¿Qué os parece si aprendemos un poquito más de nuetra historia? SIGLO XIX Con malos augurios comenzó este siglo. En gran parte de España y sobre todo en la que abarcaban los cuatro Reinos de Andalucía, se propagó una mortal epidemia de "calentura biliosa amarilla", que desde el invierno de 1.800 hasta Septiembre de 1.805 tuvo casi incomunicada la zona Sur con el resto de la Península. Sólo el descubrimiento de una vacuna compuesta con "fluido vacuno", pudo acabar con la pertinaz y aterrorizante epidemia. Esta villa, al parecer, no se vio afectada en lo que respecta a la enfermedad, pero sí en las múltiples ordenanzas que, para evitar la propagación y contagio de zonas no infectadas, había que seguir. Una de ellas consistió en tapiar las entradas de algunas calles y callejas, para evitar en lo posible la entrada en el pueblo de personas afectadas, acción que no debió gustar mucho a los vecinos, ya que eran derribadas por la noche. El Ayuntamiento, entonces, tras descubrir a los culpables, las volvía a edificar, pero esta vez a costa de los infractores. Los cargos Capitulares seguían siendo los mismos que en el siglo anterior, aunque los señores Alcaldes eran llamados de "primer voto" y de "segundo voto". Una de las primeras acciones que debían ejecutar los nuevos Capitulares, tras tomar posesión de sus cargos, en el mes de enero, era la publicación de "un acto de buen gobierno", en los siguientes términos : "Resolución para que se observe y guarde por vía de buen gobierno las normas siguientes para que todos los vecinos vivan con arreglo en el Santo temor de Dios, del Rey y de su Justicia: 1.- Que ningún vecino estante o habitante en esta villa blasfeme de Dios Nuestro Señor, de María Santísima, de sus Santos, ni profiera expresiones impúdicas y escandalosas, pena de ser castigado con las vigorosas que disponen las Leyes a los que incurren en semejante atroz crimen. 2.- Que ninguna persona, sin las debidas licencias, trabaje ni haga trabajar en público los domingos y fiestas de guardar. 3.- Que ninguna persona de cualquier estado, calidad o condición que sea, tenga la osadía de murmurar, criticar y hablar mal del Gobierno del Rey, de sus Ministros, ni de la Justicia y sus Dependientes, pena de concurrir en el gran crimen de lesa magestad. 4.- Que la Dehesa, arbolado y demás tierras de esta villa y su término, sea guardada y deslindada como hasta aquí, y sus pastos y yerbas aprovechados solamente por los ganados permitidos y tolerados para ello. 5.- Que nadie pueda cortar ni corte leña verde en los campos comunes y Dehesas. 6.- Que ninguna persona de cualquier estado, condición o calidad que sea, haya de andar por las calles de noche después de dadas las diez, sin acreditar con la legitimidad debida la justa causa. 7.- Que ninguna persona de cualquier estado o condición use o traiga armas prohibidas, castigándose a la que se aprehendiese con la pena de azote, galeras y presidios. 8.- Que ningún vecino ni forastero haga parada ni se siente en la taberna de vino y aguardiente, ni en ellas, de modo alguno, haya juegoa de naypes de los prohibidos ni permitidos, castigándose a los que se aprehendiesen y a los taberneros. 9.- Que las puertas de las casa tabernas se han de cerrar todas las nochees, indispensablemente, a las diez, sin que vuelvan a abrirse a persona alguna, ni se despachen licores, salvo sea de urgente necesidad, hasta la mañana. 10.- Que ningún vecino ni forastero usen arma, ni aún las permitidas, ni tampoco jueguen a los naypes en los prohibidos, como son los de parada, envite, azar y demás prohibidos por la Real Pragmática, e igualmente se prohíbe, absolutamente, el uso de juegos de naypes de los permitidos entre gente pobre e hijos de familias. 11.- Últimamente, que todos vivan en el Santo temor de Dios, guardando sus Divinos Mandamientos, observando exactamente las Leyes Pragmáticas y Ordenes Reales y que con la debida subordinación miren a los señores Justicias; y será castigado severísimamente el que con publicidad y escándalo o en otra manera alguna quebrante cualquiera de los preceptos de estos mandatos”. Y así, cada año, este "auto de buen gobierno" era colocado en la Plaza y en las principales esquinas de la villa, para el general conocimiento y que nadie pudiese alegar desconocimiento.
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