Encinasola - Huelva

Había una vez en el bosque una bruja muy muy muy muy mala que vivía en una casita de chocolate. Cuando le era posible salía al camino y secuestraba a los niños que se cruzaban con ella. Los llevaba a su cabaña y los alimentaba dentro de una jaula para que engordasen y hacer después con ellos un buen caldo.
Claro que no siempre le salían las cosas a escuadra y cartabón... De todas maneras, como era tan ducha en el trivium (gramática, dialéctica y retórica) que es la llave de todas las ciencias, salía al paso utilizando cualquier tipo de artimaña, por ejemplo: tenía un gran retrato en su sala con la cara y la imagen del diablo -a quien adoraba- pero si pasaban los dominicos por la cabaña le daba la vuelta al cuadro y tenía la imagen de Francisco de Asís - que era capaz de hablar hasta con los lobos y las lobas). A veces le ponía una foto de la Virgen de Flores, otras la de la Virgen de Begoña, y un largo etcétera de imágenes de santos y de santas, de diablos y de diablas para no ser jamás atrapada en el cepo que ha representado durante milenios la sima más profunda de la raza humana: ¿quién soy? ¿qué he hecho de mi vida?

Yo fui uno de los niños secuestrados por la bruja y pude escapar para contarlo.
Si ves a una señora amable con muy buena apariencia y muy buenas intenciones, que te regala bombones y palabras cariñosas, probablemente te encuentres frente a una bruja (tienen los pies cuadrados y los ojos malva; no soportan el olor a niño a no ser que esté cocinado). Cuál sea el nombre y la procedencia de la bruja, no tiene importancia porque tienen más nombres y más orígenes que Dios y Lucifer juntos.

Encinolandia, tókate los gües...

Creo que esa historia se llama "Hansel y Gretel", pero tu versión es mu cachonda.
jejejejeje....