Zújar - Granada

Cuando los rayos de luz irisan nuestros ojos por primera vez, emprendemos un enigmático viaje por los laberintos de la vida. Las curvas de sus caminos, las cumbres de sus colinas, van escribiendo poco a poco la historia de la humanidad.
Los primeros pasos son serenos y gratificantes. Las pequeñas sendas, embriagadas de ilusión y felicidad, reconfortan el espíritu, con suaves pinceladas de pueriles brisas matinales. La arboleda entona su gloriosa melodía expandiéndola por los extensos mares de cereales y en cada rama seca, florece un nuevo brote de alegría.
A veces, furiosos huracanes desatan grandes tormentas en nuestro interior, bravas olas balancean el pequeño barco, capitaneado por el corazón, las hirientes fuerzas de los océanos se unen para intentar hundir esta frágil embarcación, pero la tripulación, valiente y atrevida hace frente a la tempestad con intrépidos giros de paciencia, llenos de audacia y valor.
Cuando el imperioso Sol baña el desierto con sus grandiosos rayos dorados y derrite, impaciente, la escasa vegetación, la continuación del camino se hace imposible; sobre el alma, se cierne el temor del peligro, el temor a la cruel naturaleza. Entonces, tenues gotas de lluvia, fabricadas con firmes huellas de optimismo y mareas de esperanza, rocían las calientes tierras, enfriando el dolor y la ardiente soledad. De nuevo, nacen hermosas plantas que armonizan el itinerario con su bondad y sosiego, extienden su calma por las escarpadas pendientes e inundan de paz cada laguna.
Cuando el crepúsculo avisa de la caída de la noche y refleja en los senderos sus cálidos colores que se funden con la penumbra de la tarde, vivaces y animadas jornadas resurgen en nuestro interior, elegantes corceles blancos, cabalgan por los bosques más misteriosos y fantásticos que puedan existir: sus jinetes, ilusos y felices, pasean junto a sus fieles amigos, introduciéndose en una placentera burbuja de descanso.
Al final de nuestra aventura, un oscuro manto aterciopelado, cubre, lúgubre, los caminos; y multitud de puntos luminosos empiezan a bañarse en él; dando comienzo a un exquisito espectáculo de fuegos artificiales que se mezclan con el entusiasmo de la maravillosa fiesta de la noche. Las cúspides de las montañas irradian su júbilo en los valles y el agua de los océanos empapa de su maravillosa espuma las playas, creando así, la aventura más soñada y anhelada por cualquier persona: su propia vida.