A mi pueblo Quisiera ser como el viento, y acariciar las fachadas de las casas de mi pueblo, blancas igual que la nieve que cae en frío invierno. Quisiera ser sus corrales, y su calle del cabezo, que era de riscos azules limpios como el mismo cielo. Quisiera ser sus mujeres, que con cantaros de barro puestos sobres sus cabezas traian el agua a sus casas, agua cristalina y fresca de la fuete las gallinas, la fuente nueva y la vieja. Quisiera volver a ver ese reloj de la torre, ese que en el fin de año, todos comiamos las uvas cuando sonaban las doce. Son tradiciones que han muerto, pero que todo rubiato guardaremos en los adentros, y que nunca olvidaremos hasta que nos hayamos muerto. |