Hernani - Guipuzcoa

Una vela a Dios y otra al diablo

@Carlos Fonseca.- 20/10/2009 06:00h

El PNV tomó la semana pasada dos decisiones aparentemente contradictorias, pero que se explican en el pragmatismo político del que siempre ha hecho gala este partido. El viernes alcanzaba un principio de acuerdo con el PSOE para apoyar los presupuestos generales del Estado, lo que deja al Gobierno en una situación inmejorable para sacar adelante las cuentas públicas, y el sábado se sumaba a la manifestación convocada por la izquierda abertzale para protestar por la detención de Arnaldo Otegi y Rafa Díez Usabiaga, lo que supone un enfrentamiento con el Ejecutivo por su política antiterrorista.

La aparente contradicción no es tal, y conviene aclarar por qué. Si el PNV ha anunciado su apoyo a los presupuestos no es porque quiera salvar al Gobierno, sino porque éste se ha comprometido a aceptar las tres condiciones impuestas por los nacionalistas: blindaje de las normas fiscales de las diputaciones forales, devolución de 456 millones de euros a la diputación de Álava, y transferencia de las políticas activas de empleo.

Conviene recordar que los peneuvistas ya demostraron su “cintura” política en 1996 con el PP. Entonces, su presidente Xabier Arzallus alcanzó un acuerdo con el presidente José María Aznar que daba estabilidad al primer gobierno popular y que Jaime Mayor Oreja, uno de los enemigos acerbos del nacionalismo, definió como “un avance de la democracia española”. El apoyo no fue gratuito, sino a cambio de contrapartidas económicas para el País Vasco. Del acuerdo quedó excluida la política antiterrorista, por la que ambas formaciones habían intercambiado gruesas descalificaciones hasta unos meses antes.

Su participación en la manifestación convocada por la izquierda abertzale tiene otra lectura. El PNV apuesta de manera inequívoca por el final dialogado de la violencia. Respaldó al Gobierno de Aznar en las conversaciones con la banda en Zurich en 1998, e hizo lo mismo con el de Rodríguez Zapatero en el frustrado proceso de paz de 2006. Ahora ha expresado su apoyo a la izquierda abertzale en el convencimiento de que Arnaldo Otegi y Rafa Díez Usabiaga eran dos piezas claves para avanzar en ese camino. Posiblemente no ha sido el único motivo. El PNV teme diluirse entre las posiciones soberanistas, que no sólo representa la izquierda abertzale, sino también EA y Aralar, el denominado “polo soberanista” del que ha sido excluido y en el que los radicales aspiran a aglutinar a todas las fuerzas independentistas vascas, y la fortaleza de la coalición PSE-PP que le ha desalojado del poder tras treinta años ininterrumpidos al frente del Gobierno vasco.

La militancia, contrariada

Su soledad política le obliga a reforzar su perfil nacionalista para no perder apoyo popular ni votos. Un perfil muy marcado en la etapa Ibarretxe pero ahora más difuminado por su paso a la oposición y el bajo perfil político de su presidente Íñigo Urkullu. Su apoyo presupuestario en Madrid no es bien digerido por su militancia, por más que intente explicarlo con las contrapartidas logradas para Euskadi. Su electorado no entiende que salve de la quema al Gobierno de un partido que le ha arrebatado el poder en el País Vasco. Como tampoco entenderá que el próximo diciembre respalde, como previsiblemente hará, los presupuestos del Ejecutivo de Patxi López. Una condición que con toda seguridad habrá exigido el PSOE como contrapartida a sus concesiones en Madrid.

Ibarretxe reclamaba para el PNV la “centralidad” de la política vasca frente al nacionalismo español y el soberanismo radical incapaz de romper amarras con ETA. Lo hacía cuando estaba en el poder. Ahora, desde la oposición, los peneuvistas necesitan definir su apuesta política, que no puede sustentarse permanentemente en el pragmatismo.

https://ww.elconfidencial.com/espana/recurre-nuevo-pragmatismo-politico-20091020.html