Benabarre - Huesca

El bar Sol y Sombra de Benabarre,puede ser que pronto se restaure, pero las veladas de verano en su terraza, que es la Plaza Mayor, las recordará mas de uno, sobre todo de los años sesentaa y pico. Y sobre todo los bailes, tanto los de las Fiestas de san Medardo, como los de fiestas de Agosto.la de los " veraneanates".
Saludos de una benabarrense.

Recuerdo con nostalgia aquellas noches de Domingo del verano del 64, o como tu dices del sesenta y pico y aquella orquesta formada por tres musicos, o quizás cuatro, uno de ellos el padre de los Salinas que vivian en una casa poco antes de donde esta la pequeña capillita de la Virgen en el inicio de la calle Mayor.No recuerdo siquiera quienes eran los músicos que le acompañaban.Tampoco recuerdo los instrumentos que tocaban, seguramente un tambor, una guitarra, un contrabajo, un saxofón y una trompeta.Aun veo aquella peana de obra, de 60 o 70 centimetros de altura y forma exagonal que situada en un extremo de la plaza, cumplía con su papel de escenario para aquellos musicos desangelados que con sus tristes y melancólicas canciones inundaban el aire fresco de la noche y que servían para tapar las conversaciones de las mujeres que se sentaban en los bancos de piedra y barandillas de hierro.Las charlas eran muy animadas y seguramente servían para tratar temas vanales de un mundo que entonces se me antojaba limpio y maravilloso.Para mi aquellas noches eran mágicas.Me apasionaba subirme en la peana y desde alli, más cerca, contemplaba a aquellos musicos sin perder detalle, absorto y lleno de admiración, mientras otros muchachos quizás menos dominados por el influjo del ambiente, jugaban alrededor de ellos que imperturbables lanzaban sus acordes al viento.En esa plaza comencé mis pequeños escarceos como conquistador (que pretensiones), y aprendí a sentir el tacto de los dedos de las chicas sobre mis hombros y algun que otro dedo que se deslizaba por el pecho, aprendí también a encajar las primeras calabazas que dejaban tocado mi orgullo de hombrecito.En fin, recuerdos imborrables.Sentí una gran pena cuando en una de mis frecuentes visitas a Benabarre, observé que la peana había desaparecido y que la plaza ya no servía de cobijo a aquellos bailarines que torpes e inseguros pisabamos los pies de las chicas sin ni siquiera pedir una mínima disculpa mientras ellas nos regalaban con una sonrisa limpia y picarona que te hacía sentir el hombre más feliz del mundo.Estas palabras son mi pequeño homenaje a nuestra plaza de Benabarre que hoy aún a mis ? años, aún me hace volver a revivir el pasado aunque sea sólo por un maravillosos momento.