Corrales - Huelva

Mis recuerdos infantiles de la planta de creosota y del embarcadero La Escalerilla son los de buscarle las vueltas al guarda y montarnos en las viejas zorrillas de trasportes aun a riesgo de perder un pie o una mano, como ya una vez ocurrió.
En el embarcadero nos bañábamos también a escondidas del guarda poquitas veces. Y aparte de las dos anécdotas graciosa que cuenta Carvajal Quirós en su libro sobre Corrales y que se dieron allí, hay otra, no graciosa, que por sus consecuencias no se deberían olvidar por mucho que se empeñe en conseguirlo algunos sectores de nuestra sociedad, no ya local sino nacional.
El día 4 de Agosto del 36 por la tarde, y desde el cuartel de la guardia civil que se encontraba en frente, metieron en una barquita con direcciona a Huelva a 17 corraleños para declarar, les decían a los familiares.
La declaración debió ser muy extensa, pues ninguno volvió ni dejo rastro de su declaración en ninguna sitio. Solo uno que por aplicarle la declaración mal logra llegar sangrando al Hospital Provincial donde, después de curarlo, le montan guardia y le aplican un nuevo método de declaración y desaparece.
Mientras lo curaban y a pesar de la guardia (lo que es la vida) le cuenta lo ocurrido la noche antes a otro corraleño que casualmente se encontraba allí ingresado por enfermedad, y por el que sabemos lo que sabemos.
Para ser la primera tacada no estuvo mal:17. El resto hasta llegar a 39 hombres y 8 mujeres, solo en Corrales, fue mas pausado y en camiones.

A los ingleses les vino de perlas que le quitaran de encima a los mas revoltoso: el miedo y el hambre dejaba a los demás suaves suaves.
Y yo, inocente de mi, creyendo que el que el hangar del piragüismo o lo que sea lo construirían allí...., me decía, veras veras, ¡¡a que le ponen un nombre ingles!!

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