Encinasola - Huelva

Esta mañana me he encontrado a un viejo amigo. Nos estrechamos las manos y al marchar, nos abrazamos. Estaba de visita en la ciudad, y hablamos del trabajo y nos preguntamos por nuestras vidas de ahora. Han pasado algunos años desde la última vez que nos vimos.
Duele ver a las personas que aprecias cómo los ha ido consumiendo el tiempo.

Amigo mio,eso es ley de vida. Es algo que nos a ocurrido a casi todas las personas que rozamos los sesenta años. Vemos al amigo como lo cambio el paso de los años, pero el a nosotros nos ve de la misma manera.

Me veo todas las mañanas en el espejo y no estoy rozando los sesenta, y sé que la vida me ha tratado bien; en realidad represento bastante menos edad de la que tengo, pero en algo de lo que dices no te falta razón: la vida nos cobra el precio de nuestros excesos, querido.

Los amigos son como un espejo en el cual nos vemos reflejados y vemos nuestras arrugas, nuestra miopía, nuestros achaques y nuestras macacoas, por eso los queremos tantos, son como nosotros mismos.

ay, señó... ¡cómo está hoy er geriátrico! nos estamos quedando sin plasas libres (voy a tené que reservar una ya mismo).
ay, qué formalidá y cuánta seremonia...
y qué solemne todo...

No estoy en la edad ni me falta poco, pero voy a empezar a pensar en los centros de día a ver si por lo menos me enseñan a jugar al dominó y a hacer figuritas de marmolina.

_Doctor, me tiemblan muchos las manos,
_¿No sera que bebe demasiado alcohol?
_Qué va!Si lo derramo casi todo!