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Caraquiz - Guadalajara

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España > Guadalajara > Caraquiz (Uceda)
18-02-06 18:12 #189560
Por:No Registrado
historia de lobos u otros
He visto esta historia contada en otro foro y quiero compartirla con vosotros con leves adaptaciones (quizas la proximidad de los carnavales me anime a ello):

¿Alquien pedia alguna historia de lobos aunque fuera antigua?
De lobos no, pero si de unos hombrecitos pequeños, muy blancos de piel con una gran cabeza y ojos alargados que vivian en cuevas a la entrada del bosque de un pueblecito de guadalajara (que no os digo el nombre por miedo a que sean exterminados).
En una ocasion me encontraba buscando setas en un lugar que no indicaré, y encontre un agujero en el suelo, me parecio muy grande para ser de conejos o algun animal de esta medida y pequeño para zorros, lobos, etc. me asome y habia como una pequeña escalera hecha de raices trenzadas, acerque el oido y oi como un susurrar menudo, casi imperceptible, era un susurro muy veloz e inteligible.
Me quede mucho rato recostado sobre un arbol y mi sorpresa fue cuando vi como unos ojos rasgados relucientes en la oscuridad, me escondi, y espere como dos horas y algo. mi sorpresa fue enorme cuando vi como asomaba la cabeza un ser diminuto, con el pelo muy liso y muy oscuro, de tez muy blanca; saco los brazos para apoyarlos para salir y eran muy peludos, las manos eran desproporcionales al cuerpo, muy grandes, le brillaba en la muñeca como una pulsera muy ancha (mas que brillar relucia como un resplandor de algo encendido con luz propia), cuando saco el pie, me di cuenta que era tambien muy peludo, sin calzado nunguno y con solo tres dedos, el gordo era como cuatro veces los otro dos que eran iguales entre si, tenia puesto un gorro parecido al de un pirata o algo asi, su semblante era de una sonrisa de feliz y de mucha alegria; se adentro en el bosque dando grandes saltos y cantando algo que no se entendia con una vocecilla aguda pero muy melodica, le segui todo lo deprisa que pude y le vi como de un gran salto se subio a un arbol muy grande es cuando....

Lo siento me tengo que ir, ya continuare en otro momento, si te interesa u os interesa a alguien.
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22-02-06 17:07 #191869 -> 189560
Por:No Registrado
RE:historia de lobos u otros (2ª parte)
……es cuando me di cuenta de que él no estaba solo.
Encima del árbol había como una ventana de estas que hay en los tejados para dar luz a las buhardillas, tiró el “ser” (a partir de ahora le llamaremos” Ser”) de un cordón y se abrió la ventana, después se introdujo por ella.
Estuve bastante rato esperando a ver lo que ocurría y vi como llegaban mas seres de igual especie y de la misma forma saltaban y entraban por la ventana al árbol.
Debí haberme quedado dormido cuando mi sorpresa fue que junto a mí, mirándome estaba el “ser”, no me decía nada, me sonreía, quise decirle algo pero me di cuenta que no me hacían falta las palabras, me estaba hablando directamente a mi cerebro.
Me dijo que era muy tarde y que si queríamos quedábamos otro día para que nos habláramos y nos contáramos cosas el uno del otro, acepté con agrado para otro día a una hora y sitio determinado.

Llegué al menos quince minutos más temprano de lo que estábamos citados, cuándo le vi desde lejos que corría hacia mi a toda velocidad, nos dimos la mano y sentí como un calor especial recorría mi brazo, era la mano dónde tenía la pulsera de luz propia, le hice señas para que me la enseñara, se la quitó y me la ofreció, la tome en mis manos y note el mismo calor que cuando me estrecho su mano, le pregunte mentalmente y me contesto en un idioma que no entendí, su voz era muy aguda, y su lenguaje muy veloz, me puse en mi muñeca la pulsera que me estaba algo apretada y…..

Continuare otro día,
Puntos:
22-02-06 17:55 #191901 -> 191869
Por:No Registrado
RE:RE:historia de lobos u otros (2ª parte)
¡MUCHISIMAS GRACIAS¡, PERO NO HACE FALTA QUE TE MOLESTES MAS.
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22-02-06 23:12 #192113 -> 191901
Por:No Registrado
RE:RE:RE:historia de lobos u otros (2ª parte)
Vecino lobo: NO TE OLVIDES DE CONTINUAR.

Vecino "No haces falta que te molestes":

Por la ironia podria deducir, por deducir algo, que te veo cansado de hacer cola y de no encontrar lo que buscas.
Deja a las personas que se encuentren asi mismas, por aquello de no perder el eje.
Besos y polvo de hadas.
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23-02-06 14:00 #192358 -> 192113
Por:No Registrado
RE:RE:RE:RE:historia de lobos u otros (2ª parte)
Besos y polvos de hadas,menudo ambiente erótico-festivo que estais
montando con el dichoso cuento. Pasmado
Puntos:
23-02-06 12:12 #192266 -> 191869
Por:No Registrado
RE:RE:historia de lobos u otros (2ª parte)
Muy Feliz y ¡zass¡ no apto para menores de 75 años.
Puntos:
23-02-06 13:11 #192320 -> 192266
Por:No Registrado
RE:RE:RE:historia de lobos u otros (2ª parte)
La terminologia de las hadas, en los cuentos no se refiere a lo que calenturientamente estas pensando, y en este caso es de entender creacion literaria......
Puntos:
23-02-06 15:39 #192403 -> 192320
Por:No Registrado
RE:RE:RE:RE:historia de lobos u otros (2ª parte)
COMIO EJEMPLO Y PARA QUE SALGAN DE DUDAS LAS MENTES CALIENTES, Y MALINTENCIONADAS.
TODO ES MAS INOCENTE DE LO QUE PENSAIS.
ASI NO ME ESTRAÑA QUE VAYA CARAQUIZ........ COMO VA, HASTA LO INOCENTE SE MALINTERPRETA.
UN POQUITO DE POR FAVOR Y MAS CULTURA.....

El que debio empezar el post, debe no creerse lo que estais poniendo.


PUBLICADO EN EL PERIODICO EL MUNDO EL 5 DE FEBRERO DE 2002 MARTES DEPORTIVO.



2º PREMIO RELATOS
Bajo el suelo de Madrid

BELEN XXXXX XXXXXX


"Dicen los sabios, aquellos que con un simple mirar a las estrellas saben desarmar el Universo en polvo de hadas, que detrás de cada persona se esconde una historia luchando por ser contada.


Una extraña inercia que no acertaba (o no intentaba) comprender me obligaba a levantar la vista por última vez antes de introducirme en la boca del Metro, que se adentraba bajo el suelo de un Madrid que comenzaba a despertar aterido por el frío de diciembre. Sí. Allí estaba, como cada mañana, el cartel metálico ya desvencijado, indicador del lugar al que te aventurabas a entrar, ignorante testigo de la aglomeración de gente que bajo sus letras se apeaba en los andenes esperando el medio que les habría de llevar a sus lugares de trabajo: el empresario vestido con chaqueta y corbata, impoluto, inmaculada su gabardina y una cantidad incontable de gomina en el pelo, conservando su vida en el maletín porta-todo que llevaba bajo el brazo. Su desnudo dedo anular en la mano derecha advertía de su estado de soltero y sin compromiso…


Doña Leonor, la vecina del tercero izquierda, era una señora mayor que todas las mañanas iba al mercado del barrio vecino, porque sus “años de experiencia” le decían que los alimentos del mercado de nuestro barrio no eran frescos. Todos sabíamos que no era cierto y que la pobre mujer sólo intentaba buscar un entretenimiento aparte de la calceta, los caldos y las telenovelas de las tardes.


Don Severino, el párroco, todos los lunes, miércoles y viernes hacía una visita a los pobres. Hombre de pocas palabras pero acertadas, no pasaba de los 30, y su pelo, cubierto de canas, daba a conocer los años de esfuerzo y dedicación a los demás. Todo un modelo a seguir, en comparación, a mi juicio, con aquel hombre bajito y bigotudo, con barriga al mejor estilo de aquél que ha batido un récord en el arte de beber cerveza y con el pelo impregnado en uno de esos tintes baratos que más que tapar canas, las achicharran vivas, y que, con aire de ensayada superioridad, se abría paso entre la multitud para coger el mejor sitio o llegar el primero, como si de una carrera de caballos se tratara.


Supongo que no puedo describir a todas aquellas personas que como yo, se sumergían por unos minutos bajo tierra en los alrededores de sus casas y aparecían quizás en el otro extremo de la ciudad, pero cada una de aquellas personas, tanto el mendigo Raimundo, ebrio personaje conocedor de lenguas muertas en sus horas de delirio (por el alcohol, no se vayan a pensar), como aquella “niña bonita” de 15 años que, con gesto despreocupado y dos trenzas morenas sobre su abrigo verde, a juego con el uniforme de colegio de monjas, tenía una vida y una historia que contar. Incluso la historia de mi vida, por muy aburrida que fuera, estaba escrita en aquel cielo de estrellas o, en el caso de Madrid, en aquel cielo de farolas que nos envolvía.


No sé ni cuándo ni por qué se me metió en la cabeza que cada una de aquellas personas que yo veía en el Metro todos los días tenían, por muy diferentes que fueran, un punto en común. Tampoco soy capaz de explicar mi empeño en averiguarlo. ¿Cuál de todos los gestos y acciones podía unir, aunque sólo fuera por una milésima de segundo, las historias de Don Severino, Doña Leonor, la “niña bonita”, Raimundo, el empresario…?


Se despertó entonces en mí el ansia de comprender el comportamiento del ser humano. Rescaté del baúl de los recuerdos mis antiguos libros de Etica, Filosofía y demás asignaturas relacionadas con el amor al pensamiento humano (Aristóteles y compañía) y como nunca fui un mal estudiante, empecé a devorar los conceptos, como si mi vida dependiera de aquel punto en común en las historias de aquellas personas. Se podría pensar que estoy loco, que escribo esto en un amago desesperado por llamar la atención o para dejar patente que estuve dos meses y medio yendo a clase de mecanografía para poder escribir esto más rápido, o que, simplemente, no tengo nada mejor que hacer con mi vida que buscar en la de los demás… podría ser. Pero no. Esto se acabó convirtiendo en una necesidad psicológica y mental; en una obsesión en toda regla.


Comencé observando quién llegaba más pronto al andén y si paraban a saludarse o a mirarse unos a otros. Así, me di cuenta de que Raimundo, a pesar de no coger el tren, se ponía siempre cerca de la “niña bonita”, y mientras ella hacía graciosos gestos de impaciencia, él la observaba embobado por el olor a colonia de bebé que ella dejaba dondequiera que fuese. También me di cuenta de cómo el hombre bigotudo miraba envidioso los trajes del empresario e intentaba levantar la cabeza y llevar los hombros con el mismo respeto que él, ajeno completamente a lo que sucedía a su alrededor. Pensando como estaba en sus números y en sus cuentas y contratos, imponía. Doña Leonor miraba recelosa a todo el que se cruzaba en su camino y agarraba y exprimía contra su pecho el bolso de cuero viejo que llevaba a todas partes. Don Severino, con aquella sonrisa de buena persona y su sola presencia, ya relajaba el ambiente. Parecía que aquel alzacuello blanco y el rosario de mano que siempre asomaba en su bolsillo inspiraban confianza, y su mirada serena tranquilizaba a la gente, aunque no tanto como a Doña Leonor, quien parecía hallar la respuesta a sus oraciones en aquel hombre que con su presencia las hacía realidad.


En aquellos comportamientos me di cuenta de que, para empezar, no nos habíamos ignorado tanto unos a otros, y de que al menos sabríamos reconocernos unos a otros incluso entre el humo gris de los tubos de escape de la ciudad.


Lo siguiente ya fue coser y cantar o, mejor dicho, atar cabos y cantar. Cuando el tren llegaba, siempre se demostraban unos a otros que podían actuar civilizadamente, y digo civilizadamente no porque la raza humana en sí sea en el fondo una incivilizada, porque de ser animales racionales es de lo que presumimos, sino porque, simplemente, de vez en cuando se nos olvida que tenemos la inmensa suerte de contar con una formación que ya quisieran los hipopótamos o las moscas tsé-tsé de la selva africana. El empresario ayudaba a Doña Leonor a entrar en el vagón y Don Severino dejaba pasar siempre a toda la multitud antes de entrar él.


¡Cuántos días he visto yo al buen hombre quedarse en tierra por nuestro inconsciente egoísmo!


Entonces, después de días de ardua recapitulación de las imágenes que grababa en mi retina cada mañana y de devanarme los sesos pensando en el dichoso punto en común, un miércoles, en la hora punta más vacía entre las horas punta, me di cuenta de cuál era el meridiano cero que estaba buscando en las vidas de aquellas personas. No eran las muestras de educación del empresario, ni la generosidad de Don Severino, ni siquiera la colonia de bebé de la “niña bonita”. Allí, en el andén de aquella parada de Metro en Rubén Darío, y sin la necesidad de romperme la cabeza pensando en cómo aplicar las enseñanzas de Platón o Nietzsche a aquel problema que tenía entre manos, hallé la solución en las mugrientas pero no oxidadas vías, que, desde su condición de objeto inerte, me susurraban la respuesta a mi obsesión. Como dice el refrán, a problemas difíciles, soluciones fáciles. Y nunca mejor dicho. El punto en común no residía en la igualdad o semejanza de una parte de cada una de las historias de aquellas personas, sino en la historia en sí, que contribuía a la formación, con su presencia, de las historias de otras personas. Y allí estaba el quid de la cuestión.


Conductor de metro jubilado, había estado durante más de 40 años conduciendo aquel tren que recorría el subsuelo de Madrid, siempre haciendo la misma ruta, desde Canillejas hasta Aluche, Línea 5, y me conocía mejor que nadie el mundo subterráneo que se extendía más allá de los cines de la Gran Vía o de la mismísima Casa de Campo. Y, sin poder evitarlo, cada mañana, movido por aquella inercia de la que antes hablaba, bajaba al andén en el que tantas mañanas había relevado a mi compañero Fermín y, sentado en uno de los bancos, situado en el fondo del andén, pegado al túnel por el que el tren continuaba transportando historias de un lado a otro de la ciudad, me dedicaba a observar a la gente.


Aquel día descubrí por qué había sentido la necesidad de buscar en mi interior la causa de que aquellas personas apeadas en un andén de metro se habían convertido en mi obsesión y por qué necesitaba verlas día a día, aun sin tener yo que coger el medio. Era tan sencillo como sencillo era para mí obsesionarme. Aquellas historias eran tan importantes para mí porque eran parte de mi historia, y aquello era algo que yo no podía cambiar, porque yo seguía confiando en los sabios que son capaces de descubrir historias por muy enterradas que estén o por muy difíciles de ver que sean. Y yo estaba muy orgulloso de que todos aquellos personajes formaran parte de mi vida y de que me hubieran ayudado a descubrir mi historia sin necesidad de buscar en el recuerdo a aquellos sabios que habían sido incinerados en polvo de hadas para después formar las estrellas.


Belén xxxxxx xxxxxxx.

17 años. Colegio de Fomento Aldeafuente. El Soto de La Moraleja,









Puntos:
23-02-06 16:05 #192418 -> 192403
Por:No Registrado
RE:RE:RE:RE:RE:historia de lobos u otros (2ª parte)
PUES SI LA AUTORA SE LLAMA BELEN XXXX XXXXX TIENE MUCHAS X POR LO QUE ES UN RELATO XX, PARA ADULTOS, VAMOS EROTICO, EN CUALQUIER CASO DESPUES DE LA PARTE EN QUE DICE " DICEN LOS SABIOS..." ME QUEDÉ DORMIDO
Puntos:
23-02-06 16:21 #192429 -> 192418
Por:No Registrado
RE:RE:RE:RE:RE:RE:historia de lobos u otros (2ª parte)
UN POQUITO DE MAS CULTURILLA, POR FAVOR

Hadas
En la antigua superstición y creencias populares, las Hadas o Elfos (ambos llamados en Irlanda, Escocia, y Gales, "La buena gente", "Gente de Paz", "La gente pequeña", etc.), han existido desde la creación de la tierra, especialmente los druidas creían que estos eran un raza superior espiritualmente hablando, es por eso que algunos de sus sacrificios se ofrecían a la naturaleza en honor de estos seres, para que sus cosechas y su vida en común fuera mejor.

Una creencia común es que estas existieron alguna vez , a pesar de que nadie nunca las ha visto. Pero hay otros quienes creen tener pruebas de una real existencia.

De acuerdo con la creencia Gala-Escocesa, esta raza de seres son ordinariamente invisibles, silenciosos en sus movimientos, suelen tener sus moradas debajo de la tierra, en colinas y montículos de roca o tierra. Son asiduos a visitar a los humanos muchas veces para ayudarlos.

Nombres dados a las Hadas, Elfos o cualquiera que pertenezca a esta raza de seres.

Todos los nombres bajo los cuales son conocidos estos seres, se derivan de la palabra "sith" pronunciado (shee), que significa "peace" "paz". Pero este es solo uno de los tantos nombres que reciben.

Otro de los aspectos de estos seres, es que estos se mueven silenciosamente, yendo y viniendo en las casas, robando o tomando cosas para cambiarlas de lugar. Muchas veces si tenemos la suerte y si creemos en ellas, las podemos captar por el rabillo del ojo, deslizándose silenciosamente en las habitaciones.

Como saber cuando están cerca.

Es fácil darse cuenta, primero porque las cosas tienden a cambiar de lugar o desaparecer; a pesar de que son silenciosas, se suelen distinguir por una ráfaga de viento aun cuando no hay signos de este, o por ejemplo se suele decir que los duendes se hacen notar, cuando un remolino de polvo se forma, o por otros fenómenos naturales. En estos casos cuando uno vea venir un remolino, es mejor hacerse a un lado y dejarlo pasar.

También se manifiestan como una pequeña luz en el llamado Fuego de San Elmo. Pero las hadas no solo son esos seres halados, las hadas suelen ser las flores, los animales, los árboles, todo es un conjunto de la naturaleza, e ahí la razón por la que los druidas veneraban tanto a la naturaleza.
Puntos:
23-02-06 17:05 #192449 -> 192429
Por:No Registrado
RE:RE:RE:RE:RE:RE:RE:historia de lobos u otros (2ª parte)
VALE !!!!!!! ME DOY POR VENCIDO
Puntos:
25-02-06 08:27 #193313 -> 191869
Por:No Registrado
RE:RE:historia de lobos u otros (3ª PARTE)
3ª parte
….tenía unas inscripciones que parecían estar escritas en hebreo, al menos así me pareció a mi, le pregunte que querían decir esas inscripciones y no le entendí lo que me contestó, dándome la impresión de que el tampoco me entendió a mi lo que le pregunté, le señale las mencionadas inscripciones y entonces me sonrió comprendiendo mi pregunta me cogió de la mano y me guió un poco mas lejos del árbol por donde entraban el y los otros “seres” por la ventana; levantó una trampilla y aparecido una hendidura en el suelo con una escalera mucho mas grande también hecha de raíces trenzadas pero atadas a troncos partidos por la mitad de forma que el descenso por el mismo se hacia medianamente fácil.

Después de bajar como unos veinticinco peldaños nos metimos por un pequeño túnel que me obligo a agacharme un poco, unos cinco metro más allá terminaba el túnel y se abría una bóveda de unos cincuenta o sesenta metros con varias entradas sin puertas; el suelo que pisábamos estaba formado por lajas de piedra, como de pizarra pero marrones con un poco de brillo, en las paredes y en el interior de los pasillos que había en el interior de las entradas había una luz muy tenue amarillenta pero que te permitían a su vez ver con total claridad, me fije en ellas y no eran ni bombillas ni nada parecido, eran como trozos de sacos pero muy tupidos y traslucido; el “ser” me miraba por el rabillo del ojo y se sonreía cuando veía mi cara de perplejidad (no sentí miedo alguno).
Nos metimos por una de las entradas en la que en el dintel había un símbolo.

Anduvimos durante unos tres metros y de pronto irrumpimos en una gran sala subidos en un palco de los muchos que habían y por debajo al menos veinticinco alturas de gradas, todas en redondo de frente a un escenario con muchas mesas puestas en fila con una superior mucho más grande que las demás, todas con una tela de color azul claro.
No había nadie, nos bajamos por una escalera de caracol hecha de madera muy bien labrada, al terminar nos metimos por detrás de las mesas en una habitación con varios muebles y una especie de aparador, lo abrió y saco una pulsera mucho más grande que la que el me prestó y me la dió, me la coloque en mi muñeca izquierda y sentí el mismo calor agradable y profundo que la vez anterior y entonces note su voz sin sonido en mi cerebro, con una sonrisa me dijo que tal me encontraba, le conteste que muy bien pero algo extrañado, me volvió a coger de la mano y me llevó a…..
Volveré en otro momento.
Puntos:
26-02-06 21:59 #193985 -> 193313
Por:No Registrado
RE:RE:RE:historia de lobos u otros (4ª PARTE)
…..otro túnel, esta vez si se podía andar de pie por él, entramos en una sala enorme, de una medida aproximada de 750 m2, con una altura de al menos 25 m., al fondo había una puerta muy bien labrada de un metal parecido al bronce, a la derecha había un cuadro de mandos con tres luces; roja, verde y violeta, tocó la violeta y la puerta se abrió automáticamente, entramos en la sala y había muchos puestos que asemejaban a las antiguas centralitas telefónicas pero con un monitor (pantalla de TV), a cargo de cada una de ellas se encontraban “seres” como mi anfitrión, algunos tenían el pelo largo y con un lazo y vestidos del mismo color, me imagine que eran mujeres, el “ser” me miro y asintió con una amplia sonrisa.

En cada pantalla aparecían diferentes lugares con diferentes gentes, y se emitían diferentes secuencias de la vida cotidiana de grandes ciudades, el “ser”, me dijo,
-como tenemos que estar algún tiempo juntos, me gustaría que en lugar de llamarme “ser”, me llamaras por mi nombre que es Kor (no entendí su pronunciación y me enseño a hacerlo), cuando lo aprendí a pronunciar me preguntó
-¿cual es el tuyo¿
-el mío es Ric, le contesté,
-te explicare brevemente quien soy y porque estoy contigo
-soy lo que llaman en tu mundo un instructor o monitor, he sido elegido por el gran Maestro para mostrtarte y explicarte todo lo que hay en nuestro pequeño mundo, es por lo que de ahora en adelante, todo lo que puedas ver y oír te rogamos lo guardes en lo mas profundo de tu ser, por ser de suma importancia que se mantenga solo entre nosotros. Humanos como tu hay algunos, que vuelven a su vida cotidiana cada vez que lo necesitan, por tanto no debemos aún divulgar nada, ¿estas de acuerdo¿
-si, completamente, pero me tendrás que explicar todo mas profundamente,
-así lo haré.

Subimos a un gran estrado, donde se encontraba una panel mas grande que los anteriores de forma oval, con mas monitores y mandos con luces igual a los de la entrada de la sala anterior; el puesto de mando de este nuevo panel se encontraba de frente a un gran ventanal también de forma oval.

De espaldas a este panel se encontraba un hombre (humano como yo), con una gran cabellera que le caía sobre unas anchas espaldas, al notar mi presencia se levanto y fuimos presentados por Kor como el Maestro Ian, el me estrecho en un largo abrazo lleno de ternura, me emocione un poco por el calor que desprendía su cuerpo, muy templado pero a la vez con mucha ternura, (me recordaba la sensación que me producía en mi niñez mi abuela cuando me estremecía en sus brazos); observé que llevaba una pulsera en la muñeca igual que la yo tenia en la mía, sus facciones eran perfectas, ojos azules, piel morena, labios carnosos, su cara reflejaba: ternura, bondad, paz, armonía y confianza, con una breve sonrisa me dijo,
-hola Ric, después de conocer este pequeño rincón, que es nuestro hogar y ahora si tu quieres el tuyo, almorzaremos juntos y hablaremos largo rato, creo que lo necesitaras.
P ensé,
-me muero de ganas por sentarme a su lado y escucharle,
-el me sonrió, luego me di cuenta que con la pulsera no nos hacia falta hablar, por esa razón me sonreía.

Ya asomados Kor y yo al ventanal oval, observe sorprendido, un lugar deslumbrante; el ventanal estaba en lo mas alto de un gran valle; al fondo una ría enorme, ……..

hasta pronto

Puntos:
14-03-07 15:44 #328060 -> 193985
Por:No Registrado
RE:RE:RE:historia de lobos u otros (4ª PARTE)
Bueno ya te has cansado de contar la historia o esque al que se lo has copiado ya no escribe, eh copión
Puntos:
20-03-07 16:17 #331684 -> 328060
Por:No Registrado
RE:RE:RE:historia de lobos u otros (4ª PARTE)
Riendote

muy bueno muy bueno eso ultimo jajajaja
Puntos:

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