Isla Cristina - Huelva

Samaranch alza el brazo junto a un elenco de representantes del régimen franquista. Es el 18 de julio de 1974, y se celebra el 38º aniversario del golpe militar. La publicación de esta inequívoca instantánea en la revista Sàpiens ha motivado una campaña internacional para forzar la dimisión del presidente honorífico del COI, en defensa de "los valores democráticos y fraternales del deporte mundial".

La plataforma impulsora, Democràcia i Dignitat a lEsport, deplora los largos años en los que Samaranch colaboró con Franco y juzga especialmente grave su ambiguo discurso entorno al régimen franquista, y que "nunca se haya retractado". La campaña, aseguran, no es personalista; trata, más bien, de "evitar que algo así vuelva a ocurrir" en lo más alto del deporte, señala uno de sus impulsores.

Toni Strubell, miembro de la plataforma, recuerda que el movimiento olímpico internacional ha difundido siempre unas "coordenadas éticas y morales" y que en los años 50 depuró a colaboradores de Hitler y Mussolini. Sin embargo, para Strubell, la transmisión de ideales por parte de las presidencias del COI "tienen hoy credibilidad cero", por la falta de atención sobre la responsabilidad histórica de Samaranch.

Todos los comités olímpicos nacionales, del deporte y todas las academias olímpicas han recibido el manifiesto, y la iniciativa cuenta ya tres respuestas en positivo, una de ellas de un comité olímpico nacional. Para la plataforma esto supone "un gran éxito".

Mil adhesiones
Y aunque sea una campaña de "perfil bajo", realizada sin publicidad ni actos públicos, ya cuenta con más de mil adhesiones personales y de entidades. Los profesores universitarios y ensayistas norteamericanos, James Petras y Howard Zinn, figuran entre los firmantes.

este falangista en los años 80, paralizo la publicación de un libro sobre su pasado franco-falangista, escrito por dos escritores ingleses.Asi que si ha llegado a los 90 años se le puede y se le debe recordar su pasado y por verguenza, que no tiene, dimitir de todo.

No ha pedido perdon por los abusos que durante tantos años hicieron los falangistas a todo el pueblo español

Me cuesta recordar (me tendría que remotar años) un escrito tan estúpido como el que estoy contestando. Antes de nada permíteme que te confiese mi condición de izquierdista, lo digo para que no haya lugar a equívocos. El ser humano tiene la posibilidad, y el derecho, de evolucionar (o de involucionar). La España de 1974 estaba llena de falangistas, y dentro de este grupo había todo tipo de fauna. Bueno, había falangistas y gente que simpatizaban con falange. La españa de 1974 no daba opciones de participación. Un servidor en esa época nacía a la conciencia política, y las influencias me hacían simpatizar con la Liga Comunista Revolucionaria (¡vaya tela!). Estaba convencido de la necesidad de una revolución proletaria, ¡que quieres que te cuente...! En aquel tiempo empezó una evolución que llevó al PCE al eurocomunismo, y el PSOE renuncia al marxismo. Los unos y los otros se adaptan a una monarquía parlamentaria. La derecha se organiza en múltiples partidos políticos, surge UCD, Alianza Popular etc.

Te cuento todo este rollo porque el que más y el que menos hemos evolucionado hacia algo. Por ejemplo Jiménez Losantos (Maoísta furibundo) acaba convirtiéndose en portavoz de la derechona más recalcitrante. Pío Moa (miembro del GRAPO y participante en atentados terroristas) se ha convertido en el Redentor del mismísimo Franco. Ramón Tamames (PCE) es hoy en día inclasificable, y no veas la fauna de la que se ha nutrido el PSOE en la actualidad. Todo esto me lleva a preguntarme ¿y tú?, ¿qué has hecho tú con tu vida?

Hace tiempo que juzgo a las personas por sus acciones. Y el Sr. Samaranch es de esas personas que deja una hoja de servicios a su país, y al deporte dificilmente superables. En estos días de monigotes huecos que forman la política española me rindo a los pies de alguien con esa inteligencia y capacidad al servicio del bien.

Y pides tú, moniato, que Samaranch pida perdón. Pero de que higuera has caído, ¡simplicísimus de mi alma!

Un Isleño sorprendido.