Ontiñena - Huesca

Franja Digital

Ya han pasado casi tres legislaturas y la apuesta estratégica del PSOE aragonés, apoyándose en el PAR para gobernar, cubre su última su último mandato con nulo resultado en sus objetivos, todo lo contrario de lo que sucede a este último partido que ha " exprimido el limón" a conciencia para su "agrupación de intereses”. En su día, el muñidor del pacto- anunciador de un gobierno de centro izquierda, no sin cierta imaginación- fue Marcelino Iglesias. Hoy, moribunda la alianza o cerca de su ocaso ( el PAR ya prepara la traición y de nuevo su ubicación en el gobierno con sus aliados naturales), el líder rural e indiscutible de la familia socialista aragonesa ha hecho saber que no será candidato. Nadie como él con tanta habilidad como para verlas venir. No les quepa la menor duda de que sabe lo que hace, ahora que atisba las negras tormentas de la crisis encima de nosotros. Si España desde la entrada en la UE sólo ha sabido digerir un modelo de crecimiento basado en ladrillo-especulación, turismo y oposiciones a un empleo público( más por seguridad personal de muchos optantes, que vocación de servicio público ), qué decir del balance de estas tres últimas legislaturas en nuestra región. Hemos acabado- estamos acabando- de la misma forma que el resto del país, pero con la guinda de nuestras propias peculiariades: es decir, la incapacidad de armonizar un desarrollo agrario sostenible, mejorado con industrias agroalimentarias, una televisión que por su gasto no nos podemos permitir mientras la sanidad adolece de falta presupuesto, y la maniobra final al querer embarcarnos, lejos de la industralización y el desarrollo, por el camino de los golfos, el juego y la salvajada urbanística que se prepara en Gran Scala.

Los ciudadanos de habla catalana de nuestra región ( llevan siglos hablando esa lengua junto al castellano) seguirán sin poder usarla coficialmente en nuestra zona oriental de la provincia de Huesca y los valles pirenaicos sin contar con una ley de protección de la alta montaña, promesas estas que datan de la campaña electoral que llevó a los socialistas al poder por primera vez, y que, como tales, se repiten ante cada cita electoral hasta que son engullidas por la maquinaria del PAR, y el señor Biel.

Efectivamente, se acerca la hora de hacer balance. Nadie duda que esta alianza ha servido para consolidar a muchos cargos públicos socialistas en sus puestos y salario ( de los aliados ya ni hablamos). En eso ha sido de lo más eficaz, nadie lo pondrá en duda; pero si trataba de modernizar la región, soltar el lastre de sus caciques, nuestro endémico mal, y destinar nuestros mejores recursos a mejorar y aumentar nuestro gasto en sanidad, educación y tecnología el “Marcelinismo” no saldrá muy bien parado.

La foto o traca final del PSOE aragonés quizá se retrate en una calle dedicada a Monseñor Escribá en Zaragoza ( a cuenta de Alberto Belloch, otro estratega) y un proyecto de juego y casino en las estepas monegrinas. Si esto fue algún día un proyecto transformador, todo lo moderado que se quiera, la verdad es que hoy ya no lo reconoce nadie.


Mariano