Encinasola - Huelva

Iba camino de mi casa, la fina lluvia caía sobre las calles del pueblo haciendo que brillaran las piedras bajo la tenue luz de los faroles, en el reloj de la torre sonaron las diez, me subí las solapas de la gabardina para protegerme del frio ya que éste te helaba la piel. De pronto el corazón me dio un vuelco, creí ver fugazmente una figura envuelta en un gran chaquetón o una gran manta. En el casino mientras echábamos la partidita de dominó hablamos de los últimos sucesos acaecidos en el pueblo, alguien vestido de marimanta había atracado a varios vecinos, le había quitado, cartera, reloj, cordón y alguna que otra cosa que llevaran en esos momentos, aligeré el paso, de reojo miraba a veces para atrás a ver si veía algo, pero solo veía las calles mojadas bajo la luz de los faroles.
Mi casa era la primera de la calle, solo tenía que doblar la esquina y estaría en la puerta, con el miedo metido en el cuerpo la doblé, en mis pensamiento veía a la marimanta esperándome tras la esquina, pero nada de esto ocurrió, la calle estaba solitaria y poco alumbrada, busque las llaves en los bolsillos, como siempre nunca acertaba con el bolsillo. ¿Dónde estarían las dichosas llaves? Pensaba yo, un gran alivio experimenté cuando mis dedos las tocaron en el fondo del bolsillo del pantalón, las saqué rápidamente y mas rápido aun fueron al suelo.
-Maldita sea- murmuré entre dientes, las recuperé los nervios me comían mientras daba con la de la puerta, cuando acerté con ella no era capaz ni de meterla en la cerradura, por fin lo conseguí, iba a abrir cuando una mano me tocó en el hombro.
-Buenas noches- escuche, mientras me volvía.
-¡Aaaaaaaaaahhhhhh! –Grite, allí estaba la marimanta, cubierta hasta la cabeza con un chaquetón amarillento, a mi lado, en mi misma puerta.
-¿Qué pasa? -Dijo la marimanta al mismo tiempo que se echaba la capucha del chaquetón para atrás, ¡era mi suegra ¡ la muy hija de la gran… ¡que cagazo me pegó la buena mujer!

Bstos pa tooooooooooossssssssss

jajajajaja, muy bueno, Vengobien, tas superao.

Gracias Trebolillo, espero que contéis vuestras historias para no dormir o para quedarse frito, sé que lo haréis.

Besos

Buenas noches, vengobien. y Treb0l.

Yo soy un cuentacuentos extremeño y creo que allí tenemos una historia para no dormir mú larga que llevamos encima dos años (hoy estamos de aniversario) y lo estamos celebrando con una votación.

Muy buena tu historia vengobien. Me voy para Pizarro otra vez que faltan 5 minutos pa que la rofer haga su entrada y quiero estar con los paisanos engordando el contador de conectados al foro.

Hola Cuentacuentos, bienvenido:
Ya me comentaron hace tiempo algo de lo que acontecía en Pizarro, pero no me van los malos rollos y ahí tenéis uno muy....no sé....extraño.
Saludos.

Esperando que alguien mas se anime a contar alguna historia, os pongo esta:

LA PRINCESA

En el reloj de la Iglesia sonaron las doces campanadas, la luz de la luna se reflejaba en los sables que en manos de dos caballeros se batían en esos momentos en una estrecha calle de Toledo. De pronto ambos contendientes se quedaron quietos, un carro se acercaba lentamente, en el carruaje se podía ver claramente el escudo real, ambos caballeros dejaron a un lado sus diferencias e hicieron una reverencia cuando vieron que viajaba una dama. Las espadas cayeron al suelo, el pelo se les rizó, sus caras palidecieron y no precisamente por la luz de la luna, habían visto a su Alteza Real, la Princesa.
Ese mismo día, doce horas antes, en ese mismo carruaje viajaba la Princesa camino de Toledo, los caballos se asustaron cuando transitaban por una zona de barrancos y habían caído por una gran pendiente arrastrando el carruaje, en ese accidente además del cochero… murió la Princesa.



Bstos pa tooooooooossssssss

Ese hombre se quedó dormido, como todas las noches, ante el televisor, su mujer, cansada de llamarlo desde el dormitorio decidió dejarlo dormir allí, ya se despertaría aterido de frío, con el lumbago hecho polvo y las piernas dormidas pero como decía ella, sarna con gusto no pica.
En el televisor, un canal de tarot aconsejaba a un timorato como superar una crisis de cuernos y de pronto miro a su lado y vio a un señor al que no conocía y se sobresaltó, fue a preguntar quien era y que hacia allí pero no tuvo tiempo, ese señor, con una voz grave y suave el dijo:
_Vengo a darte un aviso, algún día vendré por tu alma pero entonces no me veras, hoy me ves porque tu hora aún no ha llegado. Mañana ve a trabajar en tu coche y sal un poco más temprano que otros días, te ahorraras problemas.
_ Pero...
_No preguntes, no es necesario. Hazme caso y te acordarás de mí.
Ese hombre se despertó helado y extrañado del sueño que acababa de tener, se acostó y apenas podía coger el sueño, casi deseaba que sonara el despertador y cuando lo hizo salto de la cama y recordó las palabras del extraño señor que lo había visitado, se tomo el café bebido y salio camino del trabajo mas temprano de la cuenta.
Al poco de llegar se entero de que el autobús en el que el debía haber venido había sido arrollado por el tren en un paso a nivel y había bastantes heridos y posiblemente algún muerto entre sus compañeros.

Muy bueno tu relato Oriundo, de los que al leerlo, uno piensa que todo es posible en los sueños.
Aquí os mando otro, acabo de escribirlo, mientra veo una buena película y escucho llover.
Saludos para todos.

LA SEÑORA

La cantina de la estación olía a café, tabaco, brandy y aguardiente, en la calle hacía frio, dentro a pesar de la mezcla de olores, hacía calorcito, incluso esa mezcla no resultaba desagradable, me senté en una mesita y pedí un café, casi todos los que estábamos allí nos conocíamos, pero en un rincón, tomándose un café al mismo tiempo que fumaba un cigarrillo, una señora vestida completamente de negro, estaba sentada junto a una de las ventanas de la cantina. Las conversaciones eran sobre el trabajo, futbol, toros y caza.
Alguien me preguntó a donde iba.
-A la ciudad -le dije escuetamente, no quería dar mas datos, a nadie le importaba.
El tren no tardó en llegar, me monté y busqué un departamento en el vagón que estuviera solitario, no tardé en encontrarlo, allí me senté y me acomodé, antes de que el tren se pusiera en marcha, apareció en la puerta del departamento la señora vestida de negro.
-Buenos días- dijo, le respondí y se sentó frente a mi.
Tendría sobre treinta y siete o treinta y ocho años, me puse a mirar por la ventanilla, pero notaba como su mirada estaba fija en mi, volví mis ojos hacia ella, sus ojos me miraban atentamente, me sentía incomodo. ¿Por qué me miraba así?, me preguntaba.
-Tú eres del pueblo ¿verdad?- me preguntó.
-Si, y ¿usted? Le pregunté yo también.
-Yo no, he venido a resolver unos asuntos de mi familia que si son de aquí.
- ¿Está usted de luto?
-Si, soy viuda, mi marido aun no hace un año que murió.
Fuimos solo todo el trayecto, la conversación se fue haciendo cada vez mas amenas.
Cuando llegamos a la ciudad me invitó a acompañarla a tomar un café, de allí pasamos a su casa, estuvimos parte de la mañana juntos.
Tenía que hacer unos recados y quedamos en volvernos a ver por la tarde, me despedí de ella en su puerta, estaba casi desnuda, solo una pequeña bata blanca que se puso después de hacer el amor. Le di un beso y me encaminé hacia el ascensor.
Antes de apretar el ascensor, entró un hombre.
-Buenos días.- dijo
-Buenos días- contesté.
El ascensor comenzó a bajar lentamente.
-¿Por qué se has acostado con esa mujer?
-¿Cómo?- pregunté sorprendido ¿Qué dice usted? y ¿quién es usted? además a usted que le importa- le dije dándole la espalda
- Porque yo soy su marido.
Me di la vuelta extrañado, le iba a decir que ella me dijo que era viuda, me quedé helado, un sudor frio recorrió todo mi cuerpo.
¡En el ascensor solo bajaba yo!

La tormenta hacía rato que me tenía despierto y recordaba que en ocasiones como esta ella se abrazaba a mi asustada del fragor de los truenos y los relámpagos pero ya no estaba junto a mí, una cruel y fulminante enfermedad me la arranco hace solo unos días y la echo mucho de menos.
La habitación se acaba de llenar de luz azul, un relámpago lo ha llenado todo y el trueno no se ha hecho esperar, casi no me ha dado tiempo a contar, así que la debemos tener encima.
La luz ha debido irse con el ultimo rayo y ahora todo es oscuridad solo interrumpida por los frecuentes fogonazos de los rayos. El viento aúlla en las palmeras del jardín. Me levanto a echar un cigarrillo y ver llover, algo que siempre nos gustaba hacer a los dos.
Ha venido la luz y empiezo a oír una música que parece venir del salón... es mi canción, nuestra canción favorita, esa que tantas veces bailamos a la nerviosa luz de unas velas. El reproductor de CD ha debido ponerse en marcha al volver la corriente eléctrica, ya ha ocurrido otras veces.
Cuando llego al salón me parece ver una silueta, como una sombra moverse, en ese momento un relámpago lo ilumina todo y esa luz azul me devuelve la cara de mi mujer que me tiende los brazos y me dice:
_¿Bailamos nuestra canción, cariño?

Era una noche de invierno. El reloj señalaba casi las dos de la madrugada cuando volvía a casa después de haber compartido cena con unos amigos. El fuerte viento silbante, zarandeaba con hostilidad las escasas farolas. La calle estrecha, casi desierta, sólo era transitada por algún trasnochador empedernido que, envuelto con su prenda de abrigo, cubría casi por completo su rostro. Todo era penumbra, misterio, incertidumbre. De pronto noté que, tras de mis pasos, avanzaba en la misma dirección una figura alta, ataviada con capa negra (de las de los tiempos de Esquilache). En principio poco tuve en cuanta su presencia por entender que se trataba de algún transeúnte que, rememorando tiempos antiguos, seguía de forma casual, la misma dirección que yo. A pesar de todo, de vez en cuando le observaba de reojo, pero sin darle importancia. Fue después de cruzar tres o cuatro calles más del barrio antiguo de mi ciudad de adopción, cuando me di cuenta de que aquella figura, sin duda alguna, venía siguiendo mis pasos. A partir de ese momento y a pesar de mis 25 años, empecé a notar un cierto desasosiego que hacia erizar mi cabello. Seguí andando. La intención era guiar aquella persona hasta un terreno conocido donde, sin duda, me encontraría más seguro. Ya faltaba solo cruzar una alameda para llegar a casa, cuando empecé a escuchar un leve siseo. Mi seguidor acortaba distancia hasta llegar a sólo un par de metros; seguía acercándose, hasta que se colocó a mi altura.
¿Sabéis quien era?

UN MARICA-BUJARRÓN QUE SIN ESCRUPULO DE NINGANA CLASE INTENTO TIRARME LOS TEJOS.

A Trebolilla, Loco, Vengobien, Ventolilla, y todas las personas de buena voluntad. ESTO ES UN RELATO REAL. En el siguiente capítulo os contaré el desenlace.

¡Vaya, Piolín, menos mal que cambias de tercio! Porque estos dos me tenían ya los pelos de punta con tanto muerto, que de tanto escalofrío por la nunca se me ha quedao el músculo horripilador realmente horripilado. Que a mí esas cosas me causan mucho respeto, porque al que más y al que menos nos ha pasao algo inexplicable en alguna ocasión.

.....sitos.

Bueno Cuervo me has dejado en ascua, espero el desenlace.
Treb0l, cuenta eso inexplicable, seguro que es de lo mas interesante y apasionante.
Bstos pa toooooooosssssssss.

Sí, a ti te lo voy a contar, jaja.

Esta fue una experiencia real y no me importa contarla. Estaba yo por aquellos dias leyendo un libro de Lobsang Rampa que contaba como se hacia el viaje astral y una noche decidi intentarlo en la cama, asi que empece dejando la mente en blanco y a continuación empece a figurarme que mis miembros tenian una cremallera que al abrirla dejaba libre mi miembro astral, etéreo y volatil. Con los brazos y las piernas no hubo problemas, con el cuerpo tampoco, pero cuando llegué a la cabeza y estaba a punto de conseguirlo, tuve la sensacion de haber caido de algun sitio. ¿Que ocurrió? Nunca lo sabré porque nunca más lo intenté.

Pues deberías intentarlo de nuevo, si no, nunca lo sabrás. Yo lo intentaría.

Bueno,bueno la cosa va de intrigas, El Cuervo que nos tiene en ascua sobre el desenlace, Trebolillo que no nos cuenta su experiencia ultrasensorial, y ahora Oriundo con el viaje austral, que se quedó a media, en fin esperando los desenlaces os dedico esta historia.


AMANTES

PARTE PRIMERA

Los amantes sudorosos se amaban apasionadamente en el lecho conyugal de ella.
El ruido de la llave en la cerradura los dejó paralizados, segundos después la persona que acababa de entrar subía lentamente la escalera que conducía al dormitorio, abrió la puerta despacio.
-Hola, cariño. ¿Por qué está en la cama a estas horas?
-No me encuentro bien, creo que tengo fiebre.
-Voy a llamar al médico.
-¡No!, no hace falta, ya se me pasará.
Se acercó a ella y le tocó la frente.
- Voy a traerte algo.
El amante deprisa salió al balcón, miró hacia la casa de enfrente, las ventanas estaban cerradas, - menos mal- pensó, se deslizó por el balcón como pudo, a medio vestir, se escondió en el seto, fuera de las miradas de vecinos o transeúntes, cuando terminó de vestirse se dio cuenta de que se había quitado el reloj y lo había puesto encima de una de las mesillas de noche, - ¿lo habría visto el marido? – pensaba intranquilo. Marcó nervioso el número del móvil de su amante.
-¿Si, que pasa? Preguntó ella contestando al teléfono.
-Mi reloj, lo he dejado en la mesilla.
-¿En la mesilla? Aquí no está.
-¿Cómo que no está? Tiene que estar ahí.
-Pues no está.
-¿No lo habrá cogido tu marido? ¿Se ha acercado a la cama?
-Si, le dije que tenía fiebre y vino a comprobarlo, estuvo aquí junto a la cama.
Te dejo que sube.
-¿Con quién hablabas?- Le preguntó el marido ofreciéndole un vaso de leche caliente y una aspirina.
-Con Lola, preguntándome que me pasaba, había quedado con ella.
-Tómate la leche y la aspirina.
El hombre bajó la escalera, se acercó a la mesa camarera y se sirvió un whisky, luego se sentó en el sofá, su mirada se dirigió hacia arriba, hacia el dormitorio, del bolsillo de la chaqueta sacó un reloj de pulsera de caballero, lo cogió de encima de la mesilla de su dormitorio, pero no era suyo, aunque si sabía de quien era.

Bstos pa tooooooossssssss

A todos nos ha currido alguna vez tener la sensación de haber escuchado esa conversacion, haber visto esa imagen... a eso le llaman deja vú y a mi me ocurre con frecuencia, sólo que esta vez ha sido diferente, es como si el deja vú se hubiera adelantado a la realidad y me hubiera hecho presenciar hechos que aun no habían ocurrido. Iba conduciendo mi coche por una avenida de la ciudad, distraido, relajado, escuchando música, algo de salsa creo que era y me paré en un semáforo, entonces ocurrió y la visión me desconcertó, en ella el semáforo abrió y sali del cruce, pero apenas andé unos metros, la bocina de un enorme camión me sacó de mi relax y vi como se me echaba encima sin que pudiera evitarlo de forma alguna. Los cristales del parabrisas saltaron y muchos se clavaron en mi cara, en mis ojos. El coche se convirtió en un amasijo de hierros entre los cuales estaba yo, ahogándome en mi propia sangre, con las piernas rotas y los brazos dislocados. La sangre me cubría la cara y sólo veia algo por un ojo, el otro colgaba a la altura de mi boca...
El semaforo abrió y asustado como estaba, me hice a un lado para relajarme un poco, entonces paso, a gran velocidad, el camión que en mi vision me había atropellado.

AMANTES

Parte segunda

El marido esperó pacientemente a que se produjera el siguiente encuentro entre los amantes. Preparó un supuesto viaje fuera y le dijo a su mujer que no regresaría hasta bien entrada la noche.
Salió con el coche pero no fue muy lejos, aparcó en un parking público, esperó un tiempo y volvió en autobús. Entró por la puerta de atrás de su casa sin hacer el más mínimo ruido, arriba en el dormitorio se oía los susurros de los dos amantes. De pronto estos quedaron paralizados, en la puerta estaba el hombre, en una mano tenía un revolver y en la otra una pequeña bandeja con dos vasos de leche.
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El coche lentamente se hundía en las negras aguas de lago. La mujer tardó un momento en darse cuenta de donde se encontraba, su compañero estaba totalmente inconsciente, el miedo se apoderó de ella, su marido los cogió haciendo el amor, le obligó a punta de pistola a tomar la leche, después de beberla se durmieron, cuando despertó estaba en medio del lago metida en el coche hundiéndose junto a su amante.
Trató de despertarlo.
-Despierta, despierta, tenemos que salir de aquí.
El hombre poco a poco fue entrando en si, terror sintió cuando se dio cuenta de la situación en que se encontraban.
-Tenemos que intentar abrir las puertas o partir los cristales y salir de aquí.
- El agua entrará con presión, tenemos que nadar para arriba.
Los dos a la vez abrieron ambas puertas, el agua inundó todo el interior del coche.

------------------------------------------------------------------------ Era cerca de medianoche cuando sonó el timbre de la casa, se levantó del sillón donde estaba sentado, abrió la puerta, allí estaba su vecina.
- Buenas noches, ¿Sabes dónde está mi marido? Se fue a mediodía y no ha vuelto, lo llamo pero no contesta, estoy asustada.
-Está con mi mujer. Se han ido juntos.
-¿Qué dices, estás loco?
-Son amantes, los cogí en la cama y se han ido.
La mujer desesperada, no podía creerse lo que su vecino le decía, no podía creerse que su marido fuera el amante de su vecina. Quería dar parte a la policía, quería denunciar el abandono, pero su vecino la convenció de que esperara a por la mañana.
Estuvieron toda la noche hablando sentados a la lumbre del hogar. hasta que ya a altas horas de la madrugada, se quedaron dormidos en los sillones.
El ruido de la cerradura de la puerta los despertó sobresaltados, como un resorte se levantaron, el sueño desapareció de sus cuerpos cuando vieron en medio del pasillo a la pareja de amantes, vivos, empapados de agua, pero vivos.
-Has intentado matarnos- le decía su mujer.
-Teníais que estar muertos, -decía el hombre,- y muertos vais a estar - inmediatamente saco el revólver y les apuntó, pero no contaba que su vecino, el amante de su mujer tenía otra arma.
Dos disparos sonaron al mismo tiempo, ambos hombres cayeron al suelo heridos de muerte, ambas mujeres no daban crédito a lo que estaban viendo.
Junto a los cadáveres caídos en medio de un gran charco de sangre, las dos mujeres se acercaron la una a la otra, ambas se abrazaron, sus bocas se juntaron.
Sellaron su amor con un cálido y apasionado beso.

The End.

Bstos pa tooooooooooossssssssss

Una noche como esta, la de halloween, ocurrió la desgracia y cada año, por mas que lo intento, no puedo olvidarlo. Después de cenar salí con los pequeños, ellos iban disfrazados y no había forma de tenerlos en casa, así que los saque a la calle y allí nos encontramos con varios grupos también disfrazados, nos mezclamos con ellos y daba gusto ver como los crios se divertían, pero aquello duró poco, unos faros nos deslumbraron y el sonido de una bocina se nos echó encima. Lo siguiente que recuerdo es despertar en una cama de hospital, me faltaban las piernas y, lo que era bastante peor, uno de mis hijos.
Desde entonces voy en silla de ruedas y en noches como esta lloro cuando los niños llaman a la puerta diciendo eso de "truco o caramelos"

No, no me gusta Halloween, esta es una fiesta de origen irlandés que ha llegado hasta nosotros importada desde los Estados Unidos. Lo nuestro es el dia de Todos los Santos, que es cuando visitamos a nuestros difuntos, pero ahora resulta que nos vestimos de carnaval.
-Hola, que bien conseguido tienes el disfraz- me dijo la chica que se acercó vestida de bruja, con el pelo rojo, pecas en la cara, el vestido corto y negro, terminado en tiras triangulares, los ojos eran oscuros, su piel blanca, su escote dejaba ver parte de sus senos.
-No llevo disfraz- le dije seriamente-
-¿Que no? Ja,ja, no me digas que eres así, vaya, que guasón eres. Esa piel tan blanquecina como la de un muerto y esa vestimenta, pero si pareces un vampiro ja,ja. Anda vamos a beber algo.
-Gracia, yo no bebo alcohol
-¿Qué bebes, sangre? Ja,ja,ja.
La miré fijamente a los ojos, ella dejó de reír, su mirada quedo fija en la mía, nos apartamos de la multitud y me la llevé a un apartado oscuro, allí extendí mi capa sobre ella cubriéndola.
Cuando aparté mi capa estábamos en mi alcoba, Le ofrecí una copa de mi bebida especial para mis visitas, sobre todo las féminas, Ella no decía nada, de hecho estaba extasiada, relajada, yo llevaba las riendas, ella se dejaba llevar,
La tendí sobre la cama y la fui desnudando lentamente, al mismo tiempo mis manos y mi boca recorría cada palmo de su cuerpo. Los dos ya totalmente desnudos, sobre el lecho, nuestros cuerpos se acoplaron entre besos y caricias.
Mientras la poesía, acerqué mi boca a la blanca piel de su cuello buscando el elixir que me daba la vida a lo largo de los siglos: la sangre humana.

LA NIEBLA

Acababa de salir del trabajo, iba camino de la ciudad, para mi casa, eran poco mas de las doce de la noche, en la radio José Ramón de la Morena presentaba “El Larguero” su programa de deportes, por el retrovisor miré hacia atrás, un gran resplandor vi sobre el pueblo que acababa de dejar, me pareció raro pero no le presté mucha atención. Seguí adelante, conduciendo tranquilamente, la radio seguía sonando, instintivamente miré hacia el retrovisor, el resplandor seguía mas de cerca, -será un coche- pensé, pero no veía sus faros, sin embargo el resplandor blanquecino seguía acercándose, creí ver unas luces rojas delante de mi en el cielo, a media altura, pero pensé que serian cosas mías.
Mas adelante apareció una densa niebla, cuando me metí en ella, la radio comenzó a emitir sonidos raros, de pronto el resplandor que me seguía inundó la niebla, iluminando la carretera con una claridad inusual para la hora de la noche, a pesar de la claridad, apenas veía la carretera, la niebla, mucho mas densa ahora, me impedía verla.
De pronto la niebla desapareció, y también la luz blanquecina, la oscuridad de la noche volvió a ser lo normal, la radio volvía a emitir con toda normalidad, pero el programa ya no era el mismo, era el que venía después, ¿cómo iba a terminar tan pronto, "El Larguero"? Mire el reloj del coche y era casi las dos de la madrugada, era imposible que llevara más de dos horas en el coche y hubiese recorrido poco más de cuarenta kilómetros.
¿Qué había pasado? ¿Y esa niebla tan densa? Y la luz blanquecina?
Pero… ¿y el tiempo? ¿Cómo había pasado casi dos horas, si para mí solo fueron cinco minutos?

Ese hombre conducia solo, de noche, por la sierra y no veía la hora de llegar a casa, no le gustaba conducir de noche, no veía bien y en la oscuridad perdia el sentido de las distancias.
Puso la radio y la voz profunda de un conocido presentador lo hizo tensarse en el asiento:
_ Ya están aquí, ya han llegado, estamos recibiendo llamadas de todas partes del país, la centralita está bloqueada y temo que esto se nos vaya de las manos. Insisto, vienen en son de paz, a salvar la tierra asi que no tenemos nada que temer. Vienen en naves blancas con luces azules y anaranjadas, visten de blanco, son de baja estatura y sus brazos son desproporcionadamente largos. Al parecer, si les hablamos despacio nos entienden asi que no nos pongamos nerviosos y demosles la vienbenida a la tierra...
Ese hombre tomo una curva y algo le hizo frenar en seco: unos destellos azules y anaranjados salian por encima de los chaparros asi que se echó a la cuneta y se bajo procurando hacer el menor ruido posible. Escondido se acercó lo máximo posible y descubrió a un ser vestido de blanco, bajito y cuyos brazos llegaban al suelo. Estaba muy nervioso, tenía la boca seca pero no obstante se acercó por detras y le dijo.
_ Bu e nas no ches, me lla mo ma no lo y voy a rio tin to
El ser volvio la cabeza y con un extraño gesto respondio:
_ Buenas noches, yo me llamo Ramón, soy el chofer de la ambulancia y me ha dado un achuchon y he parado aqui mismo, lo siento.

Jajajajajajajajajajajaja, que bueno Oriundo, eres un mostruo, no paro de reír tío, que bueno. Jajajajajajajajajajajajajajajajajaja

Caminaba lentamente, sin prisa, la calle era desde hacia tiempo su único hogar, vestía un viejo y gastado pantalón vaquero, zapatillas de deporte, camisa de cuadro y un chaquetón con grandes bolsillos que con el paso de los años había perdido su color originario, colgada de su espalda en una mochila, llevaba toda sus pertenencias, quizás otra camisa, quizás alguna prenda interior, tal vez un par de calcetines, unas chanclas playeras, también un sombrero de tela, que se ponía a veces para protegerse del sol, el pelo era largo, canoso, al igual que la poblada barba que le cubría parte del rostro. A veces se acercaba a algún comedor social en busca de un plato de comida, otras veces del interior de uno de los grandes bolsillos sacaba una armónica y un pequeño plato, se sentaba en cualquier rincón y entonaba alguna melodía, esperando que alguna persona depositara en el platillo alguna moneda, si era así y le llegaba para un bocadillo, no se acercaba a los comedores. Si el tiempo estaba bueno dormía en cualquier parque o salía de la ciudad a buscar un lugar tranquilo donde pasar la noche, cuando hacia mal tiempo buscaba algún portal o cobertizo vacio, escasamente buscaba refugio en algún albergue social, le gustaba permanecer siempre solo.
Aquel día, como otro cualquiera caminaba despacio sin ir a ningún lugar determinado, paso por las puertas del estadio de futbol, se paró mirándolo, su mente retrocedió en el tiempo y su semblante se entristeció, dobló la cabeza siguió adelante y quiso alejar sus pensamientos. Entró en un parque, se acercó a una fuente para beber un poco de agua, seguidamente se sentó en un banco, ocupo una esquina del mismo, alzó su mirada al tibio sol invernal para sentir los rayos solares sobre su cara. Con los ojos cerrados se sentía en esos momentos a gusto, tranquilo, mas tarde sacaría la armónica y se pondría tocar, a ver si sacaba algo para comer ese día. Un niño se acercó al banco, se sentó en el otro extremo y sacó un álbum de futbol y un pequeño montoncito de cromos, el mendigo cuando vio el álbum se le quedó mirando, una tristeza infinita le nubló el semblante, el niño quizás intuyendo de que era observado, alzó su vista hacia el hombre y vio la tristeza en su cara.
-¿Te gusta? ¿Quieres verlo?- Le dijo el niño.
-¿Sabes una cosa?- le preguntó el hombre al niño- yo también estaba en los cromos.
-¿Tú?- preguntó extrañado la criatura.
-Si, yo, ¿no me crees?- una sonrisa leve y triste se dibujó en su cara al responderle- mira- sacó del bolsillo un cromo antiguo.
-¡Anda si eres tú! Exclamó sorprendido el niño.
En esos momentos se acerco el padre del chavalín.
-Mira papá, es él- le decía al padre extendiéndole el viejo cromo.
La sorpresa del padre fue mayúscula, era un gran aficionado al futbol y no tardó en reconocer al vagabundo.
-¡Pichi! Eres Manu Sanchez “El Pichi”.
-Si, ya ves, ese soy yo.
-Este hombre- le hablaba el padre a su hijo- jugó en los mejores equipos de España y de Europa y además fue internacional con España, era de los mejores centrocampista del mundo.
El niño no salía de su asombro, ¿como aquel vagabundo podía haber sido un futbolista de elite?
-¿Pero que te ha pasado? Si eras rico y famoso, no comprendo- le comentaba el hombre al viejo jugador.
-La vida- le respondió- cuando tienes y dinero y fama todos te alaban, tienes montones de “amigos”, pero cuando todo eso se pierde, todo se marcha. Cuando dejé de jugar, como aun era famoso y rico, no supe asimilar que no podía volver a la elite, el tiempo no perdona, mi vida giró en torno a los placeres de las fiestas, mujeres, incluso el juego, no puse coto, lo cierto es que me lapidé todo lo que tenía y ya no era el gran futbolista que era, así que las deudas comenzaron a apoderarse de mi, aquellos que decían que eran mis amigos se alejaron como si tuviese yo la peste.
El resultado de todo esto es mi la situación en que me encuentro hoy en día, no es culpa de nadie, es solo mía.
El balón con que jugaban unos chavales fue a parar a los pies de Piche, éste comenzó a darle pataditas hacia arriba sin dejarlo caer al suelo, los chavales que jugaba se quedaron todos mirando como aquel hombre manejaba la pelota, luego la lanzo hacia el chaval que se encontraba mas alejado, un pase perfecto, el balón cayó a sus pies. Se despidió del padre y del hijo y siguió su camino, estos los miraba como se alejaba despacio, como se marchaba caminando lentamente, hacia ningún lugar.
Dos hombres que en aquellos momento paseaban por el parque, cuando vieron el pase lanzado por aquel vagabundo le dijo el uno al otro:
-¿Has visto ese pase? ¿A quien te recuerda ese lanzamiento?
-A Pichi, sin duda.
-¿Qué habrá sido de él?

El mendigo

De colchon unos cartones,
De almohada la chaqueta,
De techo la noche quieta.
Lo tapan mil ilusiones.

En las tripas raÑa, raÑa
Por el vino peleÓn
Y dentro del corazÓn
Soledad de telaraÑa.

Zapatones desgastados
Que enseÑan dedos huesudos
Su cuerpo semidesnudo
Se solaza relajado

La calle, ya silenciosa,
Perludia la madrugada
Y en su existencia cansada
Su cabeza no esta ociosa

Se acuerda de dias pasados
Llenos de angustia y zozobra
Siempre manos a la obra
Siempre muy apresurados

Las cosas le fueron mal
Los negocios le fallaron
Y todos lo abandonaron.
Ahora duerme en un portal

Los perros son sus amigos
De noche le dan calor
Lo defienden con valor
Ante cualquier enemigo

A cambio no piden nada
Solo un poco de cariÑo
Y el se siente como un niÑo
De agradecida mirada


Come con muy poca cosa
Compartiendo la comida
Con su jauria agradecida.
La escena resulta hermosa

Despues de comer reposa,
Se fuma su cigarrillo,
Disfruta como un chiquillo
Observando cualquier cosa.

La gente al pasar lo mira
Algunos creen conocerlo
Pero prefieren no verlo.
El solo se rie y suspira.

El si que no los olvida,
Los recuerda peloteando
Siempre a su sombra medrando.
Cosas que tiene la vida.

Nada le queda en la tierra
Ni nadie que por el llore
Ni tampoco quien el implore
En esta vida tan perra

Tuvo una familia un dia
Una mujer y unos hijos
Y es un pensamiento fijo
El sentir que la perdÍa

Mas las heridas del alma
El tiempo las va curando
Y aunque siguen supurando
Siente que llega la calma

Solo quisiera morir
Rodeado de sus canes
Ya no tiene otros afanes
Solo irse sin sufrir

LOS ROPEROS


Tengo en mi dormitorio dos armarios empotrados haciendo de esquina, uno es el de mi mujer y el otro es el mío. Los armarios son para guardar ropa, es lo normal, para eso están o al menos eso creía yo.
Serían las tres de la madrugada más o menos cuando un ruido me despertó, procedía de mi armario, una de las puertas estaba abierta, pensé que sería alguna ráfaga de viento, volví a la cama, me volví a quedar dormido, media hora más tarde me volví a despertar, creí haber escuchado gente hablar, era imposible, en el dormitorio solo estaba mi mujer profundamente dormida y yo, no había nadie más en la casa, pero las puertas de los roperos, esta vez las de los dos, estaban completamente abiertas, me levanté y di una vuelta por la casa a ver si estaba alguna ventana abierta que provocara el aire, nada, todo cerrado, tranquilo, volví a la cama después de cerrar las puertas de los roperos.
Me estaba quedando dormido cuando de nuevo la puerta de mi ropero se volvió a abrir, pero lo mas increíble es que salió un hombre vestido con levita, sombrero y bastón, de la época del siglo XIX, se paró al lado de mi cama, se me quedó mirando muy serio, yo tenía los ojos de par en par, inmóvil, el hombre después de un breve momento, me hizo una pequeña reverencia con la cabeza, abrió la puerta del armario de mi mujer y entró dentro, os prometo que estaba despierto, llamé alterado a mi mujer y le conté lo sucedido, no se lo creía.
-Estarías soñando- me decía.
-Que no, que no, que no estaba dormido- le respondía yo.
Me levanté, miré dentro de los roperos, pero nada, todo normal, mi mujer se partía de risa, ella volvió a dormirse, yo no fui capaz y menos cuando pasado un rato volvió a abrirse las puertas, esta vez del armario de ella y salió una muchacha joven, también vestida con ropa del siglo XIX, con un vestido blanco y una sombrilla abierta, tranquilamente entró en mi ropero, yo estaba alucinando, volví a despertar a mi mujer con el consiguiente cabreo que tomó porque no se creía nada, estuvimos casi toda la noche despierto, pero no ocurrió nada, nada hasta que ella volvió a dormirse en que de nuevo las puertas se abren y aparecieron dos hombre vestidos como de ferroviarios de principio del siglo XX con un faro de gas en la mano, de mi armario al de ella, no la desperté ¿para que? No me iba a creer y menos si le digo que lo último que pasó fue un hombre montado en un caballo de un armario a otro.
Estoy pasando un día de perro, lo peor será cuando llegue la noche, temiendo estoy.
¿Estáis seguros de que no hay nadie en los roperos...?

Bstos pa tooooooooooooossssssssss

Esto que voy a contar le ocurrió a un amigo hace mucho tiempo y él tambien tardó en contármelo. Cuando lo hizo se le saltaron las lágrimas y se le quebró la voz al hablar y me hizo jurar que no se lo contaria nunca a nadie pero ha pasado mucho tiempo y la historia es bonita.
Mi amigo tenia buena percha y mejor labia, así que se las llevaba de calle sin esfuerzo.
Esa noche de viernes pudo ser una más de tantos fines de semana vividos a tope pero algo ocurrio que cambio su vida y su forma de pensar. Atrophia solía ser la discoteca elegida para empezar, habia chavaleo y el ambiente era agradable y esa noche no cambio de planes.
Cuando entró en la disco aspiró profundamente y entornó los ojos, le gustaba esa mezcla de olores dulzones y esa luz lechosa que parecía desparramarse desde el techo como algo vivo.
Se acercó a la barra y pidió una cerveza para ir abriendo boca, al probarla, le vino un golpe de tos que hizo que salpicara espuma a una chica que estaba de espaldas a él también en la barra, intento limpiarle el vestido y ella se volvió un tanto incómoda pero entonces se miraron a los ojos y, como decía él, la musica dejó de sonar
y la luz se congeló dejandolos parados en el tiempo y en el espacio.
El le pidio disculpas, ella dijo que no era nada y cuando se quisieron dar cuenta estaban bailando en el centro de la pista, con las manos cogidas, los cuerpos muy juntos y mirándose a los ojos sin parpadear siquiera.
Habia sido un flechazo, estaba claro, y empezaron a hablar de cosas sin importancia para acabar presentándose y contando cosas más intimas y personales.
Mi amigo estaba en el septimo cielo y nunca le habia ocurrido eso y ella tambien parecía muy interesada en él y sus cosas.
Tomaron otra copa, ya algo mas fuerte y el alcohol elevo la temperatura.
Mi amigo decia que no sabía qué le estaba pasando y sentia que la situacion se le iba de las manos, cosa que él no deseaba en absoluto.
Dieron las doce y, como una moderna cenicienta le pidió que la llevara a casa. El se desconcertó pero no copnsiguió convencerla de que era muy temprano y todas esas cosas así que decidió acompañarla a casa y luego tal vez volvería de nuevo allí a ver si encontraba a la peña para seguir la noche.
Al salir de la disco diluviaba, uno de esos chaparrones otoñales que te cogen desprevenido, en camiseta y con sandalias asi que se montaron en el coche de mi amigo y ella le indicó su domicilio.
No paraba de llover y se quedaron en la puerta de ella conversando dentro del coche. Mi amigo decia que se sentia muy a gusto con ella, que era como si la conociera de toda la vida y le inspiraba confianza y ternura.
Un cegador relámpago, seguido de un aterrador trueno hizo que se juntaran más aun en el reducido espacio del coche y, sin saber como, acabaron besándose larga y dulcemente.
A consecuencia del relámpago la luz se habia ido y entre unas cosas y otras eran casi las tres de la madrugada y ella se quiso ir a casa pero no habia luz en la escalera asi que él le dejo un mechero Zippo, regalo de su abuelo al que él tenia mucho cariño para que se alumbrara hasta llegar a casa.
Mi amigo se fue a casa con la extraña sensacion de haber estado en otro sitio, en otro tiempo, con una persona maravillosa a la que tenía que volver a ver como fuera.
El sabado amaneció despejado y en cuanto estuvo presentable decidio ir a ver a la chica aquella y de paso recuperar el Zippo. Recordo que ella le dijo que vivia en el tercero B y alli llamó. Le abrió una señora de aspecto triste y desolado y al verlo se echó a llorar.
El, atónito, no sabia que hacer ni que decir, pero por la puerta entreabierta vio una fotografia de la chica en la entradita y le dijo a la madre que venía a verla a ella, a la chica de la foto.
La madre rompió a llorar y le dijo algo que él entenderia más tarde:
¿Lo ha vuelto a hacer verdad? Ella no está aqui, hace dos años que murió y esta en el cementerio, cerca de la tumba de los litris, allí verás su foto, ahora lo siento, déjame sola, por favor.
Mi amigo no sabía que era todo aquello, penso que aquella señora estaba loca y aturdido y mareado se sento en una bar y pidio un café solo, a ver si lo despabilaba.
Cogio el diario de una mesa de al lado y los titulares lo hicieron botar en el asiento "ANOCHE, A LAS DOCE Y CINCO, LA DISCOTECA ATROPHIA FUE PASTO DE LAS LLAMAS AL DECLARARSE UN PAVOROSO INCENDIO CONTRA EL QUE LOS BOMBEROS APENAS PUDIERON HACER NADA, AUN ESTAN SACANDO CADAVERES Y SE TEME QUE HAYA MUY POCOS SUPERVIVIENTES..."
Mi amigo corrio al cementerio, busco al tumba de la chica y allí, en una rincon, un rayo de sol le devolvio el destello del Zippo.

EL BARQUITO DE JUGUETE

Yo tendría nueve o diez años, llevaba toda la semana lloviendo, aprovechando que había escampado por un rato, cogí un viejo barco de juguete que tenía hacia bastante tiempo, busqué entre mis soldaditos de plástico cual de ellos me serviría para que pudiera embarcarlo, encontré uno vestido de pescador, con una camisa a rayas horizontales y un pantalón azul que le llegaba por las espinillas, lo instalé dentro del barquito sujetándolo firme para que no se cayera. Me dirigí hasta un pequeño arroyo que con las lluvias estaba más crecido que otras veces, puse el barquito suavemente sobre el agua, lo recuperaría algunos metros más abajo, pero el agua del pequeño arroyo llevaba más fuerza de lo que yo creía, por eso el barco salió navegando a gran velocidad, salí corriendo detrás pero no podía alcanzarlo. No tardó en volver a llover, primero poco a poco aunque fue aumentando rápidamente, yo no llevaba ni paraguas ni impermeable, no tuve más remedio que volver rápidamente para mi casa, cuando dejara de llover volvería a recuperar el barco, no creo que fuera muy lejos, el arroyo tenía muchas piedras y palos, seguramente se engancharía en alguno.
No paró de llover en toda la mañana, no lo hizo hasta por la tarde, en cuanto vi que no llovía me fui corriendo a buscar el juguete, pero no lo vi por ningún lado, anduve un buen trecho arroyo abajo, hasta que empezó a anochecer, mi barquito con el pescador dentro no lo encontré, resignado volví a casa, lo busqué todos los días durante una semana, incluso me ayudaron mis amigos, nos alejamos del pueblo todo lo que pudimos pero no lo volvimos a ver.
Han pasado más de treinta años de aquello.
Una tarde de otoño después de comer nos fuimos a dar un paseo por la playa mi mujer, mi hijo y yo, la playa estaba tranquila, algunas familia paseaban también, dos o tres pescadores tenían sus cañas pinchadas en la arena, el día estaba muy bueno, hacía un solito muy agradable y una ligera brisa marina te refrescaba la cara, mi mujer y yo caminábamos charlando cuando de repente llegó mi hijo corriendo, se había quedado más atrás buscando “tesoros” entre las cosas que el mar arroja a la playa.
-Mamá, papá, mira lo que he encontrado.
Miramos curioso lo que traería. Me quedé pasmado, sin moverme, mirando lo que mi hijo tenía en sus manos.
-¿Qué te pasa?- preguntó mi mujer
-El barco- solo llegué a decir.
Mi hijo traía en sus manos el barquito de juguete que se me fue por el arroyo, lo cogí en mis manos, miré si aun estaba allí el pescador y allí estaba, enganchado tal como yo lo puse.
-¿Qué pasa con ese juguete?- preguntó mi mujer a ver mi actitud.
-Que este barquito era mío.
-¿Tuyo?- dijo ella extrañada.
Le conté la historia de cómo lo perdí.
-Y ahora al cabo de los años ha vuelto otra vez a ti. Que curioso.
Estaba acostado en mi cama, serian sobre las tres de la madrugada cuando me levanté a buscar un vaso de agua, al pasar por la habitación de mi hijo vi como un pequeño resplandor, extrañado entré despacito a ver de dónde venía esa pequeña luz, procedía del barquito que mi hijo guardó cariñosamente entre sus juguetes preferidos, cogí con mis manos el barquito de su interior salía la pequeña luz.
-Hola Enrique- me dijo el muñeco vestido de marinero.
Sorprendido, me quedé atónito, ¿Cómo me podía estar hablando un muñeco? No podía ser estaría soñando.
-No, no estás soñando-volvió a decirme el muñeco pescador- ¿te sorprende que tenga vida?
-Esto no es verdad, como va ser cierto.
-Anda cállate y escucha, te voy a contar como me fue en el viaje en que me metiste en este barco. Me abandonaste a mi suerte.
-Aquel día comenzó a llover, pensé que te quedarías enganchado en alguna rama y más tarde te recuperaría.
-Pues no, no me enganché en ninguna rama.
-Estuvimos una semana buscándote.
-El arroyo estaba muy crecido, navegamos rápidamente y sin obstáculos, hasta que llegamos a un pequeño rio, días después llegamos a un rio mucho mayor y así hasta que desembocamos en el mar.
-¿Fuiste a parar al mar?
-Pues claro, ¿no me ha encontrado tu hijo en el mar? He navegado por todos los mares, por todos los continentes, incluso he subido por el Amazona, y por el Nilo, he estado entre barcos en guerra, tormentas, más de treinta años navegando en un pequeño barco de plástico.
-Si claro y más teniendo en cuenta que tú también eres un muñeco de plástico.
-Pero un muñeco que quiso volver con su antiguo dueño, aunque éste no se lo mereciera.
-¿Tú has querido volver conmigo? Has aparecido en esta playa porque el mar te ha traído.
-Si lo crees así, es que quizás he hecho mal en volver, tal vez no me buscaste tanto como dices.
-Lo siento marinero, pero compréndeme, ¿cómo puedo pensar que un muñeco de plástico tenga sentimientos?
-¿Sabes? Te lo creas o no nunca me olvide de ti ni de los demás juguetes, he vuelto muchas veces por estas costas, cuando vi a tu hijo puse rumbo a la playa, tenía la esperanza de que me encontrara, y por suerte fue así, ahora espero que ojalá él nunca me vuelva a poner a navegar en cualquier arroyo un día de lluvia.
-No lo hará, te lo prometo, jamás ni tú ni tu barco saldréis de aquí.
-Anda vete a dormir, pronto amanecerás.
Cuando me levanté por la mañana, no sabia de cierto si había tenido una conversación con el muñeco o si todo había sido un sueño, me acerqué al cuarto de mi hijo, cogí el barco me quedé mirando al pequeño pescador.
-Papá ¿qué haces?- me dijo mi hijo dese su cama acabándose de despertar.
-Miraba el barquito y al pescador.
-¿Sabes papá? Me ha dicho el pescador que no quiere que yo lo ponga a navegar.
-¿Eso te ha dicho?
-Si me ha contado sus aventuras por todos los mares, me ha contado que ha navegado entre pirañas por el Amazona y entre cocodrilos por el Nilo, además ha estado entre barcos de guerra, pero dice que después de treinta años no quiere navegar más.
-No, no quiere más aventuras.
Miré hacia el pequeño pescador, me guiñó un ojo y una sonrisa se dibujaba en su cara.
Le devolví la sonrisa.

Bstos pa tooooooooosssssssssssss.

Muy bonita tu historia del barquito. Algo parecido me pasó a mí con un billete de 20 duros que se me cayó en un día de lluvia intensa en la avenida Muñoz de Vargas a la altura de Pastillo y lo pillé en Federico Molina. ¡Cómo corría el condenao! O mejor dicho, cómo navegaba por la calle convertida en río casual.
...sitos.

En ese caso los veinte duros no se fueron volando si no nadando, jaja.
Muchas gracias Trebolillo. Aqui os pongo un cuento de Navidad, espero que os guste.

Vivía sola, hacia ya varios años que vivía sola, bueno no sola del todo, vivía rodeada de muñecas, muñecas que fue encontrando por contenedores, muñecas abandonadas por sus dueñas, muchas rotas que ella pacientemente las fue arreglando como podía, otras simplemente fueron abandonadas porque sus dueñas crecieron, o porque fueron sustituidas por otras más modernas, todos los años tras las fiestas navideñas eran cuando mas muñecas recogía, también tenían algunos muñecos.
Su pequeña vivienda estaba llena de estas pequeñas compañeras como a ella le gustaba llamarlas, hablaba con ellas, le contaba como había pasado el día, le preguntaba que haría para comer, cuando tenía que arreglarlas las trataba con mimo, como si fueran niños pequeños, se sentía a gusto rodeada de muñecas.
Se acercaban las Navidades, las calles se adornaban con luces de colores, arboles, belenes, papás noe y reyes magos colgando de los balcones llenaban pueblos y ciudades.
Los grandes almacenes se abarrotaban de gentes comprando regalos y comidas, como todos los años muchos juguetes irían a parar a la basura, entre ellos muñecas y muñecos, como todos los años ella intentaría recuperar todos los que pudiera, cada vez que veía algún muñeco o muñeca en los contenedores una pena infinita le sacudía el alma.
Llegó el día 24 de diciembre, la gente preparaba la cena de Nochebuena, ella no tenía mucho para cenar, tampoco le preocupaba, con cualquier cosa tenía suficiente.
Llegó la Nochebuena, se fue para su casa, ésta estaba situada en las afueras de la ciudad, era una casita pequeñita tenía un pequeño saloncito con la cocina incluida, una habitación que era su dormitorio, y el aseo, por la parte de atrás tenía un pequeño huertecito donde sembraba algunas verduras y donde tenía algunos arbolitos frutales. Por aquellos lugares había poca luz en las calles, el ruido y el bullicio de la ciudad quedaba más apaciguado.
Lentamente abrió la puerta de su casa, entró encendió la luz que alumbraba el saloncito de su vivienda, al ver la mesa camilla que ocupaba el centro del saloncito se quedó pasmada, tenía colocado un bonito mantel de mesa, sobre el mantel estaba preparada la cena, con turrones, mantecados y de todo, ¿Quién le había preparado la cena? Si ella no tenía relación con nadie, pero la sorpresa fue aún mayor cuando un villancico navideño comenzó a oírse y quien lo cantaba eran las muñecas y los muñecos que llenaban la estancia.
Bstoooooooooooossssssssssssssssssssssss

Pos mu bonito tu cuento, mushas grasias.
Aquí os dejo esto en recuerdo de aquellos 20 duros, o sien pts, que ya no vorveremo a ve. Bueno yo sí, porque tengo uno de aquellos que traían a Bécquer ¿ recordáis? ¿O eran de Falla? Pos ahora no macuerdo, mañana o miro y os lo cuento.
Por sierto ¿sabíais que Falla se llamaba Manuel María de los Dolores?
...sitos.

Pos que se me orvió lo del billete. POs resurta que tengo dos, uno de Bécquer y otro mu grande de Romero de Torres. De Falla no tengo ninguno, que yo sepa.
....sitos.

Yo debía ser muy pequeño, pero aquella navidad no la olvidare jamás. Los mayores decian que el viento venía del agua y la sirena de Rio Tinto sonaba de esa forma que anunciaba tormenta. A media mañana empezó a llover como si no lo hubiera hecho nunca y debio coincidir con la marea alta porque no tardó en empezar a salir agua por las rendijas de las losetas y por las piletas de la calle y las ratas empezaron a buscar salida ante la que se avecinaba. Mi madre me puso en lo alto de la mesa camilla y saco los cajones de abajo de la comoda y los puso encima de las camas, lo mismo que la escupidera, antes que saliera flotando calle abajo. Poco mas se podia hacer mientras no dejara de llover y no bajara la marea, asi que a esperar.
La marea bajó y se llevo el agua sucia, pero dejo una capa de lodo amarillento y sucio por todos lados. Ahora tocaba limpiarlo todo y restablecer el orden, mientras, yo seguia encima de la mesa.
A la hora de la cena todo estaba limpio y nos dispusimos a comer el pollo en salsa que mi madre compro vivo el dia antes en la plaza de abastos y Fernanda mató entre la algarabia de los chiquillos que asisitian a aquella especie de holocausto aviar.
No habiamos acabado de comer cuando una voz empezó a sonar por el pasillo de la casa de vecinos y en seguida apareció Pepe disfrazado con dos tetas muy grandes y un pelucon mientras cantaba La Violetera pero en vez de nardos llevaba cebollas frescas. A partir de ahí, todo se desmadró, mi padre cogio la pandereta y empezo a cantar el toronjil, otro lo acompañaba con la botella de anis o la zambomba y los crios, como nadie nos hacia caso, nos hicimos con una botella de anis Onuba y acabamos con una trompa como un piano y despues dormimos como los angelitos.

Franagan conmo dises que los Reyes del Oriente, tantraido un libro sobre Willian Martin, te pongo un relato de un amigo mio que él escribió sobre:

EL HOMBRE QUE NUNCA EXISTIÓ
En el cementerio de Huelva hay una tumba en cuya lápida se puede leer: WILLIAM MARTIN. Podría ser un inglés como otros muchos, que vivieron y viven en Huelva, pero no, esa es la tumba del “Hombre que nunca existió”.
Durante la II guerra mundial, los aliados preparaban el desembarco en el sur de Italia, en Sicilia, pero para que la operación fuera un éxito, tenían que hacer creer a los alemanes que el desembarco lo harían en otro punto del Mediterráneo.
La denominaron “Operación Mincemeat” y consistía en abandonar un cadáver en aguas españolas con documentos falsos y secretos de los aliados.
Cerca de El Portil, en la costa onubense, un pescador de Punta Umbría encontró el cadáver; a su muñeca llevaba atado un maletín con los documentos. Este pescador notificó el hallazgo a las autoridades de Huelva.
Parte del plan era que la colonia británica residente en Huelva tuviera conocimiento del caso, y así, el espionaje alemán, siempre atento a todo lo que ocurría en torno a los ingleses, se enterara.
La embajada británica en Madrid le pidió al gobierno español la devolución de los documentos. El gobierno se lo devolvió no sin antes pasar copias a los alemanes, que para eso eran amiguitos. Los ingleses habían hecho varias dobleces en los papeles en forma de trampas para saber si habían sido manipulados, hecho que se confirmó al revisarlos.
Lo cierto es que los alemanes se tragaron el anzuelo y los aliados desembarcaron sin problemas en Sicilia, gracias al cadáver de un hombre del que existen varias versiones de su identidad.
Ese hombre está enterrado en el cementerio de La Soledad de Huelva y siempre hay flores frescas sobre su tumba

Conozco la historia, tengo el libro donde se dice quien era en realidad ese hombre y tengo la película que se hizo sobre el caso y ahora estoy leyendo este último libro que ha salido.
Saludos.