Una rosa para mi abuelo antonio benito de toremocha del pinar (guadalajara) A MI ABUELO ANTONIO BENITO, que no conocí Ha florecido en mi jardín Una especial rosa, rosa fría de invierno. Una tibia rosa te ofrezco; a los pies de tu tumba, la dejo Desde tu patria chica, desde tu pueblo. No tenía palabras, sino lágrimas que derramo en tu recuerdo, mi querido abuelo. Nunca te tuve a mi lado, nunca supe tu lecho: muy lejano en espacio y tiempo. Cuando supe tu destino, mi mano no pudo escribir por ti , un solo párrafo. Lloré y sufrí sin consuelo, en muchos años. ¡Oh Dios mío! ¿Cómo pudo un asesino Cortar la risa, el habla, la vida de tantos seres, por su distinta raza, o sus profundas ideas; sólo por el tono de la piel y pelo, el color de la sangre y la herencia difundida en los genes ? Grita la humanidad a coro ¡Basta! Bastaron al asesino miles, millones de niños, jóvenes adolescentes y ancianos para no saciar su hambre. Ese enemigo mortal que hizo estallar en mil pedazos de cruel llanto a la humanidad diseminando sus penas por el mundo. En cada corazón puso una espina, por eso hoy llevamos rosas, tantas rosas como tumbas, flores para no olvidar esas almas tristes y frías. Ese vacío dejado en el seno de las familias; hijos sin padre de por vida; esposa sin marido, dolor que penetra durante varias generaciones como un legado triste en el que se impone el no olvido. Mi legado fue un grito de dolor tristemente escuchado en el recuerdo de niña, mezclado con las campanadas de ilusiones y fantasía. Fue un alto en mi camino que oscureció mi alegría Y con él mi vida. Carmen García |