Cala - Huelva

Mourinho, lejos de censurar las animaladas y las acciones macarriles de algunos de sus jugadores, justifica lo injustificable vomitando insólitas acusaciones contra su eterno y obsesivo enemigo, el Barça, hundiendo en una oscura y cada vez más profunda ciénaga la imagen del Real Madrid. ¿Y dónde está Florentino?

Mourinho, cuya función y cargo deberían limitarse a ejercer de mánager deportivo y entrenador, usurpa y pisotea las atribuciones del director general, del jefe de prensa y comunicación, del director de relaciones institucionales... del presidente. ¿Y dónde está Florentino?

Mourinho desprecia a la prensa y se enzarza en una cruzada contra los periodistas, agrede a sus rivales metiéndoles los dedos en los ojos, ningunea a aquellos jugadores con los que no cuenta y engendra una fratricida tensión en el vestuario abriendo una abismal brecha entre el núcleo de los españoles y el clan de los portugueses. ¿Y dónde está Florentino?

Mourinho, al que todos retratan como el autor intelectual de lo que sus jugadores escenifican y teatralizan en el campo, no se ruboriza ni avergüenza cuando manifiesta que entiende al madridismo pero que no lo escucha. ¿Y dónde está Florentino?

Mourinho gobierna y desgobierna con tiranía y despotismo en una escalada surrealista de conflictos que parecen destinados, solo a salvar su ego, su yo, su superyó y su autoestima por encima de todo y de todos. ¿Y dónde está Florentino?

Mourinho regenta de manera plenipotenciaria y fundamentalista la política del Madrid, aumentando el descrédito de la institución ante la pasividad, permisibilidad y sepulcrales silencios de su presidente. ¿Y dónde está Florentino?

Mourinho actúa sin código ético, dañando y desangrando a borbotones el señorío del madridismo con su absolutista conducta y su discurso maquiavélico de que el fin, destronar al Barça, justifica todos los medios. ¿Y dónde está Florentino?