Villa de Otura - Granada

Ir dando tumbos por la vida es una expresión hecha que hace referencia a una manera de vivir sin objetivos claros. A veces se trata de una decisión personal, cuestionable o no, pero siempre respetable. El problema aparece, cuando esa manera de vivir, es adoptada por quien tiene a su cargo responsabilidades públicas. Es el caso de nuestro alcalde.

No tener un rumbo claro cuando se está al frente de un Ayuntamiento, desemboca en decisiones erróneas, que siempre están acompañadas de gastos innecesarios y despilfarro del dinero público. Y nos resulta más sangrante aún, cuando esos errores afectan a los niños y niñas de nuestro pueblo.

Fruto de esa ausencia de prioridades en la gestión del Ayuntamiento, es la situación con la que se ha iniciado el curso escolar en Otura.

El Sr. Concejal, Ignacio Pérez, manifestaba en el Pleno de 28 de noviembre de 2008 “que los colegios y los institutos no sean arma arrojadiza electoral de cualquier agrupación política”. El PP, en connivencia con el GIO, ha demostrado con su proceder, que ni siquiera era una declaración de intenciones.

Cuando en septiembre de ese mismo año, el PSOE presenta una moción para construir un aulario de seis unidades, el PP acusa a la oposición de anteponer sus intereses de partido a los de los ciudadanos. La propuesta del aulario perseguía dar una solución a la falta de espacio que sufría el Colegio. Estaba consensuada con la dirección del Colegio, el AMPA, y las familias, que consideraban esa ampliación, tanto por sus dimensiones como por su ubicación, la mejor solución.

Hoy, dos años después, el Alcalde da marcha atrás, y retoma como suyo este proyecto de ampliación. Nos alegramos de que por fin reine un poco de cordura en este equipo de gobierno, pero no llegamos a entender cómo es posible que haya dejado pasar tanto tiempo, perjudicando a nuestros niños y niñas, por no querer aceptar una propuesta de la oposición.

Si hace dos años se hubieran interesado, de verdad, por el Colegio de Otura, hoy los niños y niñas de nuestro pueblo estarían disfrutando de un aulario nuevo, acondicionado y con capacidad suficiente para evitar el traslado de los niños al Calvario.

Una vez más, este Alcalde ha perdido el norte. Su objetivo como Alcalde no termina de estar bien definido y esto ocasiona daños colaterales que, en este caso, han afectado a los más pequeños.

Estos vaivenes sin rumbo nos recuerdan la historia del Holandés Errante. Un tal capitán Vanderdecken, cuya nave fue atrapada en una terrible tormenta cuando doblaba el cabo de Buena Esperanza. Los pasajeros, aterrorizados, rogaron a Vanderdecken que se refugiara en un puerto seguro o que, por lo menos, arriara velas a intentara capear el temporal, pero el enloquecido capitán se rió de sus súplicas y, atándose al timón, comenzó a cantar canciones sacrílegas.

Estamos convencidos de que no se llegarán a estos extremos, pero por si acaso, busque una buena brújula Sr. Alcalde, que le aleje de la sinrazón y del odio visceral a la oposición, marque el rumbo del mayor beneficio para los vecinos y vecinas de Otura, y conseguirá hacernos olvidar la leyenda del Holandés Errante.