Pirómanos o incendiarios FUENTE: GRANADA HOY. artículo de opinión publicado en Granada Hoy PIRÓMANOS O INCENDIARIOS Estoy pensando en el alcalde de Otura y en el ministro de Educación. Y mi única duda sobre sus intensas trayectorias prendiendo fuegos es si sufren un trastorno enfermizo e irrefrenable por el espectáculo o es premeditada diversión. Puro teatro. Cada uno a su escala, no podemos negarles su capacidad para romper la asfixiante monotonía de rescates y ajustes con que, machaconamente, nos amenazan. Pero el respiro tiene un elevadísimo coste para ellos mismos, para los suyos y para quienes asistimos con absoluto desconcierto a la función. Sólo le faltaba a la política, ese creciente tercer gran problema de los españoles, que la atizaran desde la frivolidad y la irresponsabilidad. De lo inaudito a lo grotesco. De la farsa a la provocación. A Ignacio Fernández-Sanz lo conocí en su anterior 'crisis matrimonial'. En aquella ocasión fue con el secretario municipal. Una mañana se presentó en mi despacho con su jefa de prensa y, muy educadamente, me habló de venganzas y vendettas, lamentó la manera "interesada" en que se estaba "manipulando la realidad" -unas denuncias por irregularidades en la gestión que continúan en fase de investigación- y me 'sugirió' cómo podíamos informar "más rigurosamente"... Un encantador de serpientes. Luego vendría la 'crisis matrimonial' con la interventora y esta semana ha estallado por los aires todo su equipo. Hoy, de baja por prescripción médica, sigue manteniendo su acta de concejal pero ha renunciado a su cargo como regidor y, supuestamente, ha puesto fin a su etapa política. Digo "supuestamente" porque con Fernández-Sanz nunca se sabe y hasta el presidente del PP ha temido buena parte de la semana que el díscolo militante estuviera dispuesto a 'acabar' con las botas puestas. Desde la oposición, el PSOE ha cuestionado la "autoridad" del PP para zanjar la crisis en Otura (Fernández-Sanz pretendía gobernar en un duetto con su primer teniente de alcalde y el resto de ediles en la bancada de la oposición) e incluso, denunciando la "tibieza" con que Sebastián Pérez ha pilotado el asunto, ha lanzado sospechas sobre la "comprometida información" que pudiera manejar Fernández-Sanz sobre la financiación del partido de su anterior etapa como gerente. Sin pruebas que avalen o refuten tales acusaciones, repasando la semana de despropósitos y a la espera de que continúe el espectáculo con más líos judiciales -que los habrá-, lo que parece más que evidente es que hay personajes (ningún partido está a salvo de sus versos sueltos) que se bastan a sí mismos para provocar un incendio. Sin preludios; sin contextos; sin control. La escaleta de la semana es reveladora. Lunes: a primera hora de la mañana comparece Fernández-Sanz en el Hotel Nazaríes (no en la sede del partido) y anuncia que seguirá en el cargo aunque seis miembros de su equipo hayan renunciado a sus actas tras denunciarle por facturas irregulares en el plan de pago a proveedores; pasadas las ocho de la tarde, y tras tres días de silencio en el PP, la secretaria general comparece ante los medios y le da un ultimátum: o dimite o se enfrenta a un expediente disciplinario y a la expulsión. Martes: Fernández-Sanz desafía al partido y se aferra al sillón. Tiene el respaldo del partido local y la "legitimidad" de las urnas. Miércoles: rueda de prensa de urgencia a las seis de la tarde; en la sede del PP. El aún alcalde de Otura aparece arropado por todo su equipo y anuncia que se va, pero por baja médica; tiene problemas de corazón. Jueves: la promesa debía cumplirse a las ocho de la mañana; no lo hace. Cambia otra vez la dirección del viento. Se queda solo para gobernar Otura. En el acto del Pilar de la Guardia Civil es el centro de todos los corrillos. Hasta seis horas fueron necesarias para 'convencerle'. La última función debe ser este martes con el nombramiento en pleno del nuevo alcalde (se perfila Pedro Cabanillas) y el paso a la retaguardia de Fernández-Sanz. Sólo en teoría. Los pirómanos son imprevisibles; los incendiarios más. De la penúltima del ministro Wert, su patriótica intención de "españolizar" a los alumnos catalanes, han terminado hablando hasta el Rey y Rajoy el Día de la Hispanidad: ¡Pobre Wert! Más bien ¡pobre país! A Fernández-Sanz, por ley, no se le puede arrebatar el acta de concejal ni se le puede impedir que un día renazca de sus cenizas con un partido independiente y recupere el sillón; al ministro peor valorado del Gobierno, el que lleva meses trabajando contra la educación y contra la cultura, sí se le puede cesar. ¿También esperamos a que pasen las elecciones para apagar este fuego? En política, tan incendiario se es por acción que por omisión. |