Pastrana - Guadalajara

Nada más aparecer en la plaza de la hora los pasos me llevan a los adarbes, apenas hay gente y distingo a un viejo sentado en uno de los poyos de granito dibujando algo en el suelo con su garrota. Me asomo por encima de la vieja piedra y empiezo a recorrer de izquierda a derecha, desde el puente del arroyo de fuente permanente hasta el convento. En medio las huertas y el pinar del Corazón de Jesús. Rápidamente vienen los recuerdos a la mente rescatados del tiempo.


Los pasos me llevan ahora camino del calvario, lentos, saboreando cada vista del pueblo que empieza ya a sacar humo por alguna chimenea. Huele a otoño, a pueblo. Y en la curva me detengo a contemplar esa maravillosa y extraña marea de tejados entre mezclados y la iglesia que domina toda la vista. Nada más girar aparece el cementerio, florido aún de los recientes Santos y vuelven los recuerdos de quienes ya no están.


Al poco se distingue ya la ermita y como siempre siento una bocanada de frescor al asomarme por el ventanuco. Al salir el olor de los tomillos predomina y no evito mirar de nuevo al pueblo que se muestra explendoroso desde allí arriba. Enfrente los zumaques salpican de rojizos el paisaje y ya se nota la brisilla húmeda que baja del arroyo del cerezo, de la Virgen del Val. Ahí voy ahora por la cuerda de la ladera y al llegar descanso un poco junto a la fuente. Sólo se oye el aire que atraviesa las choperas plagadas de todos los ocres del mundo y todos los amarillos que poco a poco caen en una deliciosa lluvia.


Vuelve el recuerdo, vuelve a dirigirme a ese árbol donde hace ya mucho alguien grabó dos iniciales con un tosco corazón en la corteza. Siempre que voy le acaricio con la yema de los dedos y no puedo evitar que alguna lágrima resbale por mis mejillas. Vuelven los recuerdos, tan fresca, tan atractiva, tan jovial...sigue ahí, en algún lugar. Sigue ahí.


Ya empieza a anochecer y las sombras van ganando a las luces. Huele a humo, huele bien el pueblo en esta tarde de otoño.

Sensaciones de una tarde de otoño, cuando el aire huele a humo de chimenea y el silencio envuelve en estas calles.