LAS PATAS DE MI SILLA, PROLOGO PRÓLOGO Realmente, no comenzaré estas historias desde el principio, pues no me atrevo, de momento, a contar todas las cosas de las cuales no estoy orgulloso. Pero si comenzaré por explicarlas, desde el punto, en el cual empezaron a preocuparme y hacerme pensar, ciertas circustancias de mi vida que consiguieron abrir en mi y solo en mi, puertas que conducían a ninguna parte de lo terrenal pero si, llenas de ventanas desde donde se podía observar, como el ser mas malvado del universo, merece ver y saber que incluso puede haber tiempo para amar y ser amado, borrar de tu mente todo lo pútrido que lleves dentro y poder sentir como en una catarata de agua congelada, que vital es ser, por una sola eternidad, el ser feliz con los demás cuando tú partes de un engranaje del cual tu eres la pieza defectuosa. Los seres terrenales, carecen de sentido audaz, para conservar enteros, todos los recuerdos vividos de un día para otro, maquinas virtualmente concebidas perfectas, hacen las veces de memoria real, ya que la mente no saborea dichos recuerdos, volviendo estos rancios incluso siendo los mas bellos vividos. La cosa cambia cuando se trata, en esos mismos seres, de guardar eternamente los peores de los recuerdos, revolviéndolos a cada instante en nuestras cabezas, reviviendo cada detalle de estos y situándolos, escaladamente, incluso, llegado el momento, bien perpetrado, vengarnos de aquellos, que con fuego tatuaron dichas imágenes binarias en nuestras almas, para de esta forma soltar lastre. Y que me dicen de ese tiempo en el cual la mente estuvo ocupada haciendo juicios celestiales y condenas perpetuas, sin contar que a su alrededor, pudiera haber otras mentes deseosas de ocupar dicho espacio en saborear las minucias de una vida simple pero llena de amor, si, ¡amor!, palabreja antaño perdida e incluso anquilosada, despreciada por soldados mercenarios, ejecutivos con derecho a pulcritud desmesurada de todo lo vanal, artistas del cariño fácil, quemadores que no vendedores de humo, disparates, del hoy te quiero mas que ayer, pero menos que el Corte Inglés. Ciertamente, mis historias no empiezan en estos pensamientos, tampoco me importa haber participado alguna vez de ellos, pero no son el punto de partida real para comenzar a describir y en boca de sus personajes, a discernir como se puede, aparentemente descarrilar, el tren de tu vida y aún así conservar el rumbo.
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