Coloquio a la muerte La Muerte vino con su guadaña filosa, Se acercó a mí, con sus pasos sin ruido, Me toca el hombro con su mano ososa, Quiere conversar conmigo, en coloquio entendido. No me sobresalto ante la negra presencia Que se alza ante mí, con su filo brilloso, Tranquila mi mano se apega a la ciencia Que por dentro me dice el verso delicioso. Y le dije a la Muerte, con altiva mirada: "Te has equivocado, mi tiempo aún no llega, soy joven y sano y mi voz muy marcada es himno broncíneo de la hermosa vega". Me responde la Muerte, con su hablar de ultratumba: "Eres muy necio, la hora no distingue si estás gris de los años, o con fuerza profunda, que no hay tiempo precioso cuando la vida se extingue". Aún muy tranquilo, seguro de mi habla, le replico: "No me puedes llevar, pues no he visto la Tierra, pero aún me falta la celestial tarea, que el rico y el pobre igual sienten; del amor hablo y no de la guerra". "De nuevo eres necio", me esputa la Muerte, "El amor es un mundo que me ha superado, no le doblé la mano, ni pretendo tal suerte, que aman todavía a los que me he llevado". Ante estas sentencias caigo rendido, Me he dado cuenta de que el momento ha llegado, Y le tiendo la mano que la tuya no ha sentido Y me adentro en el largo pasillo de los que han callado. Descansa en paz, Antoñito.... |