases son reutilizados siempre, y el cartón convertido otra vez en papel o cartón. Ese carro que recogía la bosta de los animales lo hace para después estercolar los campos de siembra junto con los desechos humanos previamente tratados. Nada se tira, absolutamente nada. Aquí no se piensa en si es rentable o no esta o aquella cosa, se piensa en si es o no necesaria. Al no tener la limitación del dinero, todo es útil, necesario, viable. Aquí no competimos con nadie. Una frase famosa de Jim es: “No hay que competir ni para ser bueno”, porque cuando alguien compite, alguien pierde, y aquí nadie va a perder nada.
-Vaya con ese Jim. Menudo emporio ha montado el tío. ¿Y cuál es entonces su sistema político? Si es que existe. <seguro que no>
-Ninguno, bueno, le explico: Estamos agrupados en centenas formadas por 101 personas o menos, pero nunca más. De cada 101 personas (que siempre nos conocemos) elegimos a un delegado que tiene que ser una persona justa, noble y honrada. Esta persona, el delegado, no se presenta a elecciones ni nada de eso; es elegido y tiene que tener 2 tercios de los votos, sino se repite la votación hasta que sea elegido alguien que los tenga. Caso de no ser posible, el colegio de delegados designará a uno (que suele ser el que más votos a obtenido). Ser delegado es un honor. Él se encarga de recoger las peticiones de servicios, solicitudes de cambio de trabajo, ideas y propuestas de la centena y los envía al mil. El mil representa a diez delegados y es elegido por los diez delegados de entre ellos. En realidad, el mil continúa siendo un delegado de su centena, pero con un ayudante encargado de los asuntos de esta; se encarga de tareas más importantes; asignación de trabajos y abastecimiento principalmente. Tanto los delegados como los miles ejercen de jueces en distintas disputas entre sus electores, y según la importancia del conflicto. Y así sucesivamente de cada 10 miles se elige a los diezmiles y de entre éstos a los cienmiles. Cada uno ostenta tareas cada vez más importantes y con la obligación de justicia, honradez y eficacia por encima de cualquier valoración, y si no cumplen con estas premisas pueden ser relevados mediante los votos de quienes lo alzaron al puesto. Estos puestos antes eran llevados por el equipo de Jim, pero se empezó con los delegados y hasta ahora hemos nombrado ya a los cienmiles. Muy pronto se elegirá a los millones, pero por ahora Jim y sus expertos se encargan de los asuntos más importantes. Es difícil manejar un sistema como el nuestro sin ninguna experiencia previa. Lo único parecido hay que buscarlo en algunas tribus y en los antiguos conventos, que yo sepa.
-Un sistema así no puede funcionar por mucho tiempo. ¿Qué me dice de sus vecinos, acaso ven su forma de vida con buenos ojos? Por no hablar de lo que en el resto del mundo se debe pensar de ustedes. <que son una especie de hippies moderados, y unos ilusos, qué van a pensar.>
-Funcionar, funciona perfectamente. Tenga en cuenta que aquí no existe el paro. Es la única obligación para con nuestro país, el trabajar. No hay barrios marginales, ni pobreza, ni exclusión social, ni desigualdad. La tarjeta o chapa, como la llamamos aquí, es para toda la vida. Los derechos aquí no caducan nunca. Desde que tienen 5 años, a los niños le dan la suya. Un jubilado sigue disfrutando de su casa, su médico, etc. Un cienmil tiene exactamente la misma tarjeta que yo, y los mismos privilegios, si me apura, yo puedo elegir, como todo el mundo aquí, el trabajo que haré para la comunidad, y salvo que no haya disponibilidad en ese momento eso es lo que haré, pudiendo cambiarlo cuando quiera o elegir de entre unos cuantos cuál me gusta más, eso si es que no puedo hacer el que elegí. En ese caso estaré en lista para cuando pueda ser. De todos modos, todos los trabajos son y serán igual de dignos. Sin embargo, el elegido como delegado tendrá que serlo aunque no quiera, puesto que la gente lo ha elegido por su valor humano. Aquí los puestos son vitalicios a menos que las centenas o los delegados o los miles, etc se reúnan y valoren el cambiar a su representante con dos tercios de votos a favor. Entonces se elige a un nuevo representante y el antiguo pasa a trabajador normal en su centena o a delegado o a mil, etc. No hay elecciones más que localmente y en estos casos.
Con respecto a nuestros “vecinos” hablan pestes de nosotros, ya que temen una emigración masiva de sus… esclavos. A los que martirizan haciéndolos trabajar como a bestias por un salario que no les alcanza ni para comer. Eso el que tiene la suerte de trabajar. No tememos un enfrentamiento por que Jim sabe hacer las cosas bien. Nuestro ejército es de leva. Cuando se cumple 17 años todos, chicos y chicas entran a formarse en la defensa por un año. Además tenemos a nuestros militares de carrera. Y Jim a conseguido asustarles mostrando un documento referente a la protección militar de Canadá para con nuestro país, que no sé cómo habrá obtenido.
En realidad Jim dice temer solo a las grandes corporaciones extranjeras y a la CIA. Dice que no dudarían en matarle si pudieran y por ello debe estar protegido constantemente por su pequeña guardia personal. Cree que con el tiempo le dejarán en paz, pero ha recibido muchas amenazas de muerte. Bueno, ya estamos.
Al llegar al hotel Emma quedó esperándome en recepción mientras un sonriente botones me acompañaba a la habitación. No era un dechado de lujo pero estaba limpia. No había mini-bar, pero podía pedir que me subieran algo de beber a la habitación. Cerré la puerta, cogí la llave y bajé a comer con Emma. La chica era atractiva y el uniforme le sentaba bien. Era de color marrón claro y llevaba falda, pero para mí era tonta perdida. Mientras traían lo pedido pensaba en que si todo el mundo fuese así, profesiones como la mía tendrían los días contados, y no me gustó nada.
-¿Y en qué consiste su trabajo? <le pregunté>
-Soy auxiliar del aeropuerto. Nos dedicamos a acompañar a los turistas, que suelen ser pocos como le he dicho, llevar a los inmigrantes al colegio de inmigración y avisar para que pasen a recoger los envíos urgentes, principalmente medicinas, a los carros refrigerados. Somos organizadores y un poco relaciones públicas.
-Y así se gana la vida. <vaya chollo de enchufada que pilló la niña>
-Alguien tiene que hacerlo, ¿no?
-Sí, pero es mejor que trabajar en el campo, ¿verdad? <desde luego que lo era, a ver cómo salía ahora de la encrucijada. Me imaginé frente al sanedrín juzgándola a ella y gritando ¡crucificadla, crucificadla!>
-Eso depende. Aquí no hay nada que sea mejor o peor, eso depende de las preferencias y gustos de cada uno. A mí no me gusta demasiado el trabajo en el campo, pero hay mucha gente a la que sí que le gusta. En parte es menos complejo. En su sistema se han menospreciado los oficios según la remuneración o sus requerimientos físicos, pero aquí no es así para nada. Prevalece la libre elección de la persona mientras sea posible.
-Bueno,<Empezaba a sentirme molesto por que una vulgar relaciones públicas de un aeropuerto perdido en el culo del mundo me hablase como si fuese un niño de párvulos> demasiado bueno para que funcione, ya le digo.
-Pues lo hace. Mire usted, en este país las mujeres en avanzado estado, con bebés o con niños hasta 5 años y los jubilados están exentos de trabajar a tiempo total, es decir, las 8 horas que trabajamos los demás. Estas personas deciden si quieren o no trabajar y cuántas horas, siempre voluntariamente. Se considera que su trabajo en casa o su estado de salud es más importante que su ayuda a la comunidad. Eso no pasa en “su mundo”, ¿verdad?, donde los ancianos son apartados con pensiones de miseria y los hogares están llenos de niños solos esperando que alguno de sus padres vuelva destrozado del trabajo. Eso si te tiene derecho a una pensión o si se dispone de un hogar. Su mundo es muy bonito para los que viven bien, que suele ser una escasa minoría cada vez más reducida, mientras el resto es esclavo de un dinero que nunca es suficiente y que le roban a través de los impuestos para que nunca tenga nada. En su mundo no hay nada seguro; ni el trabajo, ni el cuidado de los hijos, ni su educación, ni su futuro, ni su jubilación, nada. Viven como nosotros antes, asustados y en tensión sin saber si mañana podrían tener comida sobre la mesa. Mirando de reojo al amigo o compañero para que no rinda en el trabajo más que usted. Desconfiando de todo el mundo. Intentando aferrarse a cualquier cosa que parezca firme, aunque luego no lo sea. Nada lo es en su mundo. Y lo peor es que no interesa que sea de otra manera.
-Creo que ese Jim les ha comido el cerebro y que seguramente estará vendiendo a escondidas, él y su camarilla, los recursos naturales de su país. Seguro que esa “oficina de exportación-importación es la tapadera para forrarse a costa suya. Me parece que son unos pardillos. <a mi cara asomó una sonrisa llena de satisfacción al ver como “la pardilla” enfurecía por momentos>
En ese instante no me pareció ya tan amistosa. Cogió el vaso de cerveza que estaba bebiendo y lo volcó a posta en la mesa en dirección a mí, mientras me miraba con satisfacción. El líquido helado cayó sobre mi pantalón mojándome toda la entrepierna y yo salté atrás intentando no mojarme, aunque ya era tarde.
Desperté de repente en mi grueso sillón de primera clase. El zumbido del avión me hizo sonreír aunque la copa de Martini con hielo que sujetaba inclinada en la mano hubiese echado a perder unos pantalones de 160 euros. La azafata me vio y dijo: Jim, por favor, otro Martini para el señor. Jim, Jim,Jim…
Y esta es la pesadilla. ¿Te lo imaginas, cariño, te imaginas algo así? Es lo más fuerte que he soñado en mi vida. Cuando aterricemos en Ciudad del Cabo te compraré algo. Nada de figuritas de madera estilizadas hechas por alguna negra en una choza, sabe Dios qué cantidad de microbios puede tener algo así, lo pienso y me echo a temblar, nada de eso, he oído que los diamantes no son caros por aquí… Creo que te llevaré unos pendientes para que cuando te lleve a Bruselas te vean guapa. Un beso cariño.

Escrito por trapo blanco el 15-Agosto-2011
Si os ha gustado la historia os invito a enviarla por Email, el cara-libro, etc. a vuestros amigos o conocidos. Porque otro mundo es posible. También, a los curiosos, os invito a ver mi blog: trapoblanco.blogspot.com
Todo aquello que la mente humana es capaz de imaginar, es posible. Gracias, ha sido un placer escribir para vosotros, y con que a solo uno de vosotros le guste este pequeño relato habrá valido la pena.
Puntos:
25-08-11 18:25 #8612800 -> 8611990
Por:No Registrado
RE: carta de un alto político a su mujer
Un poquito larga ¿no? debio ser por culpa del tempral, menos mal que el sueño no esta nada mal usted es jim ¿No? mucho gusto hijo cuando he llegado al final del sueño no me acuerdo de lo primero Riendote
Puntos:
25-08-11 22:46 #8614287 -> 8612800
Por:No Registrado
RE: carta de un alto político a su mujer
No, yo no soy Jim. Jim es el camarero. Bueno, He tratado de dejar clara la idea lo mas brevemente que he podido. Lamento tu memoria. Gracias por leer, es algo que ya casi nadie hace. Así nos va. Un saludo.
Puntos:
26-08-11 01:51 #8615240 -> 8614287
Por:No Registrado
RE: carta de un alto político a su mujer
Eso es cierto pero!! es que vivimos en epocas virtuales y es mejor conectar con el aqui y el ahora, además la tendencia es a que desaparezca lo familiar, que curioso se esta perdiendo la defensa de la familia Pasmado
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