Calvià - Islas Baleares

¡Viva la Guardia Civil, viva España y viva el Rey!

Carlos Delgado Truyols |
Actualizado jueves 06/08/2009 12:37 horas

Quién me iba a decir el pasado jueves, cuando a primera hora de la mañana iniciaba lo que debería haber sido una jornada laboral normal, lo que íbamos a vivir a lo largo de la misma. Estábamos todos los concejales de Calviá en la recta final del pleno ordinario del mes de julio cuando, sobre las 13.45 horas, la policía me comunicó la terrible noticia: había estallado un coche de la Guardia Civil en Palmanova. A partir de ahí, esa jornada y la siguiente se convirtieron en unos de los días más tristes de mi vida.

Durante todo el día 30 estuve atendiendo, como era mi obligación, a los medios de comunicación locales y a los de toda España desde el lugar del atentado. Tuve que contestar repetidas preguntas sobre las posibles consecuencias turísticas del mismo, cuando tenía un nudo en la garganta y no podía dejar de pensar en lo que había visto, en los dos guardias civiles asesinados, en sus familias, en sus seres queridos y en sus compañeros de la Benemérita. Afortunadamente, estuve arropado por varios colaboradores de Calviá, por nuestra extraordinaria Policía Local y por unos compañeros del Partido Popular que no se separaron de mí en todo el día. Quiero aprovechar la ocasión para darles públicamente las gracias a todos ellos.

Al día siguiente asistí a la capilla ardiente instalada en el Palacio de la Almudaina, al Pleno de condena convocado en el Consell Insular de Mallorca, al Pleno de condena y a los cinco minutos de silencio del Ayuntamiento de Calviá, al Funeral de Estado en la Catedral y, finalmente, a la concentración popular convocada por varias instituciones frente al cuartel de la Guardia Civil de Palmanova. En este último acto, di lectura a un texto cuyo contenido había sido pactado por todas las instituciones y acabé mi intervención con unas palabras de mi propia cosecha, que salieron directas de mi corazón y que fueron secundadas, aplaudidas y agradecidas por todos los presentes, o, por lo menos, por todos los presentes que no eran políticos ni periodistas. Dichas palabras fueron: «Viva la Guardia Civil, viva el Rey y viva España».

Hasta aquí, todo lo narrado son los hechos tal cual ocurrieron y ya son historia.

A partir de aquí, quiero hacer unas consideraciones sobre lo que se ha escrito en relación a mi participación en estos tristes acontecimientos en el periódico sensacionalista y nacionalista Última Hora y en el periódico independentista Balears, para acabar mi artículo con unas reflexiones finales.

Todos los ciudadanos de Baleares conocen la campaña de desprestigio contra mi persona que desde 2005 viene realizando el propietario de los mencionados periódicos por no haber conseguido culminar el famoso pelotazo urbanístico en la finca Son Massot de Calviá. Como uno se acostumbra a todo, no suelo contestar a las continuas mentiras que Pedro Serra publica en sus periódicos sobre mí. Sin embargo, emplear un atentado terrorista para continuar con su vengativa campaña de persecución personal es algo que no puedo tolerar, por lo que, sin que sirva de precedente, voy a contestar a las falsas afirmaciones que en relación a mi actuación en estas circunstancias han realizado dichos periódicos.

Me han acusado de criticar a la Guardia Civil diciendo que están «relajados», sacando mi frase de contexto para intentar enfrentarme al Cuerpo. Pese a ello, no van a conseguir que la Guardia Civil cambie su opinión sobre mi persona. Saben bien lo que les admiro y aprecio desde siempre y saben también lo que les hemos ayudado desde el Ayuntamiento de Calviá, entre otras cosas, cediéndoles gratuitamente un local municipal (frente al cual ocurrió el atentado) para permitirles desarrollar con más dignidad su tarea, a la espera de que ZP y Rubalcaba se dignen a construirles el cuartel que tanto necesitan en el solar –también cedido gratuitamente por el Ayuntamiento de Calviá– previsto para ello desde hace ya varios años. Debo aclarar que lo que exactamente dije fue que el hecho de vivir en una isla había provocado que, tanto las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado como los políticos, estuviéramos más confiados de lo que deberíamos ante los asesinos de ETA, y que iba a haber un antes y un después de este atentado. (De hecho, el pasado martes, un comandante del Cuerpo de Ingenieros del Ejército y asesor en desactivaciones declaró a Diario de Mallorca que «la confianza mata tanto como las bombas»).

Me han acusado también de intentar evitar que Rosa Estaràs subiera al escenario en el acto de concentración frente al cuartel de Palmanova. Eso es rotundamente falso. El acto fue organizado por el Departamento de Protocolo del Govern balear y yo estuve totalmente al margen de todo, obedeciendo las instrucciones que dicho departamento me dio. Es asombroso el pánico que tienen algunos a mis buenas relaciones con mis compañeros del PP. ¿Por qué será? ¿Acaso tiene alguien miedo a que las futuras circunstancias políticas le impidan continuar con su chollo de subvenciones públicas para sus periódicos?

En relación a dicho acto, rozando una vez más el ridículo, el escribano de turno me ha llegado a criticar que yo sostuviese la pancarta dos metros por delante de los demás. La realidad es que, cuando terminé mi intervención, me coloqué como pude en un escenario muy pequeño, porque así me lo indicaron, sujetando la pancarta de rechazo al terrorismo en una esquina de la misma, en el lugar que me habían reservado.

Por otra parte, un articulista habitual del diario Balears escribió el martes, en relación a mi intervención en dicho acto, lo siguiente: «¿Qué hacía Carlos Delgado leyendo el manifiesto del día de la concentración de Calviá?, ¿Por qué Delgado llevaba una corbata con la bandera española?, ¿Por qué rompió el discurso pactado para invitar a la gente a gritar Viva la Guardia Civil, viva el Rey, viva España? ¿Es que esto no es discurso político?, ¿Eran necesarias estas proclamas?». Pues bien, en respuesta al articulista, le diré que leí el manifiesto porque soy el alcalde del municipio castigado por la barbarie etarra y, por tanto, el que sufre más directamente lo que les pasa a sus ciudadanos, a sus turistas y a sus guardias civiles. Me puse una corbata oscura con una fina bandera española por respeto a los fallecidos y en homenaje a lo que los terroristas, y alguno más, quieren exterminar: Nuestra querida Patria, España. Y grité los tres vivas porque me salieron del corazón y porque son, tanto la Guardia Civil como Su Majestad, unas instituciones a las que todos los españoles de bien respetan y aprecian.

Por último, Última Hora intentó ridiculizarme por haber dicho los tres vivas en un orden supuestamente incorrecto. Yo dije: «Viva la Guardia Civil, viva el Rey y viva España» cuando, según Última Hora, debería haber dicho «Viva la Guardia Civil, viva España y viva el Rey». Ante ello, decir que, si el orden de mis palabras es protocolariamente incorrecto, pido disculpas por ello, especialmente a Su Majestad, pero repito que fue una intervención improvisada y directa del corazón, en unas circunstancias que nunca había vivido y que espero no volver a vivir jamás. Que cada cual juzgue como considere las críticas del mencionado periódico, al que yo creo que no molesta precisamente el orden, sino el hecho de que yo pronunciara tales vivas, que parecen producir sarpullidos a algunos héroes locales.

Para finalizar mi artículo y, al margen de las falsedades publicadas sobre mí, quería hacer unas reflexiones a los lectores sobre lo que está ocurriendo en Baleares: ¿Por qué no podemos querer y admirar a la Guardia Civil y molesta tanto citar su nombre?, ¿por qué se corre el riesgo de ser criticado si se lleva una bandera española?, ¿por qué parece que nos avergonzamos de nuestro himno nacional o de dar un viva al Rey?, ¿alguien piensa que esto pudiera ocurrir en países de intachable trayectoria democrática como Inglaterra, Francia o Estados Unidos? Tengo muy claro que la práctica totalidad de los ciudadanos de estas Islas comparten los mismos principios de amor y respeto a nuestra Patria y a nuestros símbolos. Sin embargo, el problema está en que el discurso radical de unos pocos es el que, por dejadez, pasotismo o miedo acaba marcando lo que podemos decir, vestir e incluso sentir todos los demás.

Yo animo a todos los ciudadanos de Baleares a decir basta ya a esta manipulación, a disfrutar sin complejos de nuestros símbolos, y a inculcar el respeto a los mismos a nuestros hijos. La familia se convierte aquí, como en tantos otros temas, en una institución de vital importancia para compensar la nefasta labor de los radicales de siempre. Pero no debemos enseñar a nuestros hijos únicamente el respeto a tales valores y principios, sino también a mostrar la necesaria valentía para que nunca permitan que dichos valores sean pisoteados en su presencia. Todo ello con independencia de que, sin ninguna duda y en algún momento no muy lejano, algunos políticos de estas islas vamos a tener que tomar cartas en el asunto e intervenir en una de las materias más necesitadas de reforma total: la educación. Pero todo a su debido tiempo. Mientras tanto, yo seguiré diciendo, cuando lo considere oportuno: «Viva la Guardia Civil, viva España y viva el Rey», aunque me equivoque en el orden.

https://ww.elmundo.es/elmundo/2009/08/06/baleares/1249555037.html

Para uno que se ha portado como Dios manda........... desde la Guardia Civil de Palmanova se le da las gracias por todo lo que hace y ha hecho, lo que no se molestaron en hacer los propios mandos desde la comandancia o la direccion general lo ha hecho este hombre, y no saca pecho por ello, gracias Carlos !!