Villanueva de los Castillejos - Huelva

Tenía una belleza intensa que ofrecía tranquilidad cada vez que alguien se asomaba al balcón de sus ojos. Te atraía y te retenía para ella. Era poesía en manos de la armonía universal. Su voz se balanceaba entre los vórtices del aire perfumado por el azahar que sus labios habían conseguido desprender de su iridiscente piel nacarada cada vez que pronunciaba la más sencilla de las expresiones. A menudo daba la impresión de flotar en el aire cuando avanzaba por el estrecho corredor de nuestras dependencias en el Yard.
Su pelo color caoba brillaba con fuerza cuando desplegaba su melena al cándido Sol de los pírricos atardeceres de Noviembre. No era extraño verla sumida en un profundo estado de letargo con la mirada perdida, sus enormes ojos color avellana saturados de nostalgia, y salir de él con un suspiro emotivo, el cual siempre iba acompañado de alguna lágrima furtiva cargada de atemporales añoranzas.
Cuando le preguntaba, ella siempre respondía:
"Manzanas y naranjas. Cada vez que huelo su fragancia me dejo llevar por mis recuerdos y me transporto a mi infancia en el kibbutz de Ein Shemer, dónde mi padre trabajaba de químico para Tulop S.A. En Ein Shemer había una gran cantidad de frutales, pero destacaban por encima de todos los manzanos y los naranjos. Ein Shemer -se quedaba pensativa dejando que sus ojos brillasen ilusionados y continuaba con voz pausada- ¿Sabías que Ein Shemer es una variedad de manzanas? -esperaba mi respuesta aún a sabiendas de que no iba a dársela y proseguía- Son manzanas que brillan cuando el Sol de los atardeceres de Mayo decide visitarlas, y se convierten en improvisadas perlas doradas que sirven de imaginario joyero para cualquier niña que así lo lograse ver. ¡¿Y los naranjos?! -exclamó emocionada- "Las mejores naranjas, las Shamouti del tío Levi" -dijo con la voz grave tratando de imitar el tono de voz de un señor mayor- Eso solía decir cada vez que partía una naranja por la mitad y me la ofrecía, y yo me la comía deleitándome con el dulzor y derramando parte de su jugo por mis dedos y mi barbilla -fijó la vista en el techo y lanzó una carcajada arrebatadora- Los deditos pegajosos del néctar de la naranja, y el señor Berkowitz mojando mis manos con el agua que acababa de sacar del pozo inaugurado semanas atrás. -suspiró- Ein Shemer."
Y se secó las lágrimas mientras sonreía con ternura.

Marilo tiene razón, tienes una forma de manejar el lenguaje que es envidiable.

Gracias, es muy hermoso y desde luego sabes transportarnos con tus palabras a aquellos lugares que nos describes...

Espero el siguiente.. y si, sigo sintiendo envidia de tu manera de manejar esta herramienta que es la palabra escrita, que hace que tus textos tenga... poesía y música.

Un saludo

OE, OYE,!, nos tenias en el olvido, muy bién , me ha gustado mucho.
No ha sido posible verte cuando he estado ahi, al que salude y presnté mis hijos fué atu padre, está igual que siempre.Un saludo .