MADRUGÁ Esto ya lo puse antes pero hoy viene bien y me paetece ponerlo otra vez.saludos
MadrugÁ
Amanece el viernes santo Envuelto en brumas de pasiÓn, En los ojos de los que aun no se han acostado, Pesa toda una noche de saetas y esquinas, De aguardiente y fritanga de churros. JesÚs callejea despacio, a paso lento. El cirineo le ayuda con el peso de la cruz Pero son muchas horas portÁndola Y sabe lo que le espera, sus ojos lo reflejan. Su madre lo sigue paso a paso, AcompaÑada de juan que intenta consolarla Pero su pena no tiene consuelo. En el cielo, que parece mirarse en la ropa De los nazarenos y conserva jirones morados Entre los reflejos dorados de la aurora, La luna de parasceve, llena, brillante, Parece no querer recogerse todavÍa Y acompaÑa a jesÚs aunque es de dÍa, Ya lo hizo durante la noche, desde lo alto, Alumbrandole el camino de la amargura, El via crucis que lo conducira a su fin. La luz del sol rescata de la penumbra De la madrugada las caras, los colores Los brillos de los pasos, de los palios Y lo que antes eran formas casi informes Se convierten en caras exspectantes Que miran al cielo, a los ojos de jesus A las manos de marÍa, a su cara de pena. Me gusta perderme en ese bosque de cirios En ese mar de nazarenos, en esa turba Que puebla y llena de vida la calle. Me gusta oler el incienso, calido y denso. Me paro en una esquina, pasa jesus Y descubro un destello de luz en su mirada, Lo veo pasar y alejarse, paso a paso Y sus andares son los de los costaleros Que con paso firme y certero lo llevan Sobre sus espaldas encorvadas, doloridas. El paso se para, el golpe seco del llamador Se impone, la banda calla y la calle enmudece. Desde un balcon un lamento llena el aire TodavÍa frÍo de la maÑana. es una saeta: “…seÑor, mirame una vez y otra Y no dejes de mirarme Que si no es con tu mirada Yo no lograrÉ salvarme…” Golpe seco de llamador, la levantÁ no se nota Pero jesÚs parece moverse, parece bailar Y al terminar la saeta la banda ataca Otra marcha y el paso arranca otra chicotÁ. Ahora viene el palio, sus varales brillan al sol Que se filtra por la malla del techo Y le da a maria en la cara, sus lagrimas brillan Sus labios parecen temblar de dolor. Juan la mira, casi se puede oir la conversacion A pesar del murmullo de la calle. Sigo perdido entre las gentes, Me dejo llevar por la marea humana Me dejo impregnar de olores, de emociones, De recuerdos de otras semanas santas De las de mi niÑez correteando de calle en calle De las de mi adolescencia trasnochando, Despues viendolas en los ojos de mis hijas Y con todo eso revuelto viviendola hoy Sintiendola a mi manera, desde mis convicciones. |