02-04-09 14:30 | #2032656 |
Por:No Registrado | |
UNA HISTORIA DE AMORES V (ORIUNDO) _ Después de comer me iré otra vez con Sara, no la quiero dejar sola, apenas tienen a nadie aquí y están muy solas las dos. ¿Por qué no te vienes mañana al entierro del padre y así conoces a la madre de Sara? _ No me hacen muchas gracia los entierros, supongo que la misma que a todo el mundo pero bueno, te acompañaré y de paso conozco a la famosa Sara que te tiene loco por sus huesos. _ ¿Se me nota mucho? Pues sí, me tiene loco, la quiero mucho, que se le va a hacer. _ Anda, recoge la mesa que yo me tengo que ir. Sara y Rafa pasaron la tarde juntos en el tanatorio y él estaba muy pendiente de que no la agobiaran demasiado y de vez en cuando la sacaba con la excusa de echar un cigarro y así de paso le daba el aire fresco de la tarde que, si bien había dejado de llover, se mantenía ventosa y desapacible. La noche no tardó en caer y entonces decidieron que era mejor irse a descansar a casa y estar por la mañana temprano allí para los preparativos del entierro. Rafa se levantó temprano, se duchó y buscó la ropa más adecuada para la circunstancia, su traje oscuro, el que se ponía en fin de año y una camisa blanca con una corbata oscura que le prestó el padre, este, por su parte también se vistió para la ocasión y alrededor de las diez salieron los dos en coche camino del tanatorio. Ya había más gentes allí, familiares del padre que habían venido durante la noche de otras ciudades y también familia de la madre y algunos amigos y conocidos que se habían enterado. Aparcaron y se dirigieron a donde estaban Sara y su madre, Rafa buscó a aquella y se la presentó a su padre y después Sara le presentó su madre al padre de Rafa para que este pudiera darle el pésame. Entonces ocurrió algo que no paso desapercibido para ninguno de los jóvenes, cuando la madre de Sara levantó la vista para saludar al padre de Rafa, los ojos de ella y los de él se abrieron sobremanera y aquel apenas atinó a decir nada hasta después de unos segundos, cuando pareció reaccionar y lo primero que salió de la boca de ambos fue el nombre del otro antes de ser presentados. _...¡Soledad ¡ _... ¡Rafael! _ Yo… te acompaño en el sentimiento. _ Muchas gracias. El entierro acabó, Rafa y Sara se despidieron llorando y quedaron en llamarse cuando hubieran descansado de tantas gentes y tanto ajetreo. Ya en casa, Rafa no tardó en hacer una pregunta que lo estaba volviendo loco. _ ¿Has visto cómo se ha vuelto a repetir contigo lo del nombre? Lo extraño es que tu también conocías el de ella. ¿Que es lo que pasa, por qué me miras así? _ Me apetece un café, vamos a ponerlo, nos pondremos cómodos y mientras lo tomamos te contaré una historia. El confortante olor a café no tardó en esparcirse por la casa y Rafa trajo a la mesa los servicios, el padre lo sirvió y ante la mirada expectante del joven no tuvo más remedio que empezar a hablar. _ La madre de Sara, Soledad, Sole y yo, fuimos novios hace muchos años, como lo oyes, fíjate que pequeño es el mundo. Empezamos con calcetines y nos quisimos mucho durante los cuatro o cinco años que estuvimos saliendo pero ella era celosa y empezó a dar la lata con esas cosas, yo empecé a cansarme de sus desconfianzas y sus sospechas y acabamos rompiendo. Lo que se tomó como un tiempo de reflexión se fue dilatando y llegó un momento en que me costaba mucho volver de nuevo a ella, aquello se había enfriado un poco y el orgullo y el amor propio hicieron el resto por ambas partes. Creo que nunca la olvidé, será por eso de que el primer amor nunca se olvida, no sé, pero nunca la olvidé. Ella formó siempre parte de los recuerdos bonitos de la juventud, de un tiempo lleno de ilusiones y sueños. Después, con los años se va viendo todo de otra manera, se le busca a todo sus pros y sus contras, se mira todo como desde lejos. _ ¿Mi madre sabía eso? _ No tenía nada que saber, eso era parte de mis pensamientos, de mis recuerdos de una vida anterior a la que compartí con ella, de una parte de mi vida a la que solía recurrir en los momentos de bajón, de depresión de frustraciones y al recordarme a mi mismo como era entonces, que me ponía el mundo por montera y no me arredraba ante nada ni nadie y siempre estaba dispuesto a la juerga, a estar con mis amigos, a compartirlo todo con ellos y a echar los mejores ratos de mi vida, parecía recobrar las fuerzas, recargar las pilas y poder tirar para adelante entre tantos malos rollos y tantos marrones, como decís ustedes ahora. Después salí con algunas chicas pero el recuerdo de ella se superponía sobre todas ellas y llegó tu madre que pudo con todo aquello y acabamos casándonos. _ ¿Os queríais cuando os casasteis? _ Por supuesto, y nos quisimos mucho durante años, fueron los años bonitos, naciste tu y eso colmó nuestras ilusiones, nos hiciste muy felices y luego ya sabes lo que pasó… _ ¿Qué pasó? _ ¿Nunca hemos hablado de estas cosas, verdad? _ No, y creo que va siendo hora. _ Tienes razón hijo, tienes razón. Ya eres un hombre y tienes derecho a saber esas cosas. No ocurrió nada, simplemente eso, llego un momento en que no ocurría nada entre los dos, parecíamos primos hermanos o algo así, el aburrimiento, la monotonía, la comodidad, el darlo todo por hecho y sabido acabó sumiéndonos en la rutina, en el hastío y empezaron las discusiones por cualquier cosa, la falta de respeto, los insultos y otra vez los celos y las sospechas y ella decidió irse por las buenas antes de acabar por las malas. Como sabes mantenemos una extraña relación mezcla de tensión y nostalgia, nos vemos de vez en cuando, hablamos de ti, nos preguntamos por la salud y poco más. _ No puedo entender como dos personas que dicen quererse no anteponen ese sentimiento a cualquier otra cosa como los celos… no sé _ Esa es la condición humana, hijo. El hombre se pasa la vida buscando la felicidad y a veces pasa por su lado pero no se da cuenta porque está pensando en otra cosa, así somos. Alguna día entenderás muchas cosas, conforme los años y la vida te vayan enseñando. Eres muy joven y muy inocente todavía, ojala sigas así mucho tiempo y lo disfrutes. Padre e hijo siguieron un rato juntos, en silencio, pensando en todo lo que habían hablado y Rafa llegó a sentir miedo de que algún día se le viniera abajo ese momento maravilloso que estaba viviendo. No aceptaba que un día dejara de querer a Sara ni ella dejara de quererlo a él ¿Qué tendría que ocurrir para que llegara a pasar eso? En casa de Sara, ella y su madre se iban quedando solas después de almorzar con la familia que había venido al entierro y en el fondo lo deseaban para descansar y tratar de recomponer los trozos, lo que quedaba de la familia. Soledad se tomó un analgésico y se echó un rato en la cama, Sara se echó a su lado y le tomó la mano. _ Mamá… me oyes. _ Sí, te oigo. _ Me gustaría hacerte una pregunta. _ A ver, que me la estoy imaginando. _ ¿Qué te pasó cuando te presenté al padre de Rafa, os conocíais de antes? _ Sí hija, sí. _ ¿De qué, de cuándo? _ Es una historia larga, triste y bonita al mismo tiempo. _ ¿Me la contarás? _ Yo tenía catorce o quince años, apenas salía de casa más que para ir al instituto y no conocía a ningún muchacho todavía, buena era mi madre. Un día me pareció que un chico me seguía y aceleré el paso camino de casa, él hizo lo mismo y entonces eché a correr muerta de miedo pero la cara de él no me pasó desapercibida ya que era muy guapo. En días sucesivos repitió la operación y yo cada vez corría menos al verlo hasta que deje de correr y permití que él se acercara a mí y me hablara. Recuerdo nuestra primera conversación: _” ¿Por qué corres tanto, te doy miedo? _ ¿Miedo?, no, es que no hablo con desconocidos. _ Pues conóceme y dejare de serlo. Me llamo Rafael ¿y tú? _ Soledad. _ Que nombre tan bonito… Soledad, es poético ¿no? _ Sí, a mi me gusta. Bueno me quedo aquí _ Ya sé que vives aquí. ¿Nos vemos mañana? _ Bueno, si quieres… pero no me acompañes hasta aquí, no quiero que te vea mi madre. _ Vale, hasta mañana entonces” Así empezamos a salir y cada día me dejaba un poco más cerca de mi casa hasta que mi madre lo vio y me castigo una semana sin salir después del instituto pero tuvo el valor de presentarse en mi casa y habló con mi madre. Nunca supe que le dijo pero consiguió que mi madre me levantara el castigo y me dejara salir con él, eso sí, me tenía que recoger temprano. Qué época tan bonita aquella, cuanta ilusión, me pasaba el día esperando la tarde para verlo, para estar con él… Era muy guapo y muy atento conmigo, siempre estaba pendiente de mí, de mis deseos. _ ¿Qué ocurrió para que acabarais? _ Lo normal en estos casos: empezamos demasiado jóvenes y cuando él se despabiló yo me volví celosa y no lo dejaba vivir, pero entonces no me daba cuenta. Lo quería tanto, era tan guapo que no soportaba la idea de que mirara a otras ni otras pudieran mirarlo siquiera y lo agobié. Nos dimos un tiempo para ver como nos iba y ese tiempo se fue alargando y alargando y por una parte mi orgullo y por otra su amor propio dieron como consecuencia que nunca volviéramos a vernos. | |
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02-04-09 16:18 | #2033192 -> 2032656 |
Por:No Registrado | |
RE: UNA HISTORIA DE AMORES V (ORIUNDO) Los celos no llevan a nada bueno. Son causa de muchos problemas y el orgullo y el amor propio hacen el resto. Gracias, Andrés por esta V parte. Si tienes tiempo escribe algo más esta tarde. | |
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