Rosal de la Frontera - Huelva

Leí el otro día un artículo en el diario, que me hizo pensar en todas esas personas que hablan mal de la gente en general injustamente. Un fragmento del texto decía así:
"...Vemos muchos, cómo la vida nos frusta o disculpa mil deseos en los que acaso de una manera delirante cifrábamos la dicha.
De acuerdo.Lo que la vida nos quita o no quiere darnos forma parte de ella,pero ¿Qué diríamos de todo aquello a lo que únicamente nosotros hemos renunciado por ceguera o prejuicios, por pereza u obstinación? No tanto lo que perdemos o no se nos da, como lo que nos perdemos, lo que nos sustraemos.Esa persona que tardamos en tratar diez años porque la juzgábamos mal, y al conocerla mejor descubrimos su grandeza,anterior a nuestro desdén; ese libro que nos hemos negado a leer durante lustros, y al hacerlo por fin nos proporciona tantos goces, que nos hace intolerable el recuerdo de nuestra terquedad (...)
avergonzado:¿Cómo he podido vivir durante ese tiempo desconociendo algo así,habiéndolo tenido a mano? Y no sabe uno cómo disimular su culpa y, pensando en todo lo que ha perdido, ( ... ).
Andrés Trapiello, Dominical de La Vanguardia. 30 oct. 2005
Hagan el favor de valorar todo lo que tienen a su alrededor y después si no les gusta, critiquen, pero de una forma abierta y noble.
Un abrasaso refuerte.
Chú.