Encinasola - Huelva

El juez Calatayud tiene razón.
Hace 12 años le dije a una amiga (de fuera del pueblo): ¿por qué le regalas a tu hija esos Reyes tan grandiosos?... Me contestó: Porque quiero darle lo que nunca pude tener yo. Y le contesté: Te estás equivocando.
Transcurridos estos 12 años, el tiempo me ha dado la razón: "LA NIÑA LE SALIÓ RANA"...no entro en detalles...serian muchos.
Esto es solo un ejemplo.
Constantemente nos estamos equivocando con los hijos y después queremos responsabilizar a los profesores y demás.
Los hijos que viven en nuestras casas después de la mayoría de edad (que son todos)tienen que aceptar las normas, al menos hasta que superen esta mayoría.
Decidme pues, ¿que "pinta" una niña de 12 o 14 años haciendo botellona hasta las tantas de la madrugada? y que hacen sus padres durmiendo a pierna suelta ante esta tolerancia.
Muchos tienen lo que se merecen...y aunque pienso que nunca es tarde, comprendo que este tema es muy dificil. El arbolito necesita el tutor desde chiquitito y ¡¡¡por favor!!! los que no tienen hijos mejor que no opinen. ¡Es muy fácil educar hijos sin tenerlos!.
Un saludo:
Alicia G.

Saludos, Alicia!
Yo añadiría que también deberían abstenerse de opinar los que les "salieron rana" a sus hijos. Es muy fácil culpar a los jóvenes y eludir la responsabilidad de la educación.

Desconocido-da:
Con tu comentario me das la razón. La educación debe partir desde la casa, desde los padres y por supuesto, admitamos que hay que sumarle, lo que respira en el entorno social.
El joven ve y escucha. Habrá que enseñarle a digerir ese bombardeo que recibe de fuera y sobre el que ninguno "estamos vacunados".
Saludos: Alicia.

Prima, cuando mis cuñados mayores tuvieron hijos, los cuñados menores echaban pestes de los sobrinos, decían que había que ponerles alambre de espino alrededor y cuando ellos han tenido hijos, han hecho santos a los de los hermanos porque les han salido hiperactivos e hipercabronces y ahora todo es buscar comprensión para sus hijos. Soy muy pesado, lo se peor insisto: una cosa es pregonar y otra vender el trigo.
Saludos. Andres.